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Hasta el 6 de enero

Enfermedades y lactancia

Yo siempre he sido una persona delgada, bastante, y siempre he pesado poquito. Con el embarazo gané 11 kilos que todo el mundo opinaba que me habían sentado tan y tan bien. Con el nacimiento de Laia, poco a poco, y con el paso de los meses, todo fue volviendo a su lugar. Los kilos que había ganado en el embarazo fueron desapareciendo y me volví a quedar delgada, tanto como antes o quizás un poco más. La gente pierde la memoria muy rápidamente, y resulta que todo el mundo me encontraba demasiado delgada. Es cierto que lo estaba, pero yo comía como nunca, y además, ya estaba acostumbrada a que todo el mundo opinara sobre mi peso (a ojos de los demás) siempre demasiado bajo.

Finalmente me entró la paranoia y pensé que quizás tenían razón, que estaba demasiado delgada y que era culpa de la lactancia materna, que me estaba dejando sin reservas. Fui al ginecólogo, para que me hiciera una analítica completa. Le hablé de lo que me decía la gente y miró mi historial: el peso que tenía entonces era el mismo que cuando tenía 24, 25 y hasta 32 años. Vamos, ¡que era absolutamente normal en mí! De todos modos me hice la analítica que me había encargado y salió fantástica, ¡de manual! Estaba fuerte como un roble y sólo pasaba una cosa: estaba cansada. Pero, ¿¡hay alguna madre que con un bebé no esté cansada?!

Ahora pienso todo esto cada vez que una madre me dice que este invierno se ha puesto enferma y que quizás es por la lactancia. En mi familia han estado todos enfermos alguna vez estos meses pasados ​​y no ninguno da el pecho. Pensemos un momento: ¿No puede ser que nos ponemos enfermas igual que el resto de mortales? ¿O que lo hacemos un poco más en caso de que nuestro hij@ enferme a menudo por lo que sea? ¿No puede ser que nos lo contagiemos unos a otros en la familia y que si nuestro hij@ va a la guardería o a la escuela lleguen más virus en casa?

¿Y si lo que pasa es que vamos demasiado estresadas y eso nos hace bajar nuestro nivel óptimo de defensas? ¿Y si dormimos demasiado poco? ¿O emocionalmente estemos más inestables porque la fusión con un bebé es bestial y nos sabe muy mal tener que separarnos de él para ir a trabajar? ¿No puede ser que estos altibajos emocionales nos bajen las defensas? ¿No puede ser que queramos llegar a todo y que darnos cuenta de que es imposible nos hace forzar la máquina aún más hasta que caemos enfermas?

¿No puede ser que la lactancia materna nos dé ese momento de calma un ratito cada día y que lejos de hacernos enfermar nos ayude a no desfallecer? ¿No puede ser que la segregación de endorfinas y occitocina de la lactancia nos hagan afrontar el presente con un poco más de energía y optimismo?

Y todavía más preguntas… ¿Por qué a ojos ajenos siempre todo es culpa de dar el pecho a nuestros hijos? ¿Por qué esas ganas de que lo acabemos lo antes posible con la excusa de que así nos encontraremos mejor? Quizá lo que necesitamos es otra cosa y no dejar de amamantar… Y la última pregunta antes de terminar: nosotras, las madres, ¿por qué nos acabamos creyendo lo que opinan los de nuestro entorno y que precisamente no son ni expertos en lactancia materna y mucho menos, en medicina?

Si alguien tiene respuestas… soy toda oídos.

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

14 respuestas

  1. A mí me pasó lo mismo, todo el mundo me decía lo delgada que me había quedado… claro, que cuando al final la peque se destetó, y volví a coger kilos… entonces me decían que «tenía que cuidarme más». Si la cuestión es opinar…
    Yo cuando daba de mamar, el primer año, que la niña no iba a la guarde, no nos cogimos ni un catarro. El segundo año, con la peque en la guarde… uno tras otro. ¿No sería la guarde?
    Y claro que está una cansada, los niños duermen poco, y hay que vigilarlos mucho. Yo ya no doy el pecho, pero tengo las mismas ojeras que cuando lo daba…
    Yo creo que ese mismo cansancio hace que nos sintamos un poco «atontadas» y demos más crédito a unas opiniones que en otro momento ignoraríamos.

    1. Hola, Teresavet…

      Bueno, digamos que con el puerperio, tenemos la guardia un poquito baja, o mejor dicho, la coraza de desintegra i somos más permeables a críticas y opiniones…

      Besos.

  2. Me ha encantado tu reflexión…si tienes ojeras es por el pecho, si estás delgada es por el pecho, si tienes anginas es porque la lactancia te consume, si duermes mal por las noches porque tu hijo se despierta todos te aconsejan destetar de noche para descansar mejor…
    ¡pero si es al revés!! si destetas a un bebé por la noche dormirás PEOR porque no tendrá la teta para calmarse. Al cabo de un tiempo, claro, dejará de pedirla, pero no significa que dejará de despertarse.
    Y más aun…¿qué pasa cuando tu bebé mayorcito toma pecho y tiene una rabieta? es porque le tienes enmadrado por la teta o ¿si llora al quedarse en la guardería o con los abuelos? es por la teta…
    Ah pero ¿los niños que no toman teta no lloran al quedarse en el cole? ¿ni tienen rabietas?
    Y si hablamos del peso, las opiniones son de traca. Si te quedas flaca después del parto es que dar el pecho te consume. Si engordas al dar el pecho y te quieres poner a dieta te dicen que no pùedes porque estás criando.
    La cuestión es opinar! jajaja

    1. Pilar,

      cuántos ejemplos que has contado! Y es que seguro que lo has vivido como asesora de lactancia montones de veces ¿verdad? La cuestión es que la lactancia materna quede en entredicho. En fin… pedagogía, información y mucha paciencia… Gracias por tu comentario. Besos.

  3. cuánta razón Míriam en la reflexión que haces al final… sea como sea la culpa es de la lactancia… esta vez he escogido cerrar los oídos a cualquier comentario! y en 1 semana cumpliremos el sexto mes de lactancia exclusiva y empezaremos el Baby Led Weaning! 🙂

    1. Enhorabuena, Haydee.

      Y muy buena decisión esa de no hacer caso a comentarios como los que he expuesto.

      Que continuéis disfrutando de una lactancia materna gozosa.

      Un abrazo.

  4. No se me había ocurrido pensar eso, la verdad. Aunque no me sorprende, la lactancia siempre tiene la culpa de todo 🙁

    Yo me he puesto mala este invierno, como siempre, o puede que mas. ¿Por qué? Pues porque tengo una niña pequeña y si ella se pone mala y es algo vírico pues lo cojo yo también y su padre, que desde luego no da el pecho. Todas las madres enferman, den o no el pecho.

    Buen fin de semana.

    Besitos

  5. Jo he estat vivint en primera persona aquesta sensació els darrers mesos. Desde que el petit rondava els 9 mesos fins ara que ja en té 20, qualsevol indici de cansament, malaltia, etc, segons el meu entorn, és culpa de la lactància.

    En realitat, hi ha un aspecte en el que no van errats, el cansament té a veure amb la constant demanda que solem tenir al nostre voltant, però no té perquè ser exclusivament de la lactància. Sovint les autoexigències pròpies i les demandes de la parella, l’altre fill, la feina.. barrejat amb les obligacions del dia a dia i el dormir poc… fan que estiguem més febles.

    Jo crec que si quan penses en el deslletament el primer que et puja són les llàgrimes als ulls, no és el moment.

    Per cert, només a tall d’anècdota. Quan fa mig any vaig anar al ginecòleg i em va pesar, feia tan temps que sentia tothom dir-me que estava «més prima que mai» que li vaig dir:
    – ara dec estar igual que quan em vaig casar, oi?
    – Quin any et vas casar?- em va contestar desde l’ordinador
    – el 2005
    I ràpidament va respondre:
    – No, peses 3 Kg més

    Amb això només vull dir-vos que la memòria tan pròpia com del nostre voltant, és molt relativa i, evidentment, després d’un embaràs, qualsevol pèrdua de pes es nota més que durant els anys de pocs canvis.

    Moltes gràcies Míriam per les teves reflexions. M’he llegit tota l’entrada emocionant-me a cada paràgraf. Un petó!

    1. Hola, Mama 2.0

      Gràcies per les teves paraules, totes i cada una d’elles. És dur quan tot l’entorn sembla que s’ha posat d’acord en què és el moment de què deslletis perquè resulta que has agafat unes angines. Com si la lactància te les hagués provocat. A vegades, si no estem prou fortes, ens ho acabem plantejant i sí, podem caure en l’error de pensar que si deslletem, no ens posarem malaltes mai més! Va bé prendre’n consciència, prendre una mica de distància i saber què ens diu el cor. En quant al cansament, a l’autoexigència de què parlaves… i també a la lactància. El cor no sol anar errat.

      Una abraçada

  6. Totalmente de acuerdo. No he estado en una sola comida familiar en la que no se me diga que le quite el pecho al niño porque sino va a acabar conmigo. Hasta el moño. Además estoy segura de que si en quince meses solo hemos cogido un catarro (los dos), algo tiene que ver el dar el pecho. Pero claro eso no se ve…

    1. Bea,

      qué suerte que lo tienes tan claro! Mucha paciencia con esas comidas familiares a veces agotadoras en cuanto a comentarios se refiere.

      Besos.

  7. Ostras el tema del peso! Esos comentarios y esas dudas sobre la salud me persiguen toda mi vida. Además lo que dices tu, ahora relacionado con la lactancia!

    La verdad es que alucino como la gente se atreve a opinar sobre tu aspecto fisico y a cuestionar tu salud cuando estas delgada, si eso se lo hicieran a alguien con sobrepeso seguro que lo verian como de mala educacion

    Me indigna!

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