Cuántas veces he oído madres que dicen: «las rabietas fuertes sólo me las hace a mí» o «cuando está su padre eso no lo hace nunca, sólo cuando estoy yo», o «en casa de los abuelos me dicen que es un sol, pero cuando lo voy a recoger, ¡me monta unos pollos…! Con las ganas que tengo de verlo…»
El sentimiento asociado a estas frases normalmente es el de frustración, el de impotencia y a la vez, tristeza de ver que nuestro hij@ nos trata un poco peor que al resto.
Os propongo que demos otra mirada:
Tu pareja llega a casa cansado y quizás molesto por algo que ha pasado en el trabajo. Al cabo de un rato, le sale un desplante, un comentario fuera de lugar. Le paramos los pies y añade: «lo siento, perdona… es que estoy agobiado, he tenido un día horrible».
Podría pasar justo al revés: ser nosotras las que llegamos a casa (o no hemos salido de ella en todo el día), estamos cansadas, un poco desanimadas por lo que sea y a la mínima que hay algo que nos molesta más de la cuenta, ¡zas! Nos ponemos bordes, hacemos un desplante, o decimos una frase impertinente o con el tono equivocado, que nuestro interlocutor no se merecía en absoluto. Nos para los pies y le pedimos perdón. Nos situamos e intentamos reencontrarnos.
Esto, también de adultos, nos puede pasar a menudo con nuestra madre. A la suegra no seremos capaces de decirle según qué, pero a la madre, nos costará menos hacerle un comentario con un tono que probablemente no usaríamos con nadie más.
Y ¿por qué? ¿Por qué hablamos a veces de esta manera, con un tono que no corresponde, con unas palabras que seguramente podríamos cambiar por otras más amables… justamente con los de casa?
Pues precisamente porque son los que más queremos y muy probablemente los que más y mejor podrán perdonar nuestras impertinencias.
Y aquel niño…¿Por qué llora y grita sólo cuando está mamá? Porque ella es a quien más quiere y por lo tanto, con quien tiene más confianza, con quien se puede soltar, con quien puede mostrar su parte más oscura esperando que también le quiera, a pesar de todo.
Ser la persona de más confianza de alguien es precioso pero también tiene estas cosas: recibes la cara más amable, la más dulce y más preciosa, pero también conoces el otro polo; el opuesto, el más áspero.
Y es normal… porque tenemos muchas caras, muchas emociones, muchas partes que se ven y otras que quedan escondidas, que sólo somos capaces de dejar ir, de abandonarnos de verdad si el que tenemos delante es de los que sabemos que no se marchará dejándonos plantad@s.
Y las madres, en su gran mayoría, no se van. Se quedan, asumen la llorada monumental en la puerta de la escuela, acogiendo el cabreo que casi no entienden después de recogerlos en casa de los abuelos, soportando un desplante absolutamente fuera de lugar porque está cansado y enfadado de no haberla visto durante buena parte del día…
Que nos muestren su parte más oscura «sólo» a nosotras no debería sabernos mal.
Nos están diciendo muchas cosas con este acto. Quizás no nos gusta, lo entiendo… no es fácil acompañar estas caras amargas… pero es necesario.
Porque nuestros hij@s también tienen estas partes menos agradables y porque tienen que sacarlas, vomitarlas no como quieren, sino como pueden… y debemos estar allí, para explicarles cómo gestionar la tristeza, la rabia o el cansancio después de un día largo y lleno de trabas.
Sin juzgar, sin castigar, sin culpar… entendiendo que sólo si siente que estamos disponibles y que acogemos su «dark side» podrá empezar a gestionarla de otra manera.
O sea que cuando te preguntes «¿por qué sólo conmigo?», Respóndete «Porque me está diciendo que me quiere y ahora sólo falta que sepa que estoy y que aprenda a decírmelo de otra manera «.
13 respuestas
Yo también me uno al club de las madres con la pregunta «¿Por que sólo a mi?».
Cuando mi marido se queda a la niña algunas mañanas porque tengo que ir a trabajar, está más tranquila, él puede ir limpiando la casa con calma mientras ella se ve una peli o juega con el perro en la terraza. Pero conmigo… buff solo quiere bracitos, llora enseguida, se cabrea por «nada», etc, él se sorprende y me dice: «cuando está conmigo no hace esas cosas, porque lo hace contigo, que ocurre?»
Y puede que tengas razón, que sea que conmigo se «suelta» más de la cuenta por la confianza y el amor que me tiene, pero a veces me sabe tan mal… será cuestión de darle la vuelta a la tortilla y enfocarlo de la otra manera.
Que por cierto creo que yo también la empleo con mi santísimo marido, el pobre aguanta mi «dark side» como un campeón, NADIE, solo él conoce ese lado mío, justamente quién más me quiere y a quién más quiero se «come» el premio gordo de nuestro carácter… vaya tela, que compleja es la mente humana y que cosas más contradictorias hacemos 🙁
Hola, Alexia…
Claro, él también podría decir: «Por qué sólo a mi?» sobre tu «Dark side», ¿verdad? pero normalmente muchas mamás dicen aquello de «es que a mi me toma el pelo, es que sabe que soy más blanda, etc, etc…» Mi «dark side» también sólo la muestro a mi compañero del alma (bendita la paciencia que tiene), y a mi madre. ¿Por qué será? Y no, no les tomo el pelo… es que no puedo evitarlo… seguramente que nuestros hij@s tampoco…
Besos.
Pues esta pregunta yo también me la he hecho millones y millones de veces, por qué cambia su comportamiento cuando yo estoy… la verdad es que nunca lo miré de la forma que lo has planteado, pero creo que tienes muchísima razón, el ejemplo de la suegra y la madre es muy claro. Gracias por compartirlo Miriam! Un besote
Gracias, Zulema.
Sí, creo que el ejemplo de suegra-madre es muy claro, ¿verdad? Celebro haberte podido dar otro punto de vista…
Besos.
Míriam,a mi també em passa. Però penso que potser és un privilegi que els fills t’escullin com a persona de màxima confiança per fer-nos notar que alguna cosa no va bé. Ells són els primers que no saben què passa i no ens hem d’ofegar en els seus crits o en els seus plors. És aquí on hem de demostrar que els sabem acompanyar com a adults que som. I recordar què ens passa a nosaltres quan ens enfadem (a vegades amb nosaltres mateixos, que és quan som més agressius. Jo intento aguantar (a vegades no em surt però quan em surt em sento súper!!) i quan estan més receptives (tinc dues filles) els faig adonar que haurien pogut expressar-ho d’una altra manera i els dóno exemples: «m’ha passat que…», «m’he sentit…», «m’han fet…» , «m’han dit…» perquè si no no les puc ajudar. Clar, elles tenen 6 i 3 anys, quan eren més petites era més complicat…
No recordo de qui era la cita però deia, més o menys que si quan ens enfadem ho sabéssim fer en el lloc adequat i, sobretot, de la manera adequada i amb la persona adequada, tot aniria millor. Si no ho sabem fer de grans, imagina’t de petitons…!
Aprofito per agraïr-te l’ajuda també en el moment adequat i de la manera més adequada, aquella nit de febrer tan terrible, per telèfon. Vaig veure una mà que em treia del pou i això ho recordaré sempre. També li he agraït a l’Àngels que m’ha ajudat molt. Ella ja ho sap.
Mil petons.
Hola, Natàlia.
Totalmente d’acord en el que expliques d’acollir el seu plor o les seves «enfadades» com a ADULTS que som. No és fàcil, és cert, però és el que toca. I sí, que ens tinguin confiança per mostrar-nos totes les seves cares no ens ha de saber greu, al contrari. El que passa és que acollir les cares no tan «amables» dels que estimem no és gaire agradable…
Respecte la nit de febrer… Vaig sentir que havia de trucar-te i això que no sabia qui eres ni et coneixia de res. Però vaig sentir que havia de fer-ho i n’estic molt contenta. No saps com celebro haver-te pogut ajudar. Sempre hi ha d’haver mans que ens treguin del pou, oi?
Una abraçada!
Míriam, m’hi he sentit molt identificada i entesa!!
No ho porto gens be. Em costa moltíssim, però ara he fet el propòsit de donar-li la volta i de moment està funcionant.
Aniria bé que aquest post el lleguixin els avis, doncs cada dijous alucinen quan els nens tornen a casa després de passar la tarda amb ells. No enten el canvi d’estat
un petonàs guapa i gràcies per escriure!
Hola, Diana!
Gràcies a tu per llegir-me! Sí… aniria bé també que els avis ho sabessin perquè sinó n’hi ha alguns que es pensa que és o perquè no ho fem bé, o perquè ens tenen mania,… o mil altres motius que no corresponen.
Una abraçada!
Què cert, Miriam! A vegades se’ ns «oblida» que són nens i a nos altres que som adults. Volem que estiguin sempre feliços i contents, quan nosaltres també tenim dies dolents, que no ens trobem bé. En aquests moments, necessitem molt més la nostra comprensió i afecte. A mi em passa sobretot amb el meu fill gran, diem que quan entra a casa «canvia el xip». Pot ser perquè és el lloc on es sent més protegit, més segur, i pot deixar anar tot el que acumula durant el dia… Vaja, com els adults…
Jo he fet propòsit de canviar el xip, en el sentit que descrius.
Hola Miriam. A mí la mía, que cumplirá los dos años la semana que viene, me muerde. Hay dos formas, cuando está rabiosa por lo que sea o cuando estamos en un momento dulce y bonito me va a dar lo que parece un beso y… Son muy dolorosos y dejan marca; a veces hasta sangre. Y sí, solo a mí. No sé cómo gestionarlo y, reconozco, me da rabia que solo me muerda a mí. Todos me dicen «pues tienes que acostumbrarla a que no lo haga». Toma, no, como que a mí me gusta ir marcada y dolorida.
Eva, te remito al video más post «Niños que pegan o muerden». Lo encuentras aquí en «BLOG» y también en Youtube. Un abrazo.
Visto así la cosa se ve de otra manera..
Tengo gemelos y cuando no es uno es el otro, y yo que llego cansada del trabajo no tengo respiro.. Y si a todo eso le sumamos a que me tengo k oír que soy una blanda, que me toman el pelo y que los tengo consentidos, una llega un momento que piensa que algo no hace bien.
Leer tus posts me hace sentir menos «mala madre».
Gracias!!
No lo eres, seguro! Un abrazo! 😉