El otro día estábamos en el parque y vi, de repente, una madre escondida detrás de una papelera. Su hija, de unos dos años, se había hecho pipí encima y ella intentaba cambiarla a duras penas porque la niña no paraba de moverse.
De moverse y de llorar. Estaba triste y su madre oía que le decía «tranquila, no pasa nada. Ahora te cambio y ya estarás seca de nuevo. No sufras». Pero mientras decía estas palabras se la veía agobiada, mirando a derecha e izquierda, intentando terminar rápido y olvidar ese preciso momento en que su hija se había quedado empapada de pis.
Sentí ternura. Ternura por aquella niña que aún no controlaba esfínteres y había visto cómo el pipí bajaba por las piernas, dejándolo todo mojado, y ternura por aquella madre agobiada que no sabía muy bien qué hacer ni qué decir para calmar el llanto desconsolado de su hija.
Una madre con cara de preocupación, absolutamente inmersa en la etapa de decir adiós al pañal. Es verano y la niña tenía dos años, “parece que ha llegado la hora”, me imaginé que le debían haber dicho más de una vez… Como tantas otras, que llegado el calor y los 24 meses, entran de lleno en la llamada «operación pañal» y más de una y de dos veces tienen que ver cómo su hij@ se hace pipí encima en los lugares más inoportunos.
Yo también he vivido alguna escena de éstas. Quizá por eso entendí tan bien esa mirada de la madre, aquel agobio, aquellas ganas de consolar a su hija y decirle «no pasa nada, ya aprenderás”… pensando a la vez «pero que aprenda rápido, por favor».
Nuestra hija decidió un buen día que no quería ir más con pañal, ni de día ni de noche. Pero a pesar de que la decisión fue suya, y pese llevarlo bastante bien, es inevitable que se escapara algún pipí. Y de todos… recuerdo uno.
Uno de los inoportunos, de los que te hacen mirar a derecha e izquierda y te hacen pensar bien adentro: «Mierda, ¿y ahora qué?». Estábamos en una tienda, comprando rotuladores, en uno de los pasillos eligiendo todo lo que queríamos para hacer trabajos manuales en casa cuando de repente «mama, pipí». Me anunciaba que se lo estaba haciendo encima. Y no era de los pequeños.
Ella tenía cara de «yo no quería» y recuerdo que le dije: «tranquila, no lo cortes, se ha escapado, tranquila». Quedó un enorme charco en medio del pasillo. Avisé una chica y me dijo «no pasa nada, ahora lo limpio». Yo tenía Laia empapada de pis y ningún recambio encima. Estaba todo dentro del coche y el coche en el parking cerca de la tienda. Tenía que ser un momento, no tenía que pasar nada de esto y teníamos que llegar de inmediato a casa otra vez. Pero mis planes y la realidad, ¡no eran lo mismo!
La cogí en brazos, notando cómo me mojaba también a mí y vi una cola larga para pagar. Aguanté estoicamente la cola, con ella en brazos, ya más calmada. Pagué y fuimos al coche. En el fondo, no había pasado nada tan grave, pero no había sido nada agradable: ni para ella, ni para mí. Me había sentido, supongo, también observada por toda aquella larga cola que lo había captado todo.
Pero una vez en el coche decidí que no dejaría que me volviera a pasar. Por un lado llevaría siempre recambios encima, y por otro, no permitiría que me importara más las miradas de los demás que por otro lado, quién sabe si también me miraban con ternura, igual que yo miraba a la mujer del parque el otro día. Decidí dejarme de sentir juzgada por gente que quizás ni siquiera lo hacía.
Quizás por eso, por haberlo vivido, por saber que esta etapa se acaba, por saber que un buen día dejan de hacerse pis encima, por saber que no hay que preocuparse… me hubiera acercado a la mujer de detrás de la papelera y le hubiera dicho lo mismo que ella decía a su hija: «no pasa nada, tranquila. No sufras». Y quién sabe si, quizás, sólo quizás, se hubiera sentido algo más acompañada.
Y tú… ¿has vivido algún pipí o caca «inoportunos»?
6 respuestas
Mi pequeña tiene ya los 2 años y medio cumplidos y durante todo el verano hemos «jugado» a estar a ratos y a veces casi todo el día sin pañal, he intentando que haga pipí y caca en el orinal o el wc, pero sin mucho éxito… ya que hoy hacía pipí varias veces en el wc y al día siguiente ni de broma. Del orinal ni hablemos, al principio le hacía gracia, pero después le tenía manía y nada. La caca solo la quiere hacer en el pañal, ni de broma en otro sitio.
Creo que si ella quisiera podría dejarlo, porque sabe la gran mayoría de las veces cuando tiene pipí o caca, lo último solo lo hace cuando lo lleva puesto, no deja de pedírmelo hasta que se lo pongo y en nada me dice: «Ya he hecho caca!» y quiere que la limpie, incluso me trae el pañal limpio, las toallitas y se tumba en el sofá xD
Eso sí, tampoco la agobio, cuando está sin pañal le voy preguntando si quiere hacer pipí en el wc y a veces me dice sí y otras pues no. Y otras muchas simplemente le dejo el pañal puesto… no sé si hubiera tenido que dejarla siempre sin pañal por casa, pero es que la casa era una locura con los pipís, haya donde le apetecía pipí que te soltaba y no sé si era que se le escapaba o por que simplemente no le apetecía ir al wc y era más cómodo…
En invierno como se continua la «operación pañal»? Se deja hasta el próximo verano o simplemente les vamos preguntando? Creo que es esto último, verdad?
En fin, de todas formas no es un tema que me preocupe mucho, ya lo dejará cuando quiera, es más por el gasto de pañales que otra cosa, tampoco hay prisa.
En fin, cada vez que escribo en tus entradas me vacío, menudas parrafadas, como se nota que eres la única con la que hablo de estos temas xDD
Hola, guapa!
Te he echado de menos! 😉 Qué tal el verano?
El proceso de control de esfínteres es largo y muchas veces dura más de 6 meses. Veo que ella ya reconoce exactamente cuando tiene ganas de hacer pipí o caca y muchas veces ya mea en el WC… Poco a poco verás que lo usa más a menudo y por el tema de la caca, es normal que les cueste más. Sobretodo porque la caca es algo como «suyo» y eso de que caiga y se vaya por el inodoro no lo llevan muy bien algunos. Se sienten más seguros con el pañal… Pero también irás viendo como al final ya no lo quiere. En invierno? Pues igual, a su ritmo, como tu decías… Respetarle su ritmo creo que es lo más acertado y seguro que lo que hará que vaya adquiriendo el control de esfínteres de la mejor manera. Sin agobios, sin culpas, sin sufrimiento. Paciencia y confianza. Besos!!!
Pues yo he vivido de todo. Con mi hija mayor todo fue super rápido. Solo una vez se hizo pipi también en pleno Carrefour aunque yo encontré tambien a alguien muy amable que me tranquilizó. El resto rápido.
Con el peque, tiene 4 años, en noviembre 5 y aun no controla los pipis nocturnos. Pero no me preocupa. Es una cuestión de madurez. Nada se puede hacer. Sólo fue un problema cuando no quiso ir de colonies este pasado mes de junio porque el resto no llevaba «bolquers». pero lo tranquilicé tanto que su profesora me dijo que todo fue super bien… No se puede forzar en este tema.Cada niño o niña tiene su ritmo. Se respeta y punto. Todo llega. Un abrazo!
Hola, Kira!
Qué bien que lo veas así… A veces, cuando el niño no cumple las «expectativas» de los padres (en este caso con el tema pañal) se empieza a decirle que ya «debería» controlarlo, que ya «es mayor», etc… y todo esto no ayuda, al contrario. Tu modo de verlo y seguro que también de acompañarle, hace que lo viva de la mejor manera posible, sabiendo que es eso, un proceso. Y tu experiencia demuestra, también, que cada niñ@ es un mundo. Gracias por contarlo. Besos.
Hola Miriam! tengo dos hijos, de 9 y 6 años. Además son de final de año los dos, de manera que o se lo retiraba antes de cumplir 2 años o me esperaba al verano siguiente con casi tres años, para aprovechar el verano…
Finalmente decidí esperar al verano en le que casi tenían 3 años, ellos estaban preparados, y fue muy fácil… En 1 semana ya no llevaban pañal ni para dormir y hasta hoy!!
Creo que es importante respetar el ritmo de cada niño, cuando ellos están preparados te lo hacen saber. Y todo es más fácil. A veces los adultos nos complicamos la vida intentado hacer algo que todavía no toca. Un abrazo.
Hola, Silvia!
Exacto. Se nos ha metido en la cabeza, o nos «han» metido… que el pañal tiene que desaparecer a los 2 años, ni antes ni después. Y esto ¿Quién demonios lo ha decidido? Cada niñ@ es un mundo y hay muchísimos que no están preparados todavía… Y entonces empieza una tortura para niños y para padres para intentar que en dos días se asimile un proceso que dura meses en la gran mayoría de los casos… Sí, somos nosotros quienes nos complicamos la vida y se la complicamos a ellos demasiado a menudo! 😉
Gracias por comentar! Besos.