(Antes que nada, tenéis que saber que mi parto fue largo, muy largo. Y por lo tanto, el texto que sigue, también lo es. Lo hubiera podido resumir, pero entonces no sería … «mi parto») .
Enero 2011
Lo digo de entrada, rompiendo quizás toda intriga; mi parto no fue como me había imaginado. Y esta fue mi primera lección, en el parto, como en tantas otras cosas, tienes que entregarte a lo que ES, sin esperar nada. Porque de nada sirvió haber hecho millones de visualizaciones del nacimiento de mi hija. Dentro de mí, me aseguraba que yo estaba preparada para todo lo que pudiera pasar ese día, pero en el fondo, yo sólo me había preparado para un parto más bien corto, vaginal y natural. Y francamente, no fue ninguna de las tres cosas. No me malinterpretéis, no estoy diciendo que fuera un «mal» parto o que no me haya quedado un buen recuerdo. Simplemente digo que lo que fue y lo que yo esperaba, no tuvo nada que ver. Bueno, quizás hubo puntos de coincidencia; la conexión entre los tres, y que experimenté en mí una fuerza física y psíquica que era justamente lo que había leído en muchos libros; vaya, que las mujeres estamos preparadas para parir.
Pero en fin, vamos al grano. Yo salía de cuentas el 15 de agosto, y mi hija, puntual como un clavo, ese día a las siete de la mañana, decidió que había llegado la hora de salir. Empecé con contracciones, aunque flojas y más que soportables. A las nueve de la mañana avisé a mi compañero y llamamos a una buena amiga comadrona. Nos dijo que vendría en seguida. «Todavía no has borrado el cuello de útero«, me explicó, después de hacerme un tacto, «O sea que todavía falta pero vamos, yo de ti-refiriéndose a mi compañero-ya no iría muy lejos porque puede que sea largo o que arranque enseguida, eso no lo sabemos «. O sea que, ilusionados, fuimos experimentando eso de las contracciones. Sentía que pronto veríamos a Laia, que pronto la abrazaríamos y sabríamos la cara que tenía … ya no podía esperar más. Tenía unas ganas inmensas que se traducían, lo debo admitir, en cierta impaciencia. Las contracciones venían todavía bastante separadas y, para mi sorpresa, a las cinco de la tarde se detuvieron en seco para volver más o menos iguales a las nueve de la noche. De esta manera, me disponía a pasar la primera noche de contracciones en casa, un poco desconcertada porque no me esperaba que esto de ponerme de parto fuera tan lento … Y tan lento que fue!
El domingo comenzó más o menos igual. El cuello de útero estaba un poco inflamado y por eso empecé a tomar homeopatía, concretamente árnica. Pensé si había algo que pudiera estar bloqueando el nacimiento de Laia … algo emocional … algún miedo … y francamente, no encontraba nada que pudiera estar impidiendo que Laia naciera. Es más, me sentía profundamente preparada, con muchas ganas y realmente experimentaba que me abandonaba con cada contracción. El domingo al mediodía empezaron a ser más fuertes y yo me sentía un poco cansada de toda la noche de contracciones y sobre todo, de pensar que el parto todavía no arrancaba. Estaba sorprendida. Estábamos sorprendidos. Los dos. Quién sabe si Laia también. No era así como nos lo habíamos imaginado … Por la tarde, otra vez (oh, sorpresa), las contracciones pararon otra vez y entonces dijimos: «Basta. Nos vamos a pasear. Desconectemos, salgamos de casa «. Y así pasamos una tarde agradable paseando tranquilamente. Decidí que iría a dormir temprano si las contracciones me daban tregua pero la ley de Murphy es muuuuy poderosa y cuando me estaba lavando los dientes a las diez de la noche para meterme en la cama, sentí una contracción y otra vez, volvía a ser fuerte.
No he dicho aún que en cada tacto, justo después de ver la cara que ponía mi comadrona mientras buscaba las palabras para decirme que no había dilatado nada, me ponía a llorar. No lo podía entender, no sabía qué era lo que no funcionaba. Y me sentía culpable … era algo que yo no hacía bien? Era alguna emoción no revelada, algún miedo, lo que no dejaba nacer a mi hija?
La noche del domingo resultó ser igual que la del sábado. Bueno, igual no porque yo estaba más cansada y más dolorida. El lunes también empezaba igual que los días antes y yo ya no entendía nada de nada. Estaba desanimada y realmente pensaba que Laia no nacería nunca. Tenía la impresión de que se quedaría en la barriga para siempre! Entre decepciones y alguna lágrima, también hubo tiempo para momentos de máxima alegría e ilusión, a pesar de todo. En casa, acompañada por mi compañero, mi comadrona, mi madre … Sólo a ratos, porque de repente tenía necesidad de estar absolutamente sola. Pedí a todos que desconectara el móvil porque me ponía terriblemente nerviosa oir que todo el mundo llamaba para saber «ya ha nacido? Todavía no? «.
La noche del lunes fue la más dura. Con contracciones ya muy fuertes, cada cinco minutos, no encontraba la manera de descansar, ni de dormir, ni de concentrarme, ni de respirar como había aprendido a hacerlo. Recuerdo perfectamente que no podía pasar las noches en la cama porque las contracciones me dolían horrores si no estaba de pie. Por eso me trasladé al sofá, donde me era mucho más fácil ponerme de pie en seguida. Mi compañero no quería que estuviera sola y esa noche me acompañó todo lo que pudo, a pesar de que en aquellos momentos, poco le dejaba hacer, yo!
El martes por la mañana vimos la luz. Las contracciones ya eran seguidas, fuertes … y fuimos al hospital. «Estás dilatada de 3 cm», me dijeron «y por lo tanto, ya estás de parto. Te puedes quedar, si quieres». Pero volví a casa … Quería dilatar en mi entorno. Lección número 2: Los partos no los controlamos. No controlamos nada.
Llegué a casa y fue una mañana larga y con muchas contracciones que auque ya no se detuvieron y a pesar de que yo ponía toda la intención en abandonarme y abrir camino a Laia, no hicieron mucho trabajo. A las 17h de la tarde ingresaba en el hospital con la esperanza de que quizás rompiendo la bolsa de las aguas todo iría más rápido. Nos trataron muy bien. Me instalé en la bañera y me sentía feliz «ahora sí que falta poco», me decía por dentro. Pero aún faltaron 13 horas más hasta poder ver a mi hija Laia. 13 horas de ilusiones, decepciones, risas y llantos al ver que nada iba como habíamos previsto, que lo que habíamos soñado, se desmenuzaba en trocitos y nos teníamos que abandonar ya no al instinto y la naturaleza sino a las manos de los médicos. Laia nació a las 6:29 h de la mañana, por cesárea.
Era preciosa. Fue lo primero que oí que decía el ginecólogo «Oh, qué niña más grande y más bonita, mirad qué cara !»… y yo lloraba y lloraba… Temblaba sin parar dando saltos sobre la camilla del quirófano (efectos de la anestesia) y me sentía tan sola y desamparada … «La quiero ver, la quiero ver», gritaba entre sollozos … Me hicieron esperar unos minutos y finalmente me la acercaron a la cara. Le di mil besos y le dije «Te quiero, Laia, te quiero, te quiero» … Recuerdo todavía como me miraba; tranquila, serena. La llevaron con su padre. Al cabo de unos minutos nos dejaron estar juntos un momento de nada, ni a 15 segundos llegó … «Tenemos una hija preciosa», me dijo Marc con cara de orgullo y de felicidad, con su hija en brazos. Y yo lloraba, y lloraba …
En la sala de reanimación, sola, lloré tanto, que en algún momento pensé que me habría quedado sin lágrimas. «No llores», me decían las comadronas e incluso el ginecólogo, asustado por tanta lágrima. En nuestra sociedad no nos gusta ver llorar a la gente. Incomoda. Y remueve, evidentemente … pero en ese momento les era más fácil decirme que no llorara que intentar entenderme y acompañarme en mi dolor.
Sentirme juzgada en ese momento me indignó de tal manera que solté algo así como: «Tengo todo el derecho a llorar. El parto que quería no ha sido posible. Estoy sola aquí, temblando mientras mi compañero intenta, en la habitación, que Laia no se duerma para que cuando llegue yo le pueda dar el pecho. Acabo de ser madre y no recuerdo ni la cara de mi hija porque me la habéis enseñado 2 segundos! Dejadme llorar porque cuando suba a la habitación pueda reencontrarme con ella en paz y tranquila «. Pero no había manera… los comentarios de «con la niña guapa que tienes … ya está, todo ha ido bien» no se detenían … Era más duro sentirme sola estando acompañada con estos comentarios, que haber estado absolutamente sola y llorando a gusto, sin reproches ni juicios. Y desde aquí un mensaje a los profesionales de la salud que tratan con pacientes, y en este caso, con madres que acaban de dar a luz; por favor, acompañadnos en la alegría o en el dolor. Y si no sabéis cómo, entonces almenos callad.
Por suerte, al cabo de una hora y cuarto de haber nacido Laia, nos juntábamos finalmente los tres en la habitación de planta. Marc me dio a mi hija, la abracé dándole besos en la cabeza, y él nos abrazó a las dos. Entonces me sentí en casa. Y pude llorar de alegría, de felicidad, de dolor, de pena, de gozo y de agradecimiento a la vida, por haberme dado una hija y por haberme enseñado tantas cosas en los cuatro días más intensos que he vivido nunca.
(Por cierto, diagnóstico; cesárea por desproporción)
12 respuestas
Uff … quants records llegint aquestes línies … ho recordo com si m’acabés de passar… quin moment quan vaig veure la Laia, la meva filla, per primera vegada ….
jo també ho recordo com si fos ahir….
Quin blog més magnífic i útil! és realment molt oportú per a l’ajuda de les mares!
És increïble les similituds que he trobat en el teu escrit i el meu, de part, Míriam; 4 dies de contraccions (jo també les havia de passar dreta), acabant amb cesària i plorant desconsolada mentre veia, només de passada, la carona del Quim, i tot el meu cos tremolava com una fulla, mentre una de les ginecòlogues que m’havia cosit em deia: «tranquil.la, no ploris, lo important és que els dos esteu bé»…Buff! quina emoció llegir el teu part…algun dia he d’escriure el meu…MIL GRÀCIES per compartir-lo i permetre’m anar paint.
Com em deies: sempre hi som a temps, el Quim ja té 5 anys i està estupendu!
Jo recordo el meu part com si fos ahir. Em vaig llevar el dia que sortia de comptes a les 5.30h per fer un pipi i vaig veure que havia perdut el tap mucos. Vaig tornar al llit però al cap d’una estona estava al sofá amb contraccions cada 10 min. El meu marit va esmorçar i acabar de fer la bossa i a les 8h marxavem perquè tenia contraccions cada 5 min. Aviam de fer 65 km fins a Barcelona i recordo que jo anava darrera el coche amb coixins, tovalloles per si trencava aigües,… només faltava el gos i l’acordiò. Vam arribar a clínica i al sortir del cotxe vaig trencar aigües. Tenia moltes ganes d’emputxar, ignorant de jo, creia que havia d’anar al lavabo i resulta que era el Martí que volia sortir. Havia arribat dilatada de 10 cm i era el moment de parir. Llavors em va entrar el pànic. Fins al moment, quan em venia una contracció em repetia: JO PUC, JO PUC, ja que tenia molt clar que a la clínica hi tenia d’arribar dilatada de 5 cm mínim. Hi havia arribat, però quan em van dir, ara a parir … ufff, quina por. Vaig demanar anestèsia !!! No s’havia si podria acabar de parir. Fins llavors tot havia anat a la perfecció, però no em vaig atrevir amb el part natural. El nen venia girat i en una contracció van girar-lo, la llevadora em va apretar la panxa i van acabar treient-lo amb ventosa. Per sort, al poc temps, el cap ja el tenia rodonet i bufò. O sigui que tot lo que jo havia pogut controlar, perfecte. Quan vaig ser a la clínica, ells van manar i van acabar duent pràctiques que no em van agradar del tot.
Cuantas lecciones en tu historia! Gracais por compartirla
Hola!!
Noia, 4 dies de part…, em sap greu que no pogués ser natural al final .. I trobo que després dels nervis, l’emoció , el cansament , començar a plorar és el mínim , no?
Em fa gràcia perquè la manera d’encarar el part és completament diferent de la meva. M’imagino que durant els 9 mesos d’embaràs et vas estar preparant , amb classes pre part,etc…, per al naixement de la laia
Jo vaig fer el contrari. Tinc una nena i un nen ( la iona que ara té 3 anys i l’izel que ara va fer 10 mesos ) i , en els dos casos, no vaig voler cap informació prèvia del part.
Recordo que pensava : estic embarassada no malalta , per tant, excepte que durant l’embaràs tingui febre , pèrdues , … ; no necessito anar al metge , em feia molta por obsessionar-me i començar a agafar manies com això no ho puc fer,menjar.saps? Per mi viure l’embaràs amb normalitat i disfrutar-lo implicava actuar amb sentit comú i estar tranquil.la
Pel que fa al part, reconec que el que em feia més por era el dolor físic i, el meu plantejament va ser molt simple, quan sigui el moment ja ho notaré ( o bé amb contraccions o trencant aigües ) i , un cop a l’hospital, que em sorprenguin. Evidentment, no vaig anar a cap classe pre part i ,t’asseguro que aquesta decisió si que no l’entenia ningú i em vaig sentir molt pressionada per tothom .Però a mi em va anar molt bé fer-ho d’aquesta manera perquè com que no sabia ben bé que em trobaria anava més tranquil.la . En els dos casos em van posar l’epidural però no vaig tenir cap cesàrea.
També recordo que la sensació de felicitat que de tant en tant m’envaïa durant l’embaràs , no l’he tingut amb res més .
Per cert, no sé si t’enrecordaràs de mi, però vam estudiar juntes al pius. em dic mònica pla
I m’està agradant molt aquest blog, ja l’aniré llegint
Un petó pels tres!!!
Hola, Mònica! Quina alegria i celebro que t’agradi! Doncs sí, vaig fer preparació al part tot l’embaràs i a mi em va anar molt bé. Jo, per com sóc, necessito saber-ho TOT. Vull tota la informació, vull llegir tot el que cau a les meves mans,… això em dóna seguretat! No vaig tenir el part que imaginava, però vaig aprendre moltes coses i suposo que en el fons, era necessari que tot passés com va passar. Tot és una oportunitat d’aprenentatge i jo havia d’aprendre mooooltes coses! Una abraçada i gràcies per compartir la teva experiència!
Gràcies Míriam per la teva labor!!!
T’estimo
El meu primer part també va ser per cesària, jo també anava molt mentalitzada però en Guillem venia de natges. Vaig plorar molt quan m’ho van dir unes setmanes abans però per sort, el dia que va néixer ja ho havia assumit i va ser menys traumàtic.
Amb el segon vaig poder tenir un part natural fantàstic, recordo que em vaig sentir eufòrica de poder-ho fer tota sola. Em vaig treure l’espina que tenia clavada i convence’m de la meva capacitat com a dona!
Com t’ho dius, és una cosa que no es pot programar potser en una altra ocasió serà.
Quins records!!! El dolor, l’angoixa passen a segon terme quan veus el teu fill o a mesura que passen els anys però els detalls del part no s’obliden mai. El meu primer part, el de l’Oriol, va ser molt semblant al teu. I també vaig plorar molt i comparteixo amb tu la tristesa de sentir-te sola estant acompanyada i dels comentaris poc afortunats del personal sanitari (segur que ho feien amb tota la bona intenció, pobres..)
Quan em van pujar a l’habitació, recordo la cara del meu pare, jo seguia plorant i tothom seguia dient-me que no plorés que tenia un nen preciós i el meu pare em va dir: «plora filla, deixa anar els nervis i mira quina preciositat» allò em va calmar.
El part de la Laia va ser totalment diferent, ja havia patit prou durant l’embaràs i va ser una cesaria programada.
sé q este post es antiguo, he llegado a él a partir del de hoy. necesito preguntarte cómo conseguiste deshacer el nudo que se queda dentro cuando el parto es así. El mío fue muy violento y aunque han pasado 3 meses soy incapaz de hablar de él sin llorar y ya no sé qué hacer.
en la visita de la cuarentena la comadrona habló de que estaba en el límite de la depresión post parto pero yo sé que no es así. me robaron un momento mío, de mi marido y mi hijo. me gritaron, me desgarraron manualmente… fue bestial. por las noches cuando me acuesto y tengo a mi bebé al lado se me caen los lagrimones pq no me perdono no haber querido cogerlo cuando nació, temblaba tanto que temía que se me cayera…