30.8.2011
Lo mejor de hacerse mayor, sin duda, es todo lo que vas aprendiendo por el camino. Si me preguntaran si querría volver atrás a los 15, 25 o 30 años, diría que NO sin pensarlo y gritando, por si acaso, alguien no me oiera y me volvieran a poner de patitas en el instituto. Y no querría volver atrás porque me daría una pereza enorme haber olvidado lo poco que sé en estos momentos. No estoy hablando de conocimientos de esos que lees en libros, o viendo documentales de La 2, no. Hablo de otro tipo de conocimiento… de aquel que se logra a través de la experiencia y de las emociones y sensaciones vividas. A veces, de las lágrimas derramadas. No, no querría volver atrás por nada del mundo.
Por eso cuando alguien se queja de que se está haciendo mayor, o que tal día es su cumpleaños y cumplirá 40 o 50 tacos o los que sean, les digo que a mí me gusta hacerme mayor. No de arrugarme y de que me salgan canas (eso digamos que son los «daños colaterales»), sino de saber más cosas, integrarlas y estar mucho más tranquila y en paz que cuando tenía 17.
Pero, ¿todo esto a qué viene? Últimamente tengo un montón de madres amigas que están pariendo los segundos hijos y sé que yo también podría ser una de ellas. Entonces pienso en que habrá cambiado del primer al segundo parto… y voy descubriendo cosas nuevas. El otro día me di cuenta de que ya no me importa tanto el qué dirán, la opinión de la gente, y eso, aunque parezca mentira, tiene relación con mi primer parto. Mucho antes de embarazarme ya me interesaban los temas de maternidad y crianza. Mi madre hacía años que trabajaba en el ramo, acompañando a parejas en todo este proceso y digamos que en casa lo hemos mamado. Pues bien, desde el día 1 que me quedé preñada, una de las frases recurrentes que me decía la gente era esta: «¡Tú sí que sabrás parir! ¡Si ya te lo debes saber todo! Y además, con la madre que tienes, parirás en un plis plas». Como si esto de parir fuera cómo hacer el examen de teórica del carné de conducir, que te lo sacas a base de saberte el dichoso libro y de haber hecho unos cuantos tests.
Lo de parir no funciona de la misma manera. Hay un montón de factores que entran en juego, un montón de sensaciones, de variables,… que hacen que casi nunca se pueda prever cómo será un parto hasta que éste no ocurre. Recuerdo estar con contracciones y pensar: «tengo que hacerlo bien», y poner esta palabra «BIEN«, como si parir fuera como quien está pintando un dibujo e intenta no salirse de la raya. Visto ahora con perspectiva pienso: «madre mía, qué tonterías, ¡no tenía ni idea!». Y si me preguntáis cuál fue una de las sensaciones más desagradables después de haber vivido una cesárea, os diré la de haber «fallado» a los que amaba. Sentía que no lo había hecho bien y que por «culpa» mía, Laia no había tenido el nacimiento que se merecía, mi compañero no había tenido la experiencia que yo creía que debía vivir, mi madre no había tenido una hija capaz de parir vaginalmente… Tenía tal cacao mental durante los primeros días, una sensación tan profunda de haber fallado a todos, que recuerdo haber pedido incluso perdón.
Recuerdo la cara de sorpresa con que me miraban después de haberme oído pronunciar la frase: «¿me perdonas ?»… y recuerdo aún mejor lo que me contestó mi compañero, y que me ayudó a empezar a dar la vuelta a la tortilla: «yo no te tengo que perdonar de nada. Aquí la única que se tiene que perdonar eres tú misma, y hasta que no lo hagas, no podrás estar en paz con todo lo que ha sucedido.»
Pero perdonarnos requiere su tiempo y es algo que fui haciendo poco a poco. Ahora, cuando veo mis amigas que van teniendo sus segundos hijos creo que estoy en paz y que si nunca tengo que pasar por otro parto, ya no iré con esta carga mental tan fuerte, que me ponía muy difícil abandonarme. Quizá las cuestiones físicas o lo que sea volverán a impedir un parto vaginal, no lo sé. Pero estoy convencida de que ya no lo viviré de la misma manera, porque he crecido, porque he aprendido, porque de alguna manera, la Míriam de hoy ya no es la de hace dos años. Por eso no quiero volver atrás, porque me apasiona avanzar adelante aprendiendo del pasado, un aprendizaje
8 respuestas
Yo sé y espero que mi próximo parto, si hay, no será igual, más duro o quizás no, más lento o no, pero será como yo quiera a mi ritmo con sensación de control y sobre todo con dolor y sentimiento que ya ahora, después de lo aprendido, comprendo que no es malo, sino natural. Hay que perdonarse sino no podriamos vivir con la culpa.
Totalmente de acuerdo. Ojalá, si vuelves a quedarte embarazada, tengas el parto que desees. Un beso!
Míriam, t’entenc perfectamente perquè jo també vaig passar per una cesària i tenia una sensació de fracàs tan gran que no em va permetre gaudir totalment dels primers dies de vida del meu nen. Crec que el tema «part» està massa idealitzat i que, fins i tot, a les classes de preparació no s’explica que hi ha moltes probabilitats de què un part no siga tan perfecte com tothom pensa que serà. També ajuda molt que, després de la cesària, t’hi expliquin clarament quins van ser els motius. I, com tu dius, l’experiència fa que ens mirem les coses des d’una altra perspectiva. Per supost, si tornés a parir i fos cesària, no dic que estaria encantada de la vida pero sabria traure-li molt de ferro a l’assumpte.
A mi em passa igual Míriam, no tornaria ni boja als 18!!! Llavors estava plena de dubtes i inseguretats, ara de vegades també, però sé com gestionar-les, ja no son aquelles muntanyes russes cada vegada!!
I ara, de cara al segon part també em passa pel cap el mateix: serà el que hagi de ser, millor no crear-se massa espectatives, procurar viure’l amb serenitat i intensitat…sigui com sigui, procurar no culpabilitzar-me després…que a mi treure’m aquesta culpa m’ha costat molt, moltíssim…de fet, de tant en tant torna a treure el cap, tot i que cada cop la tinc més dominada…
😉
Jo he passat per les dues coses, cesària primer i després un part natural. Vist amb el temps, realment m’adono que hi ha coses que no depenen d’un mateix però reconec que no em vaig poder treure del tot el sentiment de culpa fins després del segon part. Com que ja havia passat per una cesària, anava mentalitzada que tenia moltes probabilitats de repetir-se i potser això és el que em va fer estar relaxada i que tot anés rodat.
Quina sort! Tan de bo, si mai tenim un altre fill, pugui seguir els teus passos… En tot cas, sigui com sigui, segur que ho viuré millor que la primera vegada. Com a mínim, ja no serà tot tan desconegut!
Una abraçada!
Hola Miriam guapa,
ja saps que jo no he passat per cap cesàrea, més aviat al contrari, vaig còrrer a l’hospital pel Martí i l’Arlet ha estat part natural de tant just que vaig arribar, per tant, jo no sóc la persona més adient per parlar de cesàrea, però em sap greu que les que l’heu patit «us culpabilitzeu». Culpa de què? NO TENIU CULPA DE RES. Pel que sigui el bebè, el cordo umbilical,… van fer que el part es convertis en cesàrea. És una altra manera de parir, no és millor ni pitjor, és diferent. Miriam, millor això que haguessiu patit tu o la Laia. Recorda que fa 32 anys quan vaig nèixer, el ginecòleg no va voler practicar la cesàrea a la meva mare (i jo venia de cul) i em va provocar paràlisis als 2 braços (ara estic bé, però els meus pares i familia van PLORAR MOLT !!!!!), i la cesàrea hagués fet que sortis sense cap problema, per tant, si és justificada no us emprenyeu amb vosaltres mateixes, siusplau !!!!!
Noies, una cosa que he après de l’Àngels és que de cara al part has d’anar preparada per qualsevol cosa. Jo no em veia capaç de fer part natural pq tenia por del dolor, i en el moment que em van dir: NO ET PODEM FICAR ANESTÈSIA … ufffff, va ser un gerro d’aigua freda pq pensava en el dolor que passaria, però vaig canviar el xip a l’instant i ha empenyer. «Crec» que si m’haguessin tingut de fer cesària hagués fet el mateix, canviar ràpid el xip.
Petons.
Ai… Macarena! Els teus parts són la bomba! En l’últim et va anar d’un pèl que pareixes al cotxe… I pensar que jo vaig trigar 4 dies! 😉 Sí, tens raó; quan la cesària és necessària, no hi ha res a retreure’ns ni a nosaltres mateixes ni a l’equip mèdic. Però sempre queda una espineta, un dubte de… «ho hagués pogut fer millor?» un dubte que no tindrà mai resposta, ni falta que fa. En fi, a poc a poc, anar digerint i païnt, per gaudir-ho molt més la propera vegada, si és que n’hi ha. Gràcies pel comentari. Una abraçada.