4.2.2014
Querida Lua,
hace muchos días que no te escribo. Seguramente es porque estás tan y tan presente, te noto tantísimo y en el fondo tú y yo charlamos tanto cada día, que ya no tengo esa necesidad imperiosa de comunicarme contigo de forma escrita como me pasaba al principio.
Sé que lo sabes pero… es tan emocionante este tiempo… Tengo la sensación de que tú también notas que ya casi estás con nosotros. Eres grande y yo, tu hermana y tu padre notamos cada parte de tu cuerpo, como te mueves, qué haces… y vamos interactuando. Es increíble la relación que se puede llegar a establecer con un bebé intrauterino a pesar de no haber nacido todavía. El otro día con Laia hacíamos un juego las tres, ¿te acuerdas? O ella o yo cantábamos una canción y te pedíamos que dieras una patada si te gustaba. ¡Y lo hacías! Y nosotras nos reíamos y volvíamos a cantar, y tú esperabas un momento y al cabo de nada volvías a dar una patada… cantamos una horrible a propósito y ni te moviste! Laia era feliz de poder empezar a jugar contigo… Y yo también. Mucho. Ese día lo recordaré toda la vida. Seguro.
En este inicio de febrero me he dado cuenta de que el día se va alargando y eso quiere decir que se acerca la primavera y con ella, llegarás tú. Hay días que tengo miedo y otras que me siento fuerte y empoderada y que no temo absolutamente nada.
Pero la verdad es que así, en general, pienso poco en el parto. Sé que pasará lo que tenga que pasar y que no está en mis manos decidir cómo será ni como nacerás, por tanto… me relajo y disfruto del ahora y el aquí que es lo único que puedo hacer. Si algo aprendí con el parto por cesárea de tu hermana Laia es que yo no controlo y por tanto, me abandono a lo que es.
No siempre estoy así de centrada y tengo esta visión tan zen del momento de tu nacimiento. Hay días que tengo miedo del parto, que me da miedo el dolor, que me da miedo volver a pasar por una experiencia dolorosa física y emocionalmente y a ratos me entra, literalmente, el canguelo. Supongo que en el fondo, es inevitable tener días así. En que no te sientes ni lo suficientemente fuerte, ni capaz, ni suficientemente nada para traer una hija al mundo. Por suerte, hay más días que longanizas y hay otros en que no me preocupa nada, en que simplemente me dedico a ser feliz y a confiar. En la vida, en ti, en mí, en las personas con las que nos apoyamos… ¡y respiro!
Tengo ganas de hablarte de tu padre. Quiero que sepas, Lua, que tienes un padre fantástico. Es, sin duda, el hombre de mi vida y sé que te gustará, que verás que es, como te digo, un padre excelente. Soy feliz de esta familia que él y yo hemos creado, de teneros, de ser cuatro… creo que somos un muy buen equipo todos juntos. Y Laia… creo que no te puedo decir nada porque ya lo sabes todo: la oyes en todo momento porque si algo no hace Laia es callar, ¿verdad ? 😉 Te canta, te besa, te imagina, simula que está embarazada, te pare y un montón de cosas más… Por la mañana, cuando nos despertamos y escuchas su voz, tú ya te mueves. Y eso, a mí, me hace muy buena espina! Os imagino y me gusta veros juntas.
Lua, todavía nos queda un tiempo valuosísimo de gestación. Quiero que sepas que puedes disfrutar tanto como quieras, no tengas prisa, habrá tiempo de vernos, conocernos, jugar, abrazarnos, tocarnos… Ahora nada dentro de mí, llénate de todo lo que te puedo dar en este estado, capta toda la energía que te envío, disfruta de cada inspiración cuando pienso «qué feliz que soy»… y ve creciendo. Cuando sea la hora, estaré también aquí, para ti, disponible y entregada, preparada para hacerte de madre también cuando estés fuera de mi útero. Laia ya te ha preparado no se cuantos regalos para el día que nazcas. Los tiene guardaditos para enseñártelos! 😉
Me pregunto cómo serás; la nariz, la cara, las manos, el pelo… Me pregunto si te parecerás a Laia cuando era un bebé… Pero no tengo prisa , puedo esperar para saber todos tus detalles, para saber cómo eres, princesa mía… De lo que sí no puedo reprimirme es de amarte y sabes que esto lo hago desde mucho antes de concebirte.
Te quiero, mi pequeña.
Tu madre.
3 respuestas
Hola Miriam!
Ens vam conèixer just fa un any quan vas venir a fer la xerrada pel dia de la Dona. Aquest post m’ha fet recordar com em sentia durant el meu segon embaràs. I totes les reflexions que fas al voltant del proper part,…bufff…. El meu primer també va ser cesària, les altres dues les he parit «de debò». Molts ànims!
Ai, Míriam, ja s’acosta. Una de les coses més fantàstiques de tenir un segon fill és precisament la relació entre els germans. És brutal! Jo m’emociono quan els veig que s’abracen, quan es fan petons i s’estimen… Ahir el Pere plorava desconsoladament perquè l’Adrià no volia jugar amb ell a una cosa i ell sempre vol jugar amb el seu germà gran i li dol tant. I deia, ‘això és que no m’estima’, però s’estimen tant. Gaudiu-ho tot, cada minut, que val la pena. Un petó!
Quin post mes maco!! 🙂