La primera fase del puerperio*, (para mi serían los primeros 15 meses de mi maternidad extra-útero) me resultan más o menos sencillos: lo que quiere y necesita mi hija es lo mismo que necesito yo.
El equilibrio, entonces, es relativamente fácil de encontrar en este sentido: hay otros elementos que lo des-estabilizan como las necesidades de una niña mucho mayor, o el entorno (este mundo estresado que fácil, lo que si dice fácil, no se lo pone a la maternidad).
Pero pasada esa estapa en que mis hijas y yo hemos sido inseparables, llega otra etapa, la segunda parte del puerperio (de los 15 meses aproximadamente a lo que dure -hasta los 2 o 3 años del niño) y ya es otro cantar.
Supongo que lo de verles con autonomía psicomotriz influye mucho: vaya, que andan y en estos momentos (con 19 meses que tiene Lua), corre, salta y tiene una agilidad enorme.
Pues eso, que es un proceso paralelo: ellos son cada vez más autónomos y aunque te necesitan un montón y tú a ellos, empiezan a aparecer otros elementos que antes no entraban en juego. En mi caso es un tsunami de ideas, creaciones y proyectos que me tienen la cabeza loca!
Y aquí es donde el equilibrio empieza a fallar: porque ni tu estás preparada para tirarlo todo adelante, ni para separaos demasiado, ni ella tampoco, y sobretodo, no tienes el tiempo necesario que requeriría tal tsunami para verse satisfecho.
Y allí me tenéis, haciendo malabares para poder ser la madre que quiero ser, para estar presente con mis hijas y a la vez sentirme realizada a otros niveles que poco a poco van despertando del sueño en que cayeron durante el embarazo. Les quito el polvo y los miro como diciendo “vaya, ¿tu por aquí?”.
Este es el primer indicio de que el puerperio ha pasado a otra fase: aparecen deseos que antes no tenías y en mi caso, empiezo a fantasear con cosas que hace nada ni se me pasaban por la cabeza como “y el día que las dos (no sólo la mayor) se queden a dormir en casa de los abuelos?”.
Sí, estamos entrando en otra fase y aunque me gusta, porque hacía mucho que no la vivía, ya le empiezo a intuir de nuevo las dificultades que entraña y para mi, la principal es encontrar el equilibrio que me haga estar en paz.
No es fácil. Una mente llena de ideas y proyectos, con una vida profesional que quiero realizar plenamente algún día.
Un corazón y unas entrañas que todavía me dicen que no ha terminado el puerperio aún, que Lua todavía es muy pequeñita y me necesita presente y disponible. Y yo enmedio, haciendo equilibrios para que la balanza esté en su punto.
Lo de la maternidad es como estar en un circo porque te pasas el día haciendo malabares: emocionales y logísticos para llegar a todo (a tus hijos, a tu vida profesional, etc) y también llegar, de alguna forma, a ti.
¿Cómo lo equilibro? Por el momento durmiendo un poco menos. Necesito esas horas en que todos duermen y yo puedo ponerme a escribir, guionar, editar, etc. mis proyectos.
Si tengo a mi fiera interna en paz, entonces puedo centrarme en las niñas y en la fase que nos toca vivir ahora de crianza intensiva como a mi me gusta. Consecuencias: pues que más tarde o más temprano llega el cansancio y el sueño, pero esto ya es otro post!
Y a ti, ¿te cuesta encontrar el equilibrio?
* A menudo se habla del puerperio como los días posteriores al parto, como si después de la cuarentena ya se acabara por completo y para mi, tarda muuuuuchísimo más en abandonarnos! 😉