A veces me gusta imaginarme qué piensan o qué dirían los bebés si pudieran hablar. Me gustaría saber qué les pasa por esa cabecita tan pequeña.
Porque yo, contrariamente a lo que piensan algunos, creo que los bebés sienten, captan, sufren, entienden, comprenden… vaya, que no son ni «muñecos» y mucho menos, tontos. Cuando terminé de dar a luz me sentía una madre leona.
No sabía muy bien qué caray me estaba pasando pero había algo me mí que me hacía surgir un enorme sentimiento de protección y no podía soportar que gente a la que mi hija no conocía de nada, la cogieran en brazos, sin hablar ya de gente que eran poco respetuosos conmigo o con ella. Sobre todo necesitaba saber o captar que la persona en cuestión sentía empatía con ella. Sino, simplemente, ella se quedaba en mis brazos o en los de su padre.
Esto provocó algunas críticas y comentarios en mi entorno, de eso estoy segura a pesar de no haberlos oído todos, ¡por suerte!
Pero sí puedo imaginarlos: por ejemplo, desde que la estábamos malacostumbrado, a que la niña tenía que acostumbrarse a estar en brazos de mucha gente, a que le era bueno pasar de brazos en brazos porque así se estimulaba, que si yo era demasiado protectora, que si «uy, que posesiva», o también aquello de «cree que sólo ha tenido hijos ella». Sólo hacía 15 días que yo era madre y ya se decía todo esto, muy probablemente. Yo no podía evitar hacer lo que hacía, y sinceramente, tampoco quería.
Las hormonas de una mujer que acaba de parir, que amamanta su criatura, que está en pleno postparto, hacen precisamente que pase esto si está realmente vinculada al bebé. Hace que no pueda tolerar nada que al bebé le sea desgradable o que podamos pensar que le es desagradable.
¿Qué hacía yo? Pues, sin llegar a ser maleducada, no dejar que cogieran a Laia en brazos. Ella me lo ponía fácil porque a la que veía que algún desconocido le estiraba los brazos, ella ya se ponía a llorar. El desconocido en cuestión se asustaba, y conflicto resuelto.
El problema, sin embargo, lo tienen otras madres cuando sus hijos no hacen más que dormir justo cuando se los están pasando como pelotas de rugby. Algunas veces estas escenas suceden en la misma habitación de hospital. El niño/a duerme y cada uno que entra, ala, en brazos. Hay familiares que dicen «¿lo ves? Le gusta estar conmigo». Yo más bien pienso que optan por evadirse.
Lo que está pasando les es tan extraño, tan ajeno, tan lejos de sus necesidades más básicas que optan por poner el piloto automático y dormirse, como si así, sintieran menos, o sufrieran menos. Porque desengañémonos… un bebé que acaba de salir de la barriga, lo que quiere, es o bien volver allí otra vez (porque se estaba muy bien) o pasarse el máximo de tiempo posible en brazos de mamá notando su calor, su corazón y su voz.
Porque los bebés lo captan todo: todas las energías, los malos humores y los buenos, las buenas vibraciones, y las que no lo son tanto, todas las voces, y los tonos,… y se van cargando, y cargando, y cargando de todo ello.
Quizás duermen horas mientras hay un alboroto de miedo en una comida de Navidad, por ejemplo, y nos los pasamos unos a otros diciendo: «¡oh, qué monada!», Pero aquella noche, o al día siguiente (porque a veces les cuesta terminar de sacarlo) empiezan a llorar desconsoladamente, con unos gritos rompedores que nadie relaciona, que nadie entiende.
Y miran el pañal, y si tiene fiebre, y ya se plantean si llevarlo a urgencias… porque… “¿qué caray le pasa a este niño?” Cuando en el fondo, a veces todo es mucho más sencillo, todo es mucho más fácil. Sólo tenemos que ponemos en su piel, que intentemos sentir, conectarnos. Que intentemos imitar lo que ellos hacen tan bien; fusionarse, y entonces tal vez entenderemos y sabremos qué quiere en cada momento, qué le hace falta, que ansía y que busca.
Lo que tengo claro es que muchos, si pudieran hablar, dirían «¡somos bebés, no pelotas de rugby!» y nos harían subir los colores.
11 respuestas
Molt bé Míriam!!
Moltes gràcies!!
😉
De vegades costa posar la gent a lloc quan ens envaeixen de manera tan poc respectuosa, a mi m’ha passat i m’ he sentit tan impotent!! Però no em tornarà a passar…:la frase serà:»preferiria que no l’agafis, encara és molt petita»… Ara ja estem millor, però un dia d’aquests en família enns va trasbalsar mplt a la Berta i a mi..i con tu dius va sortir-nos l’angoixa al cap d’undia, tot per les necessitats dels altres!!!
Una abraçada!
Esteu molt maques a la foto! I que peque la Laia!!!
Gràcies guapa! Sí, a vegades ens envaeixen i ens quedem com paralitzats, com si ens agafessin amb el «peu canviat». Però l’important és això; que segur que no et tornarà a passar! Un petó.
Sí senyora, els bebès no són pilotes de rugby! però per aquells que encara no ho saben, o que ja ho han oblidat estem les mares, per fer-los memòria!
Particularment els meus fills m’ho han posat molt fàcil (la nena facilíssim! 😉 jeje) De totes maneres sempre hi ha el típic que li agrada insistir, però per això estava jo, per dir-los que els bebès no són per passar de mà en mà, que per donar-li el gust a aquella persona després em quedava a mi el bebè nerviós tot el dia, així de clar ho deia, així de clar ho tinc, i a qui no li agradi que no s’acosti.
Petons!
Que bé, Ester, que ho tinguis tan claríssim! La prioritat és el seu benestar, la seva necessitat, no la dels adults. I a vegades, perdem el punt de vista i per quedar bé, oblidem aquesta màxima que no hauríem d’oblidar mai.
Gràcies pel comentari! Un petó.
MUY BUENO! Me está encantando tu blog! Me siento MUY identificada con casi todo lo que he leido 🙂 Recuerdo que cuando me pasó esto no tuve valor para negarme 🙁 Me sentía como las monas de los documentales, esas monitas que son las segundonas de la manada y todas las demás monas alfa quieren jugar y coger al monito y se lo arrancan de los brazos a la susodicha mona… 🙁 Era muy frustrante… Pero ahora que han pasado los meses (mi bebé tiene 3) Me siento más fuerte (otra vez) Y ya estoy empezando a responder a frases de mis familiares y a ponerme firme!
Muchas gracias por compartir tus vivencias, así vemos que no estamos solas ni tampoco locas! 😉
També és normal que els familiars/amics els vulguin agafar però és cert que hi ha invassors que ni tan sols pregunten. Per sort, la meva nena plorava molt els primers mesos i ningú s’atrevia a agafar-la. I jo de vegades feliç perquè en el fons no volia que l’agafés segons qui. Sòn molt sensorials els bebés i ho capten tot.
Jo desde que sòc mare sempre pregunto si puc agafar un nadó en braços. S’ha de respectar molt el desig de la mare amb sobredosis d’oxitocina!
Toda la razón. Mi bebe hace mañana dos meses y las primeras semanas no dejamos que nadie lo cogiera. Cuando nació nos dio un buen susto y estuvo 5 días en la uci de neonatos. La pediatra nos dejó claro que no lo cogiera nadie para evitar infecciones y aun así la gente no lo entendía..
Creo que aun tengo familiares enfadados conmigo pero tengo claro que si no entendieron que era por la salud y el bienestar de mi hijo no vale la pena dar mas explicaciones.
Felicidades por tu blog, lo conocí hace poquito y me siento muy identificada.
Hola Bea, gracias y bienvenida… Sí, es curioso como hay gente que no puede entender algo tan básico, tan importante y tan fácil de comprender, no? Supongo que su «necesidad» de tener al bebé en brazos les pierde… Un abrazo!
Amb tots els respectes… crec que és un escrit plè de fantasia, imaginacions pròpies de l’estat immediat de postpart. Frases com «Sólo hacía 15 días que yo era madre y ya se decía todo esto, muy probablemente» demostren que, en el fons, tot són fantasies i que «probablement» la gent deia coses a les seves esquenes… o no, pero ella creu que sí.
Hola Àlex,
Sí, vaig escriure aquestes línies absolutament puèrpara i en etapa de postpart, però una cosa no treu l’altra. No és una fantasia que a moltes dones quan estem en mode «mares lleones» se’ns critica anant i tornant. Ni tampoc que moltes famílies creuen que passar-se els nens dels uns als altres, és el més normal del món, i no passa res perquè el nen no s’adona de res. En fi, és el que volia transmetre amb aquest text.