22.10.2012
«Mira, en casa, que cada cual haga lo que quiera con sus hijos». Esta frase, con alguna variante, seguro que la habéis escuchado más de una vez. Yo no sé por qué, pero últimamente me la encuentro a menudo… Quizás es porque tenía que escribir este post y decir que siempre que la oigo diría: «No, todo lo que quieran no». Porque hay líneas rojas que, en mi opinión, nunca deberían cruzarse, y a veces parece que las cuatro paredes de casa, la intimidad del hogar de cada uno, puedan permitir ciertas «concesiones».
Supongo que los que me seguís desde hace tiempo no os sorprenderá en absoluto esto que diré ahora: y es que en mi opinión, la principal línea roja que NUNCA debería cruzarse es pegar los hijos. «Pero ¿un cachete en el culo cuenta?» Sí, cuenta. «Pero ¿y si ha hecho algo terrible y le tenemos que dejar claro que aquello no lo puede hacer?», para mí, esto también entra dentro de la línea roja. «Pero ¿y si me saca constantemente de quicio?» Pues respiras más hondo que nunca, o te apuntas a meditación, o pides ayuda, o te llenas de paciencia tanta como haga falta, pero en mi opinión, nunca, bajo ningún concepto, los adultos deberíamos pegar a los niños. Y da igual la edad que tengan, o lo que hayan hecho, o… me da igual. Con eso soy muy clara y muy contundente. Lo soy aunque sea aquello de «se me ha escapado la mano» o «es que no quería, y ahora me siento fatal…».
Porque simplemente, no se pega. No se pega a los niños, no se pega a las mujeres, ni a los hombres, ni a los abuelos, ni a nadie. No se pega y punto. Porque no podemos llenarnos la boca con que queremos una sociedad que no sea violenta pero ser agresivos en casa. Y sí, todos, o muchos, tenemos agresividad dentro de nosotros, violencia escondida que puede salir cuando menos nos lo pensamos… y sino, leed el post «LA VIOLENCIA QUE HAY EN MI«… pero aquí está la clave: lo que hagamos con esta violencia que hay dentro de nosotros, con esta agresividad. En si la dejamos salir o si la controlamos, la intentamos entender, la lloramos, la trabajamos… lo que sea para saber de dónde proviene y acabar con ella.
Porque una sociedad no violenta empieza en casa. La cultura de paz empieza en casa, con cada uno de nosotros, y los padres, en eso, tenemos una responsabilidad inmensa. Y con esto no quiero decir que os tengáis que hacer el harakiri si vuestro hijo resulta que es un enamorado de la lucha libre, las espadas y que sólo quiere jugar a matar indios, en absoluto. Que JUEGUE a la guerra si lo necesita. Dentro de su mundo simbólico, dentro de su mundo de juego, puede necesitar un arco y una flecha o hacer de caballero que mata todo lo que se encuentra… No estoy hablando de eso, sino del abuso de poder de los adultos. Del uso de la fuerza de los adultos sobre los niños. Aunque sea sólo un día, en un momento de bajón, o aunque «no quería, pero me irritado tanto que…» Hablo de esto. De que no se pega, de que los cachetes en el culo no educan, de que la violencia a nuestros hijos NUNCA debería permitirse y si en algún momento nos sale y se nos hace evidente, es necesario ver qué ha pasado, entender, asimilar, digerir, pedir disculpas y asegurarnos de que nunca más volverá a suceder.
Porque los niños no se pegan, o no deberían pegarse nunca. Por eso, cuando oigo estas frases de «en casa, que cada uno haga lo que quiera con sus hijos» pienso «No todo lo que quieran no…» Porque a veces me da miedo todo lo que puede llegar a pasar dentro de cuatro paredes donde se supone que nadie se entera de nada, donde las puertas y los ladrillos tapan todo lo que pueda pasar… Y si un niño es pegado, humillado, violado dentro de estas cuatro paredes… ¿quién lo defenderá? Si los padres no lo hacen, si los padres no son adultos dignos de él… ¿cómo lo hará para sobrevivir? Sobrevivir al olvido, al silencio, al miedo, al terror, al pánico, a la vergüenza, la culpa…
5 respuestas
Totalmente de acuerdo, hay que ser coherentes y esforzarse por matar la violencia escondida que tenemos y nunca, nunca, nunca pasarla a nuestros hijos de ninguna manera. Un abrazo.
Totalmente de acuerdo. Somos los adultos… que se note, ¿no? Tengamos más paciencia, más empatía, más de todo… y no dejemos que los arrebatos violentos se nos lleven a lugares donde seguramente no deseamos ir.
Besos.
Fa poc vaig presenciar una escena d’aquest tipus que parles…és terrorífic! No m’agradaria que la Lluna em mirés mai ni a mi ni al seu pare com aquell infant mirava son pare…sentir terror per el teu progenitor, el teu referent, aquell o aquella a qui admires per damunt de tot…a vegades s’haurien de gravar i després mirar-se…ja crec que canviaren moltes coses!
Un petonàs Míriam!
Hola, Ivet!
És horrible. Segur que t’ho deuries passar malament, alhora pensant en si feies o deies alguna cosa… Qui defensa aquests nens? Com fer-ho? Com trobar la manera? És tan complicat i difícil aquest tema… No podem abaixar la guàrdia. Mai.
Petons!
No fa gaire vaig saber que un 40% dels nens i nenes de la NOSTRA societat pateixen abusos!
No sé de quin estudi em parlaven i no sé de quin tipus d’abús, perquè em vaig quedar catatònica i res, que ho hauria de tornar a preguntar perquè ho vaig trobar tan bèstia!
I penso… si en l’article que comentes (la violència que hi ha en mi) moltes vam confessar que de vegades ens pot costar de controlar ll’agressivitat, com coi ho fa la gent que ni s’ho planteja, que ni s’ho pot plantejar peqruè encara no sap que ell o ella mateixa són víctimes però que ja són adults i tenen a les mans vides precioses i completament vulnerables…
Com diu la Ivet: què ha de fer una criatura quan aquell qui l’ha de protegir, qui és el seu referent d’amor el/la maltracta?
I com dius tu: quin tema tan complicat…i tan important de resoldre…cal recuperar l’alegria de viure de veure la vida com un tresor…amb l’excusa de la crisi ens permetem estar de molt mal humor, i els nens no en tenen cap culpa!
recuperem l’alegria, és una qüestió d’actitud!