A mí el color rosa no me había gustado nunca, ni siquiera de pequeña. Yo no era de jugar a muñecas, ni de llevar vestiditos. Tenía mi «particular» forma de vestir y no era nunca con el color rosa.
Usaba más naranjas, rojos, azules eléctricos y verdes estridentes… No recuerdo tener aprecio por ningún muñeco de peluche y mucho menos por alguna muñeca. Sólo recuerdo haber jugado (algo) con una Barriguitas que me regalaron, pero digamos que aquí se acaba mi historia con este tipo de juguetes.
Y un día tuve una niña. Una niña apasionada por el rosa, por el fucsia, por las cosas que brillan, por el charol. Sí, sí, el charol.
La primera vez que entré con ella en una zapatería porque ya empezaba a caminar y necesitaba unos zapatos, la señora nos sacó tres pares. Unos eran blancos, lo recuerdo perfectamente, los otros de color azul marino y unos de rosas con puntitos brillantes tipo oro.
Dije: «de acuerdo, pues las azules» y cuando Laia vio que la señora se llevaba las rosas empezó a llorar como una poseída y no paró hasta que las volvió a sacar. Salió de la tienda con los zapatos elegidos en los pies y con una sonrisa de oreja a oreja.
Desde entonces he entendido que a mi hija le gusta el rosa. Bueno, le gusta no, le encanta. Y todo lo que brille y parezca oro.
Que le gustan los collares de perlas, y los brazaletes (también de pie) y las faldas, y los peluches y sobre todo, sobre todo… que le gustan las muñecas.
Y yo os aseguro que no he provocado en absoluto que le gustaran todas estas cosas. Tenemos o mejor dicho, teníamos, gustos muy diferentes… porque a medida que ella ha ido entrando el rosa en casa, a mí es un color que me ha empezado a gustar y cada día tengo más prendas de ese color. Sí, no sé por qué, no sé qué me ha hecho pasar de la aversión más absoluta a esta cierta estimación que ahora le tengo. Quizás es porque me recuerda a ella y eso me gusta.
Y es curioso (o no) pero estas vacaciones hemos ido unos días con unos amigos y su hijo. Pues bien, podríamos decir que Laia es niña niña y que él es un niño niño. Jugaba con coches, con espadas, con arcos y flechas, con matar monstruos…
Y Laia lo miraba como si no fuera con ella… Y yo los observaba a ratos viendo lo distinta que era su energía en cuanto al juego y las dificultades que tenían para encontrar algo que les apasionara a ambos de la misma manera.
Y les costaba: porque una quería ir a la peluquería y el otro quería matar al dragón y ser Sant Jordi. Después de alguna disputa fruto del aburrimiento que provocaba en cada uno el juego del otro, encontraron la forma: ella era la princesa y él el príncipe encima del caballo. Ella le decía por dónde venían los tigres y él los mataba… (sí, ¡tigres!)
No puedo evitar encontrar curioso que precisamente a mí, que nunca he estado de rosas ni de princesas, me haya tocado una hija a quien todo esto le apasiona: las hadas, la Hello Kitty y las cosas más femeninas que os podáis imaginar.
Y aunque durante un tiempo me chocó esa pasión suya, debo confesar que ahora, me gusta. Me gusta que haya traído tanta, tanta, tanta energía femenina a nuestro hogar. Quién sabe… quizás es que ya había llegado la hora de que yo me reconciliara, de una vez, con el color rosa.
3 respuestas
És curiós que tu t’has reconciliat amb el rosa a través de la passió de la Laia per aquest color i tot el que representa i jo que sóc mare de dos fills he entès que l’energia femenina depenia només de mi i que també m’hi estic reconciliant.
Sí, jo tinc un nen, nen, el del text…(l’altre encara és dins la panxa) i m’ha costat acceptar que per ell tot és un joc. Jo ja hi veia agressivitat, i si em surt un fill Rambo???? i per ell és només un joc! Juga a matar, sí, però no mata… sembla evident, oi? Però moltes vegades em trobo que els adults hi posem una intencionalitat que ells no tenen. Ell agafa un pal i el converteix en qualsevol arma que li permeti ser un cavaller. I és feliç fent-ho, i jo amb ell!
Hola, guapa!
Sí, nena… són ben diferents! 🙂 Exacte… som nosaltres que hi posem les paraules «hortera», «violent», etc… amb pors nostres (que si serà figaflor, que si serà agressiu…) com si això depengués de colors o de les coses amb què els agrada jugar… Fem com ells; disfrutem i prou!
Una abraçada
Pues mi pequeña es una MIX total, adora el rosa y los ponys, pero se lo pasa pipa jugando con dragones y haciendo peleas con animales salvajes! De momento los dibujos «de niñas» ni caso y las muñecas no le hacen ni fú ni fá, las desnuda y las deja tiradas por ahí, así que las he aguardado por si mas adelante le interesan.
Pero de momento sus juguetes preferidos son los adorables ponys o los caballos (de cualquier tipo le chiflan: reales, dibujos, virtuales, juguetes, etc) y los animales salvajes o místicos. Tengo «niña y niño» en uno xD