Agosto 2010
Como todo lo que cuento en este blog, me baso en mi experiencia. Lo digo de entrada, porque siempre puede haber alguien que lo que diré, le suene a chino, y no pasa nada. Para mí, durante el primer año de mi hija, todo ha sido fácil. Hasta ahora, que está a punto de hacer el año, prácticamente todo ha sido sorprendentemente fácil. Sus necesidades y las mías, ni siquiera han chocado. Han sido la misma cosa. Ella ha necesitado estar conmigo y yo he necesitado estar con ella. Abandoné el reloj cuando nació, las expectativas y la angustia y me sumergí sin neopreno ni bombona de oxígeno, hacia un lugar desconocido para mí pero extremadamente fácil. Era como si no tuviera que pensar nada porque mi instinto, que surgía de no sé qué lugar, cubría todas las necesidades de mi hija, que era feliz (me parece) la mayor parte de las horas del día. Tenía leche, tenía calor, tenía contacto, tenía mamá, tenía brazos, y piel, y corazón,… y un montón de cosas más constantemente. Y aún lo tiene.
Me ha importado muy poco, poquísimo, escuchar que mimarla tanto era malo. No puede ser malo amarla y demostrárselo. No puede ser malo hacer lo que siento desde que soy madre y más, si veo que ella es feliz. No, no puede ser malo. De alguna manera, y para explicarme mejor, puedo decir que es un nuevo estado de enamoramiento en mi vida. El día que nació Laia mi compañero me dijo, cuando sólo hacía 4 horas que estábamos los tres juntos: «Miriam, me he vuelto a enamorar. Estoy enamorado de ti y ahora también de Laia». Le miré y los ojos le brillaban mientras miraba a su hija cara a cara. Me emocioné. Y es justamente eso lo que he sentido durante todo este tiempo y que aún experimento hoy, que estoy escribiendo estas líneas. Estoy enamorada de mi hija. Profundamente. Como aquellos enamorados que si no están juntos parece que les falta algo, y corren, con el corazón a punto de salir por la boca, hasta encontrarse, de nuevo, con su otra alma y por fin, completarse. Me pasa lo mismo.
Si estoy un rato sin ella, vuelvo a casa corriendo, deseando encontrarla y abrazarla. Si cuando llego ella está fuera porque todavía no han vuelto del parque con su padre, ya tengo ganas de que llegue y preguntarle si lo ha pasado bien. No me puedo separar mucho tiempo de ella porque la echo de menos y porque sé que ella me echa de menos a mí. Si estoy demasiado tiempo lejos me sube la leche para recordarme que es hora de reencontrarnos y hacer nuestro espacio, otra vez. Decirnos «hola, cómo estás, ya tenía ganas de verte, te quiero», sólo con esa mirada de reojo mientras mama.
Y cuando estás enamorado y eso es recíproco, todo es fácil. No sabía que tres personas podían estar enamoradas a la vez entre ellas… y ha sido una grata sorpresa descubrirlo. Descubrir que podía pasar y que también podía ser fácil. A veces tengo la sensación de que es imposible ser más feliz. Si escribo todo esto es porque de alguna manera, quiero dejarlo negro sobre blanco porque intuyo desde hace unos días, que estamos a punto de entrar en una nueva etapa. Y no tiene nada que ver con estar menos enamorados de nuestra hija. Como si intuyera que allí, lejos, se vislumbran un montón de retos que tendremos que ir logrando, yo tengo más ganas de hacer cosas, la creatividad vuelve a despertarse, ella va creciendo y descubriendo cosas nuevas… Como si la inmersión del primer año estuviera a punto de acabarse y yo estuviera a punto de tocar la superficie del agua y subirme a la barca.
Me siento preparada para terminar una parte del viaje y empezar otra.
4 respuestas
Me identifico totalmente con todas y cada una de tus palabras, yo también he estado (y sigo estándolo) enamorada de Mar, también he tenido necesidad de ella y también me sorprendió mucho al principio que todo fuera tan fácil, que todo fluyera naturalmente, que pudiera olvidarme de reloj y comentarios. Y si, es AMOR, el amor más grande y más maravilloso que se pueda sentir.
Que entrada mas bonita, me recuerda mucho a nuestro momento, es genial estar viviendo esto… Para nosotros hubo momentos difíciles por el cansancio pero siempre pensamos q nos adaptaríamos a lo que la gorda necesitase, necesito y necesita mujo cariño, mucho contacto, mucho juego, mucha teta y dormir con nosotros… Y lo mejor es que nosotros disfrutamos también con ello. Por aqui tb nos hemos enamorado de una pirujilla…
Miriam, me encanta tu blog. Te comprendo muy bien. Yo también estoy enamorada de mi hijo, que el mes que viene cumplirá 2 añitos. Qué rápido pasa… Para nosotros no ha sido todo tan fácil, hemos tenido que pelear mucho para tirar adelante. Ha sido duro, muy duro, pero todo ha merecido la pena. Nuestra vida se compone también de teta, brazos, mimos, palabras de amor, colecho…, todo lo que parece estar mal visto en esta sociedad, y somos felices de hacerlo así, y no sabríamos hacerlo de otra manera. Como vosotros, estamos enamorados de nuestro hijo. Sin duda, es lo mejor que nos ha pasado nunca. Un abrazo.
Qué bien lo has definido. Es justo como yo me siento, enamorada de mi Pequico. Uno imagina que cuando tenga un hijo lo va a querer, pero es que la realidad supera todas las expectativas. De hecho, el día que cumplió un año, que fue el día que empecé el blog, le dediqué un post titulado «Un año de amor», eso lo dice todo, no?
Te dejo el enlace por si te apetece leerlo:
https://www.unamiradaalotrolado.com/Una_mirada_al_otro_lado/Pagina_principal/Entradas/2011/5/3_Un_ano_de_amor.html