19.12.2011
Ayer domingo fue un día difícil. ¿Sabéis de aquellos en los que desde que te levantas, y por más buena voluntad que pongas, no hay manera, todo va al revés? Pues eso… de aquéllos. Ayer fue difícil criar, cuidar, dialogar, llegar a acuerdos. Fue difícil pasar el día juntas mi hija y yo. Y en un ataque de perspectiva pensé en la Navidad del año pasado y me di cuenta de que sí, que tampoco fue fácil.
Porque la Navidad, cuando algún miembro de la familia se dedica al comercio, la fiesta bucólica se convierte en una carrera. Una carrera interminable en la que todo el mundo acaba agotado (tanto el que está en la tienda como el que no) y que parece que no se llegue nunca a la meta. El maratón en cuestión empieza por el Puente de la Constitución. El lunes de esa semana, da igual la forma en que caigan los días festivos, los comerciantes saben que es el primer día de una larga lista de días que trabajarán seguido y que ya no se detendrán hasta el día de Navidad, 25 de diciembre, en que estarán tan terriblemente agotados que casi ni siquiera tendrán ánimo de disfrutar de los turrones.
El padre de la criatura ya ni recuerdo cuántos días hace que no tiene fiesta y por lo tanto, ella le echa de menos. Ve que algo pasa y a juzgar por cómo están yendo estos días, no le gusta. Uno no está (él) y la otra (yo) está demasiado. Y nos acabamos cansando, ella de mí y yo de ella. Sí, así, como suena. Y necesito grandes bocanadas de aire, grandes respiraciones profundas de aquellas de «o medito o me corto las venas» para poder terminar el día con un poco de paz.
Y me pregunto ¿cómo demonios lo hacen las familias en que ambos padres trabajan en el comercio? ¿Cómo demonios lo hacen para ver a sus hijos que resulta que tienen quince días de vacaciones? ¿Cómo lo hacen para disfrutar de eso que llaman NAVIDAD?! Porque la pura realidad es que cuando los comerciantes, dependientes, etc, terminan la media maratón que los lleva hasta el día de Navidad saben que aún les queda la otra media, la que les llevará hasta el día de Reyes…. Y ese día ¿podrán descansar? ¡NO! Porque ese día, tienen dos opciones: o el día 5 (noche de Reyes importantísima para los niños) se han quedado etiquetando todo lo que ponen de rebajas y por lo tanto, han hecho aún más horas que un reloj, o sino, al día siguiente, 6 de enero y Día de Reyes, si el negocio es suyo, terminan yendo igualmente para hacer lo que no se quedaron a hacer la noche antes. Porque, señores, debemos recordar que al día siguiente, 7 de enero, empiezan las rebajas de invierno, las más importantes del año… Y por si fuera poco… atención, el domingo siguiente TAMBIÉN se abre, por si acaso alguien necesita comprar otra vez en domingo.
Acabo de leer el párrafo de arriba y me he estresado y agotado, a la vez… me he asustado… Madre mía, ¡lo que me queda…! Y en medio de todo, las comidas de familia, arriba y abajo, hoy toca aquí, mañana allí, pero pasando por la otra casa a recoger regalos, y después a ver a tal y cuál, que sino, no los vemos… Y en medio de esto los: «mierda, ¿qué regalamos? ¿Cuando lo compramos?» Y en medio de todo esto nosotros tres, que añoramos estar juntos un día entero…. y es entonces cuando admiro las familias en que ambos trabajan en una tienda, porque no sé cómo lo hacen, no sé cómo se las apañan en estas fechas.
Por eso, cuando me dicen si me gusta la Navidad me cuesta contestar. Porque sí, son unas fiestas bonitas pero ahora mismo, después de un domingo difícil entre nosotras dos, sólo pienso una cosa: «que pasen rápido, que yo esto no lo aguanto». Por favor, si algún cinturón negro en meditación me quiere dar cuatro instrucciones para no acabar cortándome las venas antes de rebajas, le estaré eternamente agradecida.
8 respuestas
Primer de tot felicitar-te per ser tan sincera i expressar que hi ha moment que estàs cansada de la teva filla. Això crec jo ens passa a totes/tots. Segur. Si hi ha moments que no ens aguantem a nosaltres mateixos, com no ha d’haver moments que no aguantem a una criatura que ara xinxa, ara gemega sense raó, ara….
Després dir-te que crec que tens tota la raó. Jo no he entes mai perquè els diumenges s’ha d’obrir. Si està obert anem, tots ho fem, però si no no passa res. Amb els horaris que tenim a Catalunya (jo vaig quedar al·lucinada quan vaig estar una temporada a Hamburg i les botigues un dissabte tancaven a les 15h! massa potser.)tothom pot comprar. T’entenc perfectament. Diria fins i tot que es pitjor per el que es queda a casa que per el que marxa. El meu home viatge molt i te uns horaris incompatibles amb els nens. Jo l’anyoro, els nens també i el dia quan ell no hi es (molts caps de setmana) se’m fa llarg…. no hi ha remei. Anims, paciència i plans amb amics o familia. Millor no estar sola amb la nena.
Sí, no sóc perfecte 😉 i hi ha dies que m’agobio, que em canso de mi, d’ella, del desordre, del caos, de la casa, del país, del món, vaja!!! Però per sort, són pocs dies! És un pal quan són tant fora; ell s’enyora, nosaltres ens enyorem… i tot s’acusa. Però en fi, em caldrà molta paciència perquè ens queda gairebé un mes! I sobre això d’obrir… suposo que és molt còmode anar a comprar a tothora però a nivell familiar de la gent que s’hi dedica és una mala passada. Què hi farem. Cada feina té els seus inconvenients, no? Una abraçada!
Sí que és dur, treballar en comerç, tan per uns com pels altres. Molts ànims i paciència.
I respecte al mal dia, el Martí i jo també en vam tenir un ahir, ja que estrenem els «terribles dos»… i reconec que sóc de les mares que haurà d’aprendre ioga-respiració-tècniques de relaxació instantània per superar els dies com ahir 🙂 Ànims també en això
Tranquil.la, ja veuràs com els «terribles dos» no ho són tant. Però sí, hi ha alguns dies difícils. En el meu cas sempre són dies en què jo tampoc estic del tot fina i aleshores… hi ha menys paciència i clar, més lluita. És un aprenentatge diari, això de tenir fills, oi? Que no s’acabi! Una abraçada.
Pobrecita Miriam!!!! Te comprendo tanto!! Por fortuna mi esposo no trabaja en el comercio ni nada por el estilo. Y coincido contigo: como hacen cuando los dos tienen que vivir esta época a ese ritmo. En esas circunstancia no existe conciliación posible, ni navidad feliz, tranquila ni mucho menos añorada. Ojalá puedas encontrar la formula de apañártelas con tu beba sin tu marido… entiendo también eso de que terminan cansadas la una de la otra… creo que así termino yo algunos fines de semana.. mucho tiempo encima la una de a otra es difícil de levar… besos y ánimos desde el otro lado del planeta.
Zary, eres un encanto! Gracias por los ánimos… Intentaré llevarlo bien, con alegría, paciencia y aceptación del momento. No es fácil pero de todo se aprende, también de estos momentos de agobio y soledad. Un beso virtual volando hacia ti!
Ostres Miriam. Quina situació més estressant. Si les feines d’oficina no ajuden a la conciliación, les de comerç molt menys. Jo no soc molt bona donant consells pero intenta pensr en els moments que estareu junts, encara que siguin poquets i mirar d’exprimir-los al màxim. Molts anims
Gràcies guapa! Sí, faré això que dius… Pensar en els pocs dies que podrem estar tots tres junts aquest Nadal i envoltar-me d’amics i família perquè ni la Laia ni jo ens acabem agobiant. Per sort, tot passa! Una abraçada!