Cuando algo impacta a un niño/a pueden ocurrir varias cosas:
- Una es que no pueda hablar del tema.
- Otra es que entre en bucle repitiendo lo mismo una y otra vez.
Me centro en el segundo caso que es el que estoy viviendo ahora en casa.
Puede ser realmente agotador que hagan todo el rato la misma pregunta o que digan lo mismo, pero es necesario. Lo necesitan:
- Para sacar el susto hacia fuera.
- Para ir integrando lo ocurrido,
- Para poder hablar de ello y quitarse la angustia,
- Para poder comprenderlo,
- Para buscar respuestas,
- Para sentirse acompañados/as.
A los adultos a veces nos cuesta porque se nos hace pesado y porque a veces ya tenemos suficiente con sostenernos a nosotros…. pero nos necesitan conectados y presentes, comprendiendo que la repetición es necesaria para transitar lo ocurrido y que no quede dentro como algo que duela para siempre.
Me acuerdo de una niña que había tenido un accidente de coche y repetía todo el rato “pum, aquí, pupa”, “pum, aquí, pupa” y necesitaba escuchar “sí… te asustaste mucho ¿verdad? Tuvimos un accidente, etc”. Y se calmaba.
Validar, comprender, conectar con su dolor, sin dramatizar ni minimizar… aceptando lo que ES, aunque cueste, aunque no guste…
Aprendizaje puro.
Ojalá resuene
Articulo publicado en Instagram y Facebook el 9 de Noviembre de 2020