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Hasta el 6 de enero

Saturada

9.5.2012

Son las 23:58 y estoy saturada, me siento absolutamente saturada. Hoy probablemente no seré ni objetiva, ni serena, ni centrada en este post. Porque me siento agotada, saturada, agobiada y si no he ido a dormir todavía es porque ahora que todo el mundo lo hace, yo necesitaba respirar. Y para mí, respirar es también escribir.

Lo de la teta, de la lactancia materna, del pecho a demanda, no siempre es la bomba. En este mismo blog habéis leído todo lo que me hace sentir, todo lo que disfruto y he disfrutado hasta ahora, pero diría que ningún día he contado lo que también pasa, a veces, la cara B, la que no explicas a casi nadie porque tienes miedo que no lo entiendan, y no quieres que te digan «es que esto del pecho es una esclavitud» porque NO lo es, porque no es de eso de lo que hablo. Y porque sabes que en el fondo, tampoco tiene que ver con la teta sino con la demanda y con el agotamiento.

Hace un par de días que estoy medio enferma. Y digo medio porque cuando tienes un hij@ casi no puedes terminar de estarlo del todo y meterte en la cama 24 horas desapareciendo del mundo para recuperarte. Cuando tienes un hij@ haces vida normal acompañada del dolor de garganta, de la tos y los mocos. Pides ayuda, pero por algunos momentos puntuales, y continuas trabajando, y poniendo lavadoras, y yendo a comprar, e intentando jugar con tu criatura sin que note mucho que mamá, lo que necesitaría es tumbarse en el sofá y coger fuerzas. ¿Pero qué pasa? Que ellos lo notan. Que sí, que esa criatura que intentas que no note nada lo nota todo, y al final, cuando tú te das cuenta, le tienes que acabar explicando que no te encuentras bien, que estás enferma y que necesitas descansar. Al principio le encanta porque coge su maletín de médico y comienza a hacer ver que te visita, y que te pone el termómetro y te cura. Pero al cabo de un rato, cuando ya se ha cansado de pasarte consulta, quiere que estés ya, ahora, y rápido, al 100 por ciento. Y tú no lo estás.

Sus mecanismos de alerta se activan y lo que está preparada para hacer por naturaleza lo hace a la perfección: «si noto que mamá se aleja de mí, yo la busco más aún porque viéndola así de distante y enferma me siento insegura». ¿Y qué hace? Pues reclama más atención, está más demandante de mamá y también, evidentemente, de teta. Y tú, que te encuentras hecha una chapuza y cuando subes las escaleras te falta el aire, necesitarías que hoy no te pidiera ninguna toma e intentas esquivarlas. Porque cuando te sientes sin fuerzas, notar que te chupan, te deja más débil aún. Pero no es la leche, ni tu hija, ni la lactancia materna; eres tú, que estás agotada y sientes que tanta demanda, estando enferma, no eres capaz de soportarla.

Y ahora, que ella ya es lo suficientemente mayor para dialogar y entender muchas cosas, entran en juego los pactos. «Quiero teta» me ha dicho esta noche por enésima vez. «Ya te he dado en el sofá. Ahora para ir a dormir puedes escoger cuento, o canción, o masaje en la espalda, o las tres cosas… Pero teta no, que estoy enferma y no me encuentro bien». Entonces ella, que también está harta de que su madre no esté al 100%, ella, que nota que hace dos días que no estoy presente, que tengo mil cosas en la cabeza que debería hacer y como no me encuentro bien para hacerlas voy aplazándolas, que nota que en vez de tener ganas de jugar sólo tengo ganas de tumbarme en el sofá e intentar descansar un poquito, me hace saber que mi estado no le gusta: «¡quiero teta!» (que traducido sería un: «qué mierda, hace dos días que te noto que no estás por mí y no me gusta. ¡Me hace sufrir verte enferma y estoy harta de no verte contenta como siempre!») y llora y grita unos 10 minutos que se me hacen eternos e insoportables. Porque hoy no puedo aguantar ya ni más demandas ni más quejas. Sólo quiero lavarme los dientes y acostarse. Y descansar, finalmente, que bastante falta me hace. Pero no… con el llanto se excita porque se enfada y se desvela aún más. Y lo que habríamos resuelto con cinco minutos de teta lo acabamos trampeando con media hora más de cuento, masaje en la espalda, mimos y mucha, mucha paciencia.

Y cuando todo el mundo ha caído rendido al sueño yo estaba tan nerviosa, agobiada y saturada que me he tenido que levantar a escribir. Porque hoy me ha faltado el aire.

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

20 respuestas

    1. Hola, guapa.

      Gracias por los ánimos… El texto lo escribí después de un día agotador, hace ya unos meses… pero se agradecen los ánimos. Una no sabe nunca cuando puede volver un día así… 🙁

      Besos.

  1. buffff…. jo he de dir que molts dies acabo així… i m’enfado i no tinc ganes de jugar.
    perquè sempre depèn de com et trobis tu i de les ganes que en tinguis.
    Si has tingut un mal dia a la feina, no et trobes bé i estàs esgotat, és difícil enfrontar-se a dues criatures de tres anys que l’únic que volen és jugar, saltar i cantar ben alt totes les cançons que han après a l’escola (i tu només pateixes perquè el cap t’està a punt d’explotar)

    però després d’un dia dolent, et ve un de fantàstic, que et fa veure i entendre que no hi ha res com les dues criatures jugant, saltant i cantant ben alt.

    Núria

    1. Hola, Núria!

      Sí, el problema és l’esgotament, de quan estem que no podem més amb la nostra ànima i encara hem d’explicar el Patufet! Però de la mateixa manera que dic que són dies terribles… afegeixo que no els canviaria per res del món, perquè vol dir que ella és aquí. I per sort, com tu dius, també en vénen de tant fantàstics que et sembla que has d’explotar de feliç… !

      Una abraçada.

  2. te entiendo sílaba por sílaba..me pasa, sobretodo desde que comencé a trabajar.. de hecho el otro día me sentía la mamá a medias, la esposa a medias, la trabajadora a medias.. todo a medias, porque a veces ciento que no estoy 100% para nada y para nadie.. y cuando eso me pasa Sara llora grita y pide más y más de mi, de la teta, de todo.. y yo también me siento saturada y con ganas de mandar todo al limbo.. un abrazo.. te sigo leyendo a pesar de que te comente poco.

    1. Hola, Zary, guapa…

      Sí, lo de la vuelta al trabajo es duro muchas veces. Intentar llegar a todo y ver que es imposible, andar agotada y ver que nos piden «estáte presente, estoy aquí!» a grito pelado… es duro… Estamos demasiado solas, demasiado poca tribu… demasiado cansancio para afrontar solas…

      Gracias por tu comentario. Besos reparadores para ti y para Sara.

  3. Te entiendo perfectamente, esos días que una está hecha triza, pero tienes que seguir adelante…
    Eso sí, yo prefería cuando podía calmarla con la teta… mi niña es muy movida, y hay que estar pendiente todo el rato para que haga una trastada, se caiga de un sitio alto,… así que cuando estoy mala, daría cualquier cosa porque se tumbara un ratito conmigo a descansar. Y si para eso hay que darle la teta, pues bendita teta…
    Aunque sí que es verdad que cuando estás mala es como que tu cuerpo no da más de sí, y que necesitas estar «entera» para curarte, y dar la teta hace como que «das» parte de cuerpo, y te sientes más reacia.

    1. Buf… te entiendo. En esos casos, dar la teta te asegura un momento de calma, ¿verdad?
      Son días extremadamente difíciles cuando tienes que lidiar con la enfermedad y con la crianza…

      Besos.

  4. Te comprendo a la perfección, a veces necesitas replegarte y cuanto mas lo necesitas mas difícil es conseguirlo. Somos humanas. Me gustaría resaltar eso que mencionas de que no te gusta hablar de la cara B, a mi me pasa lo mismo, parece que si apuestas por la lactancia tienes que ser superwoman y no te puedes quejar, es como si borraras la mucho que das por un poco de espacio, me fastidia esa persecución, ese tú te lo has buscado. Si, yo me lo he buscado y me encanta pero a veces necesito descansar y no implica nada mas que eso, un pelín de aliento.
    Un beso Miriam

    1. Sí… por eso muchas veces sólo es posible quejarse en la «intimidad» o delante de otras madres que SEPAN de lo que estás hablando. De otra forma se sobreentiende que lo estás pasando mal «porque quieres» o, como tu dices, el «tu te lo has buscado», que a parte de estar absolutamente fuera de lugar, da mucha rabia! 😉

      Gracias por tus palabras. Besos.

  5. Ffua, Míriam! He trigat a llegir-te però no m’imaginava que la saturació de què parlaves seria tan en pròpia pell. Quin greu!

    Espero que estiguis molt i molt millor. Sé que aquestes situacions no s’arreglen d’un dia per l’altre, que és un gat que es mossega la cua, que has anat perdent forces mes rera mes, esforç rera esforç i que l’energia no torna a aparèixer miraculosament tot i que hi ha petits moments-oasi-miratge que així t’ho fan creure.

    Ho sé i t’entenc perfectament, ho saps wapa.

    Subscric totes i cada una de les teves paraules i és que sense recaure en la malaltia, els darrers dies em sento tan esgotada que sovint sento aquesta saturació de què parles i tan bé descrius («Perquè quan et sents sense forces, notar que et xuclen, et deixa més dèbil encara»).

    Només et puc enviar una abraçada virtual, un petonet de babes d’àngel curatiu (com els que em fa el meu petitó) i tot el suport del món. A veure si pots trobar una mica d’espai propi per descansar i recuperar l’alegria i energia que tan tu com ella tan anyoreu.

    Un petonàs!

  6. Te entiendo muy bien Muriam, todas tenemos muchos días así. La lactancia materna es algo maravilloso pero no puedo negar que la dependencia de mi peque de ella y de mí para dormirse hay noches que se me hace cuesta arriba. Un abrazo

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