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Hasta el 6 de enero
adaptación escolar

Por una adaptación escolar real

Estamos en esa época dura, porque es dura, de la adaptación de muchos niños y niñas en escuelas y guarderías.

Estamos en esa época en la que, un año más, recibo bastantes correos o llamadas de madres contándome cómo va la adaptación de sus hij@s.

Y siento decirlo, pero la mayoría me llaman para contarme que les va mal. Motivo: adaptaciones que NO son adaptaciones.

¿Qué puedo decirles? Que las entiendo, que es durísimo estar sufriendo viendo como no te permiten quedarte con tu hijo y hacer una buena adaptación y sobre todo, ver que socialmente e institucionalmente eso está tan aceptado.

Que los niños lloren desesperados, ya sea en la escuela infantil, ya sea en P3, está más que aceptado, incluso por los padres, muchos de los cuales lo encuentran «normal» y parte de un «proceso». Pues bien… quiero decir:

En primer lugar. No, no es normal. Y sí, se puede hacer de otra manera.

Otra de las conclusiones a la que he llegado es que tenemos prisa. Los adultos tenemos demasiada prisa y muy poca paciencia. Intentamos, sí, ponernos en el lugar de los niños y pensar que son pequeños, que aquel lugar no lo conocen, etc… pero queremos que se adapten rápido, ya.

Entiendo que en parte es porque no queremos que sufran, no queremos saber que lo pasan mal, que nos echan de menos. Y por otra parte es porque no queremos sufrir nosotros. Por lo tanto, cuando más rápido (piensan muchos) mejor.

Porque en el fondo, y no tan fondo, la separación nos remueve. El dolor que siente un niño pequeño cuando se siente des-protegido de la persona con quien tiene el vínculo principal establecido es terrible.

Lloran de una manera que te desgarra el alma, desesperados, moviendo la cabeza a un lado y otro, con la vista perdida buscando, buscando… a mamá. Otros lloran como medio en silencio, como si supieran que no serán escuchados… Y nos toca porque ese llanto rompedor nos conecta con lo que es posible que hayamos vivido nosotros cuando empezamos el período de separación de los padres (sea en la escuela infantil, sea en el cole…) Porque antes las cosas no se hacían mejor.

Si los padres o quien cuida y atiende no sabe cómo vive y qué siente el niño, no puede acompañarle de manera exitosa. Y entonces además de desesperación, se le suma la soledad.

Es tan importante que los cuidadores sepan esto… es tan vital que maestros, educadores, canguros, abuelos, etc, sepan o entiendan qué puede llegar a sentir un bebé o un niño pequeño cuando es dejado por la persona con quien tiene más vínculo…

Porque si esto no lo sabemos, si no ponemos conciencia en ello, entonces no estamos a la altura, y que estemos o no ya no tiene ninguna importancia. Porque estamos, sí, pero no los entendemos.

Y les decimos cosas como «va, ya está, no llores, no pasa nada… que no ves que eres el único que llora? ¡Pero juega! Mama vendrá dentro de un momento…» O sea que sacamos importancia, culpabilizamos, ordenamos, y mentimos.

Los niños no entienden de cuestiones temporales. Para ellos un momento puede ser eterno. Un momento de sufrimiento es terrible para ellos. Nosotros podemos poner la palabra «momento» a 3 horas y media y por ellos «momento» significa un lapso de tiempo diminuto.

Hay poca conciencia. Las escuelas llaman «adaptación» a procesos y maneras de hacer que NO son «adaptación».

Un día con la madre un rato y al día siguiente, pam, toda la mañana solos, no es adaptación. O los primeros días tres horas y media sin ir por la tarde pero sólo, tampoco es adaptación.

El objetivo, seguramente, es que se acostumbren muy rápido. Pero ¿quién garantiza que un proceso brusco les hará acostumbrarse mejor? Nadie. ¿Y quién garantiza que aquel niño vendrá siempre más contento a la escuela? Nadie. Es básico empezar la escuela con buen pie, con seguridad, sintiéndose acompañado…

Si los adultos nos permitiéramos sentir lo que sienten ellos, estoy segura que no lo permitiríamos, no permitiríamos adaptaciones que no lo son y seríamos mucho más exigentes.

Siguiente punto que quería comentar: cada niño es un mundo. Siempre asociamos a que lo pasan mal cuando lloran. Si un niño llora desesperado de añoranza entendemos que quiere a mamá y que lo expresa.

Pues bien, hay muchos que no lo expresan así y por eso hay que estar aún más alerta. Que no llore no quiere decir que no nos eche de menos. Hay niños que no, no lloran, pero pegan constantemente. Están enfadados y expresan este enojo con agresividad. Sacan la añoranza pegando, mostrando al mundo su descontento por la injusticia que consideran que están viviendo.

Hay otros que se cierran en sí mismos y no hacen gran cosa. Los hay que se aíslan todavía más. Los hay que se excitan y gritan, y corren sin parar, como si la angustia se los estuviera comiendo por dentro. Los hay que buscan sustitutos y no se despegan de la maestra, o de un juguete, o de lo que sea… Los hay que están de “morros”. No pegan, no muerden, no gritan… pero se les ve que están a disgusto.

Hay niños que enferman constantemente. Parece que no pasa nada, que lo del cole lo llevan bien, pero cada dos por tres estan enfermos: somatizan todo lo que viven! Y seguro que encontraríamos otras maneras de demostrar, en cada niño, que aquella situacadaptación escolarión no les gusta.

Pero después lo pasan bien”, dicen muchos. ¡Claro que sí! ¡Seguro! A ratos, algunos, lo pasan muy bien, faltaría más. Pero esto no quiere decir que en otros momentos, no lo pasen muy mal y nos echen de menos.

Y… ¿qué pasa si tengo que ir a trabajar y por lo tanto, no puedo hacer la adaptación que me gustaría?

No siempre las cosas van como quisiéramos y eso lo tenemos que aceptar. Si no podemos, pues no podemos, es lo que hay. Pero lo que no puede pasar es que si podemos y queremos, no nos dejen acompañar a nuestros hijos en este proceso tan importante. ¡Con adaptaciones reales los niños no lloran!

No es necesario llorar para iniciar la escolarización, ¡saquémonoslo de la cabeza! En caso de que la escuela lo permita pero no podamos hacer una buena adaptación porque no nos es posible: pues entonces debemos estar aún más atentos a las señales que el hijo nos da al mediodía, por la tarde, al anochecer.

Si está más inquieto, si tiene más ganas de llorar, si lo tenemos muy pegado a nosotros… Todo esto nos podrá ir dando una idea de cómo gestiona las emociones en la escuela o la guardería cuando no estamos.

Y a partir de ahí, podremos acompañarlo mejor, poniendo palabras, explicándole lo que le pasa… diciéndole que le entendemos, y que tiene todo el derecho de estar enfadado. Legitimemos lo que siente.

Si hacemos ver que no pasa nada, si no queremos ver las señales que nos da… no podremos ayudarle si es que nos necesita. Y normalmente, cuando son pequeños y en estas situaciones, nos necesitan.

El otro día me decía una persona: «Pero todos los niños han llorado siempre en la escuela, y no ha pasado nada». Primera, eso de que no ha pasado nada, debería verse en cada caso qué consecuencias ha tenido la sensación de abandono, en qué circunstancias, etc.

Segunda, que haya pasado siempre no quiere decir que sea lo óptimo. Creo que no tenemos una sociedad a grandes rasgos, como para estar muy orgullosos. Hace aguas por muchos sitios, por lo tanto… ¿y si empezamos a hacer las cosas de otra manera, si nos es posible y tenemos oportunidad? ¿Y si empezamos a entender la importancia de esta etapa tan temprana? ¿Y si cambiamos la mirada y dejamos de pensar en lo que ha pasado siempre y pensamos un poco en si lo que se ha hecho se puede mejorar?

Y aquí no se trata de juzgar maestros o educadores, ni de que nadie se sienta ofendido. Se trata de poner la mirada SÓLO en los hijos, en los niños y niñas. Y en respetar ritmos y procesos. Y si hacer adaptaciones reales nos remueve demasiado… busquemos en nuestra historia y encontraremos las respuestas.

Si este tema te interesa o te preocupa, apúntate al taller «ADAPTACIÓN ESCOLAR, EMPECEMOS SEPTIEMBRE CON BUEN PIE» que daré esta semana y que tendrá una segunda sesión online el 28 de septiembre. Tienes toda la información y cómo apuntarte AQUÍ

 

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

27 respuestas

  1. Es muy triste que estas cosas sean el pan de cada día en las escuelas, cada vez empiezan antes y se les exige una «adaptación» cada vez más rápida…
    Pocas escuelas son respetuosas con el desarrollo del niño, siempre me han parecido la mayoría (no todas claro) como una fabrica, educación al mayor, un almacén donde meter los críos para que los padres trabajen…
    Alternativas hay pocas, has de ampararte en lagunas legales y cruzar los dedos para que «no haya problemas» o tener los suficientes ingresos como para pagar una escuela libre, siempre y cuando haya una cerca, que esa es otra, hay muy pocas y muy caras…
    Es muy triste…

    1. Hola, Alkyria!
      Exacto, no es fácil, tienes razón. Pero quizás lo que tenemos que hacer no es tanto ir a la otra punta de mundo buscando una escuela con adaptaciones reales sinó exigir que la escuela que escojamos por los motivos que sean HAGAN adaptaciones así. Hablemos con el director, con otras madres, movamos cielo y tierra para que todos los niños puedan gozar de adaptaciones reales. Niños y padres, evidentemente. Es hora de cambiar el sistema! Los protocolos… ya hacer las cosas mejor, o intentarlo.
      Besos!

      1. Tens tota la raó, però mentres tu ho aconsegueixes el teu fill ho pateix, i per molt injust que sigui intentes que es trobi el camí el més fãcil possible.
        Lluitar contra claustres, directors estancats i ampes es molt complicat.

        1. Hola,
          Suposo que no es tracta de lluitar sinó de caminar junts, compartint y canviant aquelles coses que no funcionen. Des de la lluita, tot costa molt més. Una abraçada.

    1. Hola, Maria…
      Ja saps que sempre he estat sensible al tema… L’any passat vaig passar per davant d’una escola bressol al setembre i allò era horrorós… Encara me’n recordo! Hem de canviar les coses i per fer-ho hem de prendre consciència tots plegats!
      Petons!

  2. La llar d’infants de la Laia és anomenada «Escola oberta» és a dir que els pares podem quedar-nos-hi tanta estona com vulguem i podem compartir moments del seu dia a dia -una estona de dinar, un moment de pati o una activiatat en concret-. Té pros i contres però l’adaptació és paulatina i la majoria de parelles no marxen fins que -passats uns dies- veuen que el seu fill/a ja coneix l’entorn i ha creat certs vincles amb mestres i educadors. A casa, per sort, no hi ha hagut plors perquè suposo que l’escola es veu com un espai accessible tant per pares com per criatures. Un petonàs!

    1. Hola, Gemma!
      Doncs has de pensar que heu tingut molta sort. Amb les llars d’infants normalment l’adaptació és «una mica» més paulatina que a les escoles, que s’entra molt més a sac. Celebro que a casa no hagueu tingut un, dos, tres o cinc mesos de tortura diària amb els plors i NO’s d’un nen que no vol passar pel que li toca passar. En pots estar molt contenta!
      Una abraçada i gràcies per explicar-ho.

  3. Que suerte Gemma, ojala en mi ciudad hubiera uno así, pero todos los que conozco son al «estilo clásico», excepto uno, que es más tecnológico y tiene mejor pinta, el resto… pero si hubiera uno «abierto», «libre», «natural» o como quieran llamarse la apuntaba pero ya, pero así… intentaré retrasar su «ingreso» lo que pueda.

  4. El meu fill, té 20 mesos. L’any passat anava a una llar, i super bé (ja se que era mes petit, i clar no s’adonava tant com aquest any), aquest any l’em canviat a una altra…. Jo m’he agafat 20 dies de setembre per fer d’adaptació el millor possible. El primer dia, vam anar pares i nens, i vam estar tota la tarde per la llar,…. a partir del dia seguent, van anar (durant dues setmanes) dues hores al mati (la classe dividida, de 9 a 11 uns quants i de 11 a 13 els altres), ells sols (els pares no ens quedavem) i a partir d’aquests dies, ja horari normal (mati i tarda; el meu concretament fa de 8 a 12 i de 15 a 17), I ESTA SENT HORROROS… PLORS I MES PLORS, I QUAN LI PARLES DEL COLE ET DIU «NOOOOOOOO», i si al plegar li pregunto, «q ha fet avui a l’escola» amb el seu llenguatge (no entenedor) em comença a explicar tot de coses i xiscla «mamaaaaaaaaaaaaaaaaaa» (que per lo que jo entenc es que m’explica que m’estava cridant) a mi, se m’encogeix el cor….. I si amb la profe no acabes de tener feeling…. llavors ja no se com acabarem…. estic una mica desesperadeta…

    1. Uf, Eva, que difícil…
      A més, el teu fill ha de viure dues separaacions al dia: al matí i a la tarda i segur que això encara se li fa molt més costa amunt… És petit encara, molt petit. Encara no té el llenguatge desenvolupat i encara esteu en plena fusió emocional… li és molt difícil separar-se. Què puc dir-te? Buf… que entenc que t’ho estiguis passant molt malament. Si no teniu cap altra opció que continuar endavant, doncs estar molt entregada a ell les hores que sí que hi pots estar. Donar-li tot l’amor i més que puguis, permetre que s’ompli de tu. Explicar-li el que li està passant, legitimar el que sent. Dir-li que ho entens, que et trobi a faltar. Que et sap greu però que no tens cap altra opció que dur-lo a la llar (si és cert clar) i que pot treure-ho i pot enfadar-se o plorar tant com vulgui, que tu l’acompanyaràs…
      Ànims en aquesta etapa gens difícil. Una abraçada!

  5. Míriam, aquest setembre el nostre fill començarà P3 a una escola que permet una adaptació real. Ens donaran consells sobre com fer-ho però… m’agradaria saber quins ens dones tu! Potser abans has escrit sobre això? Ah! Tenim la gran sort que almenys el nostre fill coneix força bé l’escola, com a espai, pq la meva mare n’ha estat la directora. Moltes gràcies! Petons!

    1. Hola Cristina. Mira aquest vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=HaM8Xv3B5eo
      A part d’això, procura ser-hi amb presència però alhora, jo no em posaria a jugar amb ell. Ets en un lloc de la classe, asseguda perquè, si ho vol, pugui venir i estar-se amb tu o ensenyar-te alguna cosa, però no t’aixeques i et poses a jugar amb ell al mig de la classe. D’aquesta manera ell sap que hi ets, però haurà d’interactuar amb la mestra i els altres nens si vol alguna cosa, etc. El paper no és fàcil, però aniràs trobant la manera. Sort.

    1. Vaya, está explicado creo que bastante bien en el post. Una adaptación real es esperar a su lado hasta que se sienta seguro con esas personas y en ese lugar. Y entonces sí podemos dejarle allí. Esto, con muy buen acompañamiento de la maestra o maestro y siguiendo unas pautas para no interferir en el desarrollo de las actividades del aula.

  6. Hola Miriam, en primer lugar darte la enhorabuena por tu blog y decirte que tus vídeos me encantan, me gusta mucho esa clave de humor. Respecto al tema que tratas me gustaría hablarte de la otra cara de la moneda…soy maestra de infantil y llevo años «padeciendo» el período de adaptación. Y lo expreso así porque es muy duro acompañar a los niños en el aula a hacer este tránsito, porque yo también lo sufro con ellos. Para mi asombro me encuentro con muchas familias que no quieren hacer período de adaptación, e incluso se quejan a la dirección porque yo propongo un período de adaptación. La realidad de si comenzamos antes la escuela y no se da la adaptación responde a una demanda social, responde a la petición de las familias. No voy a entrar en detalles porque me extendería muchísimo, sólo decir que creo necesario una concienciación de la sociedad y de los padres respecto a los niñ@s. Comienzo todos los años con una reunión en la que explico a las familias la importancia de hacer una buena adaptación, en la que los niños no sufran, ni yo con ellos tampoco, y no pocas veces lo que me encuentro son malas caras y quejas. En los centros escolares hay cauces y medios para que los padres participen y puedan cambiar cosas…de hecho en mi centro el período de adaptación se hace gracias al respaldo del claustro de profesores y del Consejo escolar.
    Cuando la sociedad deje de usar la escuela como un lugar donde «aparcar» a los niños y se deje de priorizar el trabajo por encima de las necesidades de los hij@s creo que nos irá mucho mejor a tod@s. Cuando esta sea la premisa seguro resultaría más fácil sentarnos a compartir desde el respeto y la comprensión…Sí, a menudo me siento poco comprendida y respetada, con demasiados deberías en una sociedad en la que se ha cargado toda la responsabilidad de la educación a la escuela…Así nos va.
    Un abrazo

    1. Neytiri, me encanta tu mensaje porque tienes toda la razón. Suscribo cada palabra tuya. Y sí, hay muchos que creen que eso son tonterías, que total, si todos hemos llorado, no pasa nada, y esas cosas. Muy poca consciencia a todos los niveles. Y gana, claro, el más poderoso, el sistema productivo pasándose por el forro las necesidades de los niños, que total, son pequeños y no pueden protestar. En fin… Gracias por tus palabras, gracias por la reunión con los padres, gracias por procurar un espacio agradable para los niños y por pensar en ellos. Ojalá hubiera muchísimos más como tú. Y te entiendo: debe de ser terrible escuchar ese llanto desgarrador. Yo estuve presente en dos procesos de adaptación en aulas sólo observando y llegaba a casa desmontada. Qué duro. Un abrazo.

      1. Recuerdo mi primera vez…llegué a casa, me senté agotada y estuve largo rato llorando, no podía contener tanto desamparo y tensión…así que también entiendo a algunos compañeros cuando inconscientemente desconectan. Ya es inhumano meter a 25 niños de 3 años o menos entre 4 paredes cuando lo que necesitan es naturaleza y movimiento. Por cierto, que atender a 25 al mismo tiempo por una única persona es imposible, ni física ni mucho menos emocionalmente. Una sociedad más humana donde nos miremos a los ojos es lo que necesitamos.

        Gracias por difundir espacios más humanos.

        1. Han pasado muchos días pero he releído hoy el post.
          Tienes razón en lo que que muchos padres no quieren, pero es dificilísimo para los que si queremos.
          Yo en teoría quise escolarizar en la escuela más respetuosa de mi ciudad. Llegada la hora de la verdad, el primer día a los 20 min me dicen que los padres tienen que irse. Lo pruebo, el niño llora y vuelvo a por él. Intento hablar con la profesora y claro no puede, decido quedarme al día siguiente y me lo vuelvo a llevar conmigo y al tercer día igual. Aquí ya me dice que lo tengo que dejar y que no puedo quedarme cada día 1 hora pq es injusto para los otros niños.
          No lo escolaricé, así no, pero que nos espera a los 6? Si a los 3 no hay adaptación a los 6 menos, y es muy injusto.

          1. Hola, gracias en primer lugar por contar tu experiencia. Lo más probable es que a los 6 tenga muchas ganas de ir al cole y que, al ser mayor, se quede encantando sabiendo, perfectamente, que luego vas a por él. Algo que cuando son pequeños no pueden todavía comprender. Es cuestión de madurez… Confía. Creo que a los 6 no tendréis ningún problema. Un abrazo.

  7. Hola. Creo que en educación escolar todo debe ser un trabajo en equipo, escuela-familia. Las familias conocen bien a sus hijos, por lo tanto pueden regular los tiempos acordando con las profesoras cómo llevar, de manera personalizada, la adaptación de cada niño-a. No todos necesitan lo mismo y no siempre los que están bien acompañados, el tiempo necesario, luego se quedan sin llorar.
    Respecto al llanto, en mi opinión, no se trata tanto de que no lloren, porque llorar es un modo de expresar emoción, sino que se trata de que sepan que pueden llorar, y que habrá alguien que los consolará con respeto y cariño.
    Cada niño- a es distinto, reacciona de un modo diferente, tiene tiempos propios y necesita una atención individual. No hay recetas.

  8. Mi peque hace 8 meses la semana que viene y estamos con la adaptación hasta el 1 de octubre en que me veo obligada a reincorporarme al trabajo porque no puedo estirar más la excedencia. No tengo ayuda de mis padres (que están lejos y enfermos) ni de mis suegros (que están cerca pero no quieren quedárselo).

    La adaptación está siendo paulatina. Llevamos 7 días y hoy hemos hecho 2 horas de separación (a partir del día 1, serán 7 y media). Román allí parece estar bien. En el tiempo en que he estado en el aula (empezamos yendo dos horas sin separación), le he visto jugar, coger biberón de leche materna extraída (un trago que me hacía sufrir, que me hizo llorar en el aula) y hemos intentado dormirlo en la teta y dejarlo en la cuna sin éxito (hacemos colecho y siempre duerme encima mío). En la separación sé que ha llorado algo por no conseguir dormirse pero que ha dormido 30-45 minutos en hamaca.

  9. Podemos decir que la adaptación está funcionando aunque apenas nos queda tiempo… pero el problema lo he detectado en casa. Cogió un resfriado con fiebre y ha estado pocho. En esos días no paraba de llorar en casa cuando es un bebé muy poco llorón, sino más bien risueño. Yo creía que se encontraba mal por el trancazo. Pero pasado lo peor del mismo, sigue llorando mucho en casa, no puedo dejarlo jugando en el suelo, enseguida llora incluso cuando estoy con él. Lo cojo y abrazo y sigue llorando. Sólo funciona a veces ponerme de pie o portearlo (y dormir, parece que quiere hacer más siestas y más teta). Y ha dejado de comer sólidos. Hacemos blw y apenas prueba ya nada.

    ¿Qué crees que pasa? ¿Qué podemos hacer? Hoy he caído en que podía ser la adaptación y lo he dejado en las dos horas de separación con el alma rota. ¿Y cómo vamos a llegar a 7 horas y media quedando solo 4 días? Estoy muy triste.

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