Hay un tema extremadamente «importante» que en estos 12 meses y 1 semana de blog aún no he tocado nunca y ya no puede esperar más.
Os quiero hablar de un tipo de histeria pasajera, en la mayoría de los casos, que suele tener su punto álgido aproximadamente en el preciso instante en que tu hij@ empieza a gatear y a moverse libremente por el suelo de casa. ¿Ya habéis adivinado lo que os estoy hablando?
Sí, efectivamente: de la limpieza. Es una histeria similar a la que ya comenté un día sobre el CAOS. El caos es intrínseco a la maternidad y paternidad. Es mejor aceptarlo de entrada y haceros amigos porque sino siempre hay un perdedor y normalmente no es nunca el caos. Y con el tema de la limpieza… os cuento mi experiencia.
Al principio la llevábamos a raya, evidentemente. Muchas de las siestas de Laia, como la oxcitocina me daba marcha, me dejaba los ojos como platos y no podía dormir, aprovechaba para dejarlo todo en perfecto estado de revista; era como si tuviera la necesidad (mucho más fuerte que en otros momentos de mi vida) de tener el nidito limpio y pulido.
O sea que la limpieza casi compulsiva se medio apoderó de mí. Era habitual verme con Laia colgada en la Manduca y yo pasando la escoba, la fregona o quitando el polvo. Hasta que llegó el día que empezó a gatear por todas partes, yendo arriba y abajo a una velocidad aterradora. Entonces me di cuenta que mi hija tenía una vista prodigiosa y que conseguía ver, agarrar y ponerse en la boca, cualquier cosa minúscula que encontrara en el suelo.
Entonces sí, entonces la histeria se apoderó de mí, lo confieso. La histeria y una obsesión: que no hubiera absolutamente nada en el suelo, que todo estuviera perfecto, que si fuera necesario, ¡pudiéramos comer encima del mosaico! Sí, lo sé, me pasé de la raya, pero es que me aterraba la idea de que Laia encontrara cualquier tipo de suciedad y se la comiera, así, como quien acaba de descubrir algo súper interesante y quiere saborearlo.
No fue una etapa fácil porque era primavera, vivimos en un lugar lleno de árboles (¡de los que sueltan esa “pelusa” ideal para alérgicos!) y la terraza era un drama. Era imposible tenerla limpia, simplemente imposible. Y yo me ponía histérica: «¡que no se coma la pelusa de los árboles! ¡Ojo, que ha cogido una piedrecita! ¡Volvamos a barrer que está todo lleno de hojas!» Y nunca, nunca, nunca, estaba lo suficientemente limpia a juzgar por mi parte más histérica y obsesiva.
Viendo que estaba a punto de trastocarme, mi familia, que valen un imperio, decidieron adelantarnos el regalo de Navidad y nos apareció un súper robot en casa. De esos que limpian el suelo y cuando acaban vuelven a su rinconcito a descansar. Gran invento.
Entonces empecé a relajarme; nos despertábamos, desayunábamos y justo antes de salir a dar una vuelta con Laia, poníamos en marcha el robot por toda la casa. Cuando volvíamos, no había nada que su vista prodigiosa pudiera encontrar para ponerse en la boca en pleno gateo. Nos hicimos muy amigos con este robot y le pusimos nombre: «Quisu» (“Perrito” en catalán) porque en el fondo, tiene su lecho, como los perritos. Laia lo iba a ver y le decía «Quisu» con su idioma de niña de 8 meses… ¡Toda una ampliación de la familia…! 😉
Total, que gracias a la ayuda del Quisu y a que Laia un buen día dejó de ir por tierra gateando y poniéndoselo todo a la boca, me he vuelto ya más normal. Quiero tener la casa limpia pero ya no me va la vida ni me vuelvo una histérica si veo una migaja en el suelo. Barro como la mayoría de mortales y el Quisu ha pasado de trabajar cada día por toda la casa, a hacerlo ya no tan seguido.
Creo que me está agradecido, sé que lo que hice con él en un principio se podría llamar «explotación»… pero mira, aunque le tengamos aprecio, no deja de ser un robot, ¿no? 🙂
PD: Si queréis saber más sobre mi historia particular con el caos, podéis leer: «EL CAOS Y LA CRIANZA«
19 respuestas
Doncs no és per deprimir-te però quan torni de l’escola amb quilos i quilos de sorra a les butxaques, vores i bambes, tornaràs a agafar l’escombra! Jo l’agafo unes 5 vegades cada tarda i encara hi veig pedretes per tot arreu!
Òstres, Sandra… doncs sí, m’acabes de desanimar, perquè això vol dir que la histèria tornarà a casa nostra, i que el robot tornarà a treure fum! Si ara, que la normalitat impera diguem que l’escombra gairebé ja ni es guarda al seu lloc, quan torni de l’escola serà pitjor? Em sembla que optaré per respirar molt profundament i fer una mica de meditació, a veure si no em torno una histèrica de la neteja com quan va començar a gatejar!!! Pel bé de tothom 😉
Gràcies per avisar.
Ostres, doncs a mi em va passar al revés! Quan era molt petit estava tan centrada en ell que ni me n’adonava de com estava la casa. I el meu home va assumir totes les tasques de la llar. Quan va començar a gatejar si que escombràvem més sovint però no m’hi atabalava gaire, la veritat… és una casa antiga i que dóna al pati, o sigui que és impossible que quedi neta del tot. Suposo que pel meu bé psicològic ni vaig començar a preocupar-me’n! 🙂
Doncs enhorabona, Mireia! Perquè agobiar-se per això és un pal, però mira… a vegades no s’hi pot fer més… Respirar fons i dir Ommmmmm! 😉
Petons.
La gordi no gateo, directamente se arrastraba por el suelo y eso con una labrados de 40 kilos y un monton de pelo es dificil de asumir, ¿mi solucion? nada, no he limpiado más a menudo ni me he preocupado en exceso, la histeria momentanea paso y ahora es muuuy normal que mi hija lleve el pantalon con algun pelo de Noah o que se tire a «descansar» en el colchon de la perra… Y ahi está ella, más sana que una pera jajajaj
Muy bien, María… Es que la otra opción que os queda, la de la histeria, es un palo! No te la recomiendo. Si que es verdad que con el tiempo, te relajas (por suerte) y ya no estás con la escoba como si fuera una prolongación de ti misma! 😉
Gracias por contar tu experiencia. Besos.
Adaptarse o morir (de pena, de agobio, de frustacion…) y yo paso… Intento que todo esté más o menos recogido pero no sufro por ello, me niego. Muchas gracias guapa
A nosotros también nos entró un poco de histeria cuando la peque empezó a gatear, especialmente al padre, que es el maniático de la limpieza en casa… la aspiradora, la escoba, la fregona y el trapo del polvo siempre estaban haciendo horas extra. Poco a poco se ha ido «tranquilizando», especialmente cuando empezó a caminar, ahora el «problema» viene con los juguetes o como nada está en su lugar cuando la niña pasa cerca xD
Supongo que esa «temporada» es normal que nos pase, nos preocupa que nuestro peque se pongan malo o se trague algo por culpa nuestra de no ser limpias (o extremadamente limpias) y de ahí la histeria de que «nunca está suficientemente limpia la casa».
Sí, Alexia, es justo eso… que nos daría mucha rabia que se tragara algo porque el suelo está sucio o algo así…También te diré que en mi caso era un poco inconsciente; quería que nuestro «nido» estuviera limpio… los animales también lo hacen ¿no? En fin… dile a tu marido que se relaje que nunca conseguirá que todo esté tan limpio ni tan ordenado como estaba antes de entrar en el maravilloso mundo de la ma(pa)ternidad! 🙂
Besos a los 3
Pues a mí nunca me pasó… supongo que con dos perros, gato y jardín, pues lo tomé como imposible desde el primer momento. La teníamos supervigilada para que no se comiera nada, y ya está.
Me das una envidia con lo del robot… llevo años queriendo comprarme uno. Creo que lo pediré el año que viene para Reyes.
Jajaja… sí, mucho mejor hacer optado por no estresaros. Lo del robot, para mi en aquella época fue la bomba y sí, aún lo utilizo… Lo dejas encendido y listo, te puedes ir al parque con la niña 😉
Besos.
Si et canses del Quiso, te’l compro! Quanta raó amb el tema de la sorra i l’escola: nosaltres hem optat per deixar les sabates al replà. Tot i així, es un continuo i hi ha dies que ho portem millor i dies que ens agafa la histèria també!
Hola, guapa. Tema sorra, com ja saps, la Laia és molt fina i no li apassiona jugar amb pala i galleda perquè això d’embrutar-se no li mola gaire. O sigui que quan tornem del parc rarament trobem sorra als pantalons… Però qui sap, potser més endavant es desmelena! 😉 De moment, el Quiso ens el quedem, que ens fa molta companyia, je, je, je…
Muà.
ais! me pasó con Claudia! estaba loca todo el día limpiando, ahora, de momento al menos, estoy más relajada!y he asumido que acabaré desquiciada si intento tener la casa impecable como antes!
Llevo un tiempo pensando lo del robot… estoy medio convencida ya!
Sí, es inútil, mejor relajarse y disfrutar del momento! Yo lo veo con los vídeos; a medida que Laia ha ido creciendo el caos en casa ha ido in crescendo, inevitablemente! Pero bueno, qué le vamos a hacer!
Un abrazo.
Donde se consigue uno de esos???? Lo quiero ya!!!! 😉
Hola, Bren! Seguro que en Argentina también tenéis… Yo pensaba que era una chorrada tener un trasto de estos en casa pero la verdad,… es la bomba! 😉
Besos.
Jo també en vull un de robot perquè la histèria de l’escombra encara em dura i la del caos també.
No hi ha manera de veure la casa recollida.
Ho vaig demanar als reis macs però no m’he la van portar, a veure si aquest any fai més bondat i me la porten.
bon cap de setmana.
Jajaja… Però has de saber una cosa; per molt robot que tinguis, sempre acabaràs havent de passar també l’escombra, és inevitable! Però sí.. ajuda!
Una abraçada i sort el Nadal que ve 😉