28.12.2011
El día 24 de diciembre y vía Twitter recibí este mensaje de mi amigo Sergi Vicente, instalado en China: «‘Vínculo’ palabra del año en Japón. ‘Kizuna’ is Japan s kanji of 2011 cc @ miriamtirado» Leí el artículo de la BBC que explicaba que en Japón se ha hecho una encuesta con miles de personas preguntando cuál era para ellos, la palabra que definía mejor el año que acaba. Salieron muchas pero la más votada fue ésta, VÍNCULO. A raíz del terremoto y posterior tsunami que vivió el país hace casi un año, los vínculos entre las personas aseguran que se estrecharon, que se hicieron visibles y fueron clave, supongo, para afrontar el desastre y la tragedia que les había tocado vivir.
Cuando mi madre y yo ya teníamos el libro (Vínculos, gestación, parto y crianza conscientes) prácticamente terminado sólo nos faltaba poner el título. Queríamos alguna palabra que nos sugiriera todo lo que explicábamos en las más de 200 páginas que habíamos escrito entre las dos y no era fácil. Hablábamos de embarazo, hablábamos de mujeres, de madres, pero también de padres. Hablábamos mucho de bebés y de amor, de los hijos, pero también de los abuelos, del amor que les tienen. Hablábamos de emociones, de las que nos hacen felices y de las que nos hacen llorar… hablábamos de tantas cosas que costaba muchísimo encontrar LA palabra. Hablábamos de nosotras dos y de lo que nos había pasado a lo largo de la vida en nuestra relación; de hecho, esto era el nexo que unía todas las piezas del libro… y al final, apareció: VÍNCULOS. Era ésta y no podía ser otra, porque justamente hablábamos de esto, de nuestro vínculo, de la historia de nuestro hilo invisible que nos unía más allá de todo. Y hablábamos en cada entrevista, de los vínculos que nos unen a madres e hijos, madres y padres, madres-padres y abuelos,… hablábamos de qué pasa con los vínculos cuando llega un bebé a casa… y como la buena salud de estos vínculos nos hará más o menos felices, más o menos seguros, más o menos fuertes.
Por eso me hizo tanta ilusión el mensaje de Sergi el otro día. Porque como dice siempre mi madre y yo le copio, «el vínculo es la clave» y es impresionante que después de lo que han pasado muchas familias en Japón a raíz del tsunami y que ni siquiera me puedo llegar a imaginar, lo que quede, la palabra que prevalezca por encima de todas las demás sea esta: VÍNCULO. Porque quiere decir que a pesar de todo, a pesar del dolor y la muerte, se ha fortalecido el vínculo, ha renacido en muchos casos este hilo invisible que estoy segura de que muchas veces no sabían ni que existía, y les ha ayudado a salir adelante. Como un salvavidas en medio del océano.
Curioso también que aparezca esta palabra en una época, la Navidad, en el que probablemente también es clave. Una época en que nos damos cuenta con más fuerza que nunca, de cuál es la salud de nuestros vínculos familiares; de cómo los trazamos, de qué los parte por la mitad, de qué los hace débiles y torpes y de cuáles necesitarían pasar por la UCI para ser reparados. Es una época que puede ser fantástica pero que también puede ser horrorosa de atravesar si nos damos cuenta de que los vínculos que nos unen a las personas que amamos están heridos desde que tenemos uso de razón. Verlo tan claramente en algunas comidas familiares se hace, simplemente, insoportable y entiendo que muchos tengan sólo la necesidad de empezar a correr y desaparecer lejos, donde ni siquiera recuerden que la palabra VÍNCULO existía.
Siempre he creído que es bueno poner conciencia y saber. Saber cómo son los vínculos que nos unen a las personas de nuestro entorno para poder repararlos, si es necesario. O para llenarnos de su fuerza y continuar transmitiendo, a los que vienen, lo importante que es cuidarlos para seguir creciendo juntos.
PD: He tenido la suerte de disfrutar de esta Navidad constatando que a pesar de que algunos vínculos en algún momento tuvieron que pasar por quirófano, ahora tienen una salud de hierro y me hacen feliz.
6 respuestas
Ains Miriam este post me ha tocado…
No tengo la misma suerte, hay vínculos en mi vida que tristemente están rotos… He tratado, con mi escasa experiencia de arreglarlos, pero creo que para que esto ocurra, se necesita las ganas y la reacción de ambas partes. Claro, si fueran amistades, sería fácil pensar: a otra cosa y punto, pero… y si son parientes, seres cercanos… Que hacer? No lo se.
De momento me queda cuidar y proteger mucho los vínculos con mi marido, con mi hija y con mi bebe (en pancita) y confiar en que ni el tiempo ni las diferencias los puedan dañar!
Besos!
Ay, Gabriela… y cuánto dolor produce la conciencia de saber que un vínculo tiene mala salud… Es cierto, repararlo sólo una persona de las dos en juego es mucho más difícil, pero no imposible. A veces, tomando conciencia, actuando distinto, llorando el dolor que ese mal vínculo nos provoca, sin darnos cuenta hay un «CLIC» que sucede y entonces algo ha pasado y algo cambia… a veces la reparación empieza por una de las partes, y entonces quizás la otra se suma… No desesperes, Gaby, nunca es tarde. Nunca, para reparar un vínculo «roto».
Un abrazo lleno de comprensión.
Gracias Miriam!
Lo trataré aunque sea como tu dices, desde mi lado, quien sabe y algo pase, algo despierte…
Yo tampoco sabía que habías escrito un libro, muero de ganas por leerlo! Y lo mejor, escrito con tu madre, debe ser toda una delicia 🙂
El vínculo con mi pareja después de ser padres es infinitamente más fuerte, lleno de complicidad, me encanta esa sensación de estar vinculados. No sabía que habías escrito un libro!!! Me ha encantado tu post!
Gracias Teresa. Sí, eso es lo deseable, que el vínculo con la pareja se haga más fuerte. Es fantástico cuando esto pasa, ¿verdad? Esa complicidad, esa sensación de ser uno y andar en una misma dirección… Os felicito, enhorabuena. Que gocéis de ese vínculo fuerte y maravilloso que habéis conseguido tejer. Un beso.
todavía me estoy riendo con tu postdata!!! aún queda esperanza para algunos de mis vinculos familiares que están esperando turno para pasar por quirófano…
Abrazos con vinculo