Cuando hablamos de crianza, cuando hablamos de los hijos, los niños… a menudo hablamos de «su» violencia, de «su» agresividad. Que si pegan, que si muerden, que si contestan, o se empujan, o se tiran de los cabellos unos a otros.
Algún día hablaré de esta violencia, de la “suya», pero en todo caso, la que a mí me sorprende y me deja fuera de juego es la violencia que hay en mí. La que noto en determinadas ocasiones muy dentro de mí, en algún lugar muy profundo, casi cerrada a cal y canto, que quiere manifestarse.
Tengo la sensación de que todos tenemos nuestra parte violenta o agresiva, da igual, y lo que nos diferencia es la manera como se expresa y si lo hace o no. Los hay que no tienen una pizca de autocontrol y son violentos con las manos y con las palabras o con los actos. Hacia los hijos es muy fácil, porque ellos son más vulnerables, porque están en inferioridad de condiciones.
Yo no me considero una persona violenta, en absoluto. No soporto la violencia, en ninguna de sus formas y me incomoda y me indigna verla manifestarse en la televisión, en la calle, o donde sea.
Hasta ahora, que soy madre y tengo una hija de poco más de dos años, no me había dado cuenta de que yo no estaba exenta de esta agresividad interna, que se esconde en algún rincón nuestro con unas ganas locas de salir y expresarse. Yo estaba convencida de que yo, de agresividad, no tenía por ninguna parte y lo único que pasaba es que nunca nadie me había llevado al límite de mi paciencia. Por si os lo preguntáis; no, no he pegado nunca a mi hija y espero no hacerlo. Es más, tengo la consciente intención y el firme propósito de no hacerlo jamás. Ni a ella ni a nadie.
Y no es fácil, porque hay algunos días que, de repente, ves la violencia que hay en ti y tienes que hacer esfuerzos para controlarla y volverte a centrar, y serenarte, y recuperar la paciencia perdida y entender que tú eres la adulta y que ella es la niña.
Que estos son los papeles que nos tocan y que por tanto, eres tú quien tiene que hacer el enorme sobre-esfuerzo de recuperar el control perdido, de recuperarte a ti. Ver la agresividad que hay en mí me ha hecho tomar conciencia. Me he conocido con más profundidad. He aprendido que cuando aparece con fuerza tengo que retirarme un momento, y cambiar de habitación, y respirar hondo, y cerrar los ojos un instante.
Necesito poco tiempo, a veces sólo tres o cinco minutos, para volver con la calma necesaria que hace que los conflictos se disuelvan como si nunca hubieran existido. Pero luego me quedo triste, abatida, e impactada de ver con qué fuerza me sale esta rabia mezclada con frustración, impotencia y la mayoría de las veces, cansancio.
No me gusta nada reconocer que cuando me saca de quicio tengo que respirar muy profundamente porque si me abandonara a ese sentimiento, le daría ese guantazo que no le quiero dar. Y me pone muy triste darme cuenta lo expuestos que están los niños cuando los padres no se controlan, cuando la violencia que hay en ellos se manifiesta sin que nada ni nadie los detenga. Dentro de cuatro paredes puede pasar de todo y nadie saber nada.
Sí, me he dado cuenta de que en mí también hay agresividad pero me he propuesto no cabalgar nunca con ella. En primer lugar por Laia, y en segundo lugar por mí.
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35 respuestas
Entenc molt bé el que vols dir.
Jo també m’he sorpès a mi mateixa aixecant la veu i enrabiant-me molt amb la meva filla algunes vegades, normalment en dies de molt esgotament on ella, per exemple, no hi ha manera de que dormi tot i que es va fent tard. Quan m’he sorpès cridant-la (i sobretot quan hi he reflexionat a posteriori) m’he sentit molt malament.
I sí, també he pensat que sort que jo (nosaltres) som capaçes de controlar-nos, de respirar fons, de demanar un relleu a la parella…. però també em pregunto quants nens deuen ser víctimes de l’estres i enrabiades dels pares sense que en tinguin cap culpa!! És molt fort pensar això, però passa, segur que passa.
Et felicito per aquest post! És un dels millors que t’he llegit, i mira que en són molts i molt interessants!
Gràcies, Onavis. La veritat és que avui, quan el penjava al blog (el vaig escriure fa un parell de setmanes) i me l’he rellegit, m’han vingut ganes de plorar. Perquè em saben greu aquestes situacions en què se suposa que nosaltres hem de ser capaços de trobar la manera de no perdre els estreps (perquè som els adults!), però sobretot, per tants nens que deuen ser pegats, insultats, sacsejats i maltractats cada dia…
Una abraçada
Cuanta razón tienes…a mi me pasa exactamente lo mismo, con el agravante que, en alguna ocasión me he dejado llevar por esa violencia y le he dado un cachete a mi hija para, acto seguido, ponerme a llorar…
y es que hay momento tensos para los que no estoy preparada y no he aprendido a gestionarlos, porque no he tenido una figura de referencia que me enseñara como hacerlo, más bien todo lo contrario. Por eso, yo intento no repetir los mismos esquemas educacionales con los que me criaron a mi…pero es tan difícil enterrar esa parte….
LadyA, has dado en el clavo; las figuras de referencia, lo que hemos vivido, mamado…esa es la clave. Y se ha mamado mucha violencia, muchas pérdidas de nervios, mucho desamparo… Es difícil, en esos casos, reponerse y no «cavalcar» con la violencia que hay en nosotros. Pero es nuestro trabajo, nuestra responsabilidad, indagar, sumergirnos en la agresividad nuestra para entender de dónde viene, perdonarnos, sanar, y resurgir recuperando el timón con amor, comprensión y empatía hacia nuestros hijos. No es fácil, ya lo he dicho, es tremendamente complicado y difícil, pero es necesario. Lo otro sólo lleva a una parte; dolor, nuestro y de nuestros hijos.
Gracias por tu comentario y tu sinceridad. Un beso.
Completamente identificada. Has tocado un tema al que llevo tiempo dando vueltas y que me preocupa sobremanera. Me «consuela» saber que no es una sentimiento poco común. Gracias.
Eider, más que común… Me cuesta pensar que una madre o un padre no se haya encontrado alguna vez con esta parte agresiva que hay en cada uno. De golpe, aparece una parte nuestra que no esperábamos, con la que no contábamos, que nos sorprende y nos deja KO. Pero de ello no se habla, porque significa desnudarse y mostrar al mundo que no somos tan perfectas/os como creíamos ser y creían que éramos. A veces es un tema tabú porque cómo vas a contar que tu hijo te saca de tus casillas y te pones violenta si este hijo es lo que más quieres en este mundo?!
Gracias por comentar. Un abrazo!
Tan real como la vida misma… a mí también me pasa lo mismo a veces y me aterra con la fuerza con la que aparece, una violencia terrible, que te deja helada y preguntándote: pero que diablos?
A veces cuesta controlarse y más si tienes una hija de dos años con un carácter de aupa…
Pero ellos no se lo merecen, no tienen que cargar con nuestras frustraciones, malhumores, cabreos y poca paciencia…
No le suelo pegar, lo único que ha veces me cuesta controlar es zarandearla un poco, pero me sabe super mal e intento no hacerlo, me siento tan culpable cuando ocurre :(((
Hola, Alexia. Gracias por tu honestidad… Es duro y difícil pero sólo siendo conscientes de lo que nos pasa podremos cambiarlo. Y vale la pena, como tu dices. Sumérgete en tu interior y descubre más profundamente qué se remueve cuando tu hija te saca de quicio. Quizás no te guste lo que encuentres, pero te ayudará a poder hacer las cosas de otra manera en un futuro. Un beso.
Hola Miriam,
Me encanta la honestidad con la que escribes y ¡en este post te has superado!
Por «suerte» se de que hablas, y digo por suerte porque agradezco ser capaz de reconocer en mi la agresividad (como se enciende el fuego en las tripas y va subiendo por la garganta y me dan unas enormes ganas de gritar y de dar ese guantazo…)para poder contenerla y no desparramarla sobre nené (o cualquier otro)
Aún así yo tambien me quedo luego con una enorme sensadión de impotencia, con ganas de llorar, y con la incomoda sensación de «no ser lo suficientemente buena» por sentir esa rabia recorriéndome… no sé si a ti o a alguna mamá más sabe a que me refiero…
Abrazos contenidos
Sí, Magia, por desgracia, sé a qué te refieres. Pero es importante lo que has dicho; «sentirla para después poder controlarla y no desparramarla sobre nené…» Te felicito; por ser consciente (como todas las que han escrito más arriba) de lo que nos pasa, por sentir-lo. Y por no dar rienda suelta sobre nené a estos sentimientos que surgen de nuestra sombra y a veces, nos asustan. La sensación de impotencia después y de tristeza profunda es tan comprensible… porque llega la culpa y la sensación que tu hijo merece más y mejor. Pero siendo conscientes de todo lo que nos pasa, seguro, lo haremos más y mejor. Como he dicho en el post; por ellos y también por nosotras. ¡Lo merecemos!
Felicitats per haver parlat de manera tan valenta. No tothom s’atreviria a compartir el que has compartit en aquest post.
Gràcies guapa! Un petó.
bufff… crec que és una «descoberta» que tots fem. en aquests gairebé tres anys he perdut moltes vegades la paciència i m’he enfadat i he cridat… sempre he pensat que tot depèn del teu llindar de «tolerància», i com diu l’Onavis, depèn total i absolutament del cansament-esgotament-mal dia dels pares.
I el més preocupant és el que apuntes… imagineu la gent que no té prou autocontrol. El meu home és educador social, i comprendreu que a vegades, les coses que explica em fan adonar que som uns privilegiats en moltes coses. Sovint, quan comentem si «estem fent bé les coses amb les nenes», ens n’alegrem i molt de la normalitat que tenim la sort de viure.
Un petó
Núria, no tinc cap dubte que ho esteu fent molt i molt bé!!! Un cosí també és educador i quan venia a casa després de treballar algun dia i m’explicava com estaven els infants amb qui treballava és que no ho podia ni escoltar… jo estava amb la Laia acabada de néixer i no podia suportar el dolor que em provocava pensar en nens desamparats, maltractats, abusats… I encara avui, quan penso en les coses que poden passar entre quatre parets amb pares absolutament desconnectats del seu fill, sense gens d’autocontrol, absolutament perduts… se m’encongeix el cor.Gràcies per compartir aquí la teva experiència.Un petó.
Creo que lo que has escrito lo pensamos todos en algún momento. Es normal sentir a veces esa agresividad contenida que yo tiendo a pensar que puede ser fruto de las frustración, del querer ser educado y no decir las cosas claras a alguien por miedo a ofender, del aguantarse muchas cosas que se tienen dentro por no marear la cabeza a quien tienes al lado… y a veces, ante determinadas situaciones que nos superan toda esa agresividad sale a flote.
No hay que culparse por ello. Todos somos humanos y todos, en algún momento, perdemos los papeles. Lo importante, creo yo, es saber rectificar después, pedir perdón y, sobre todo, saber contener estos momentos de arrebato cuando hay niños delante.
Totalmente de acuerdo, Silvia. Y remarco lo que ya he dicho; ningún niño debería ser pegado. Pongamos mucha conciencia porque de nosotros depende.
Un beso.
… Jo he agafat molt fort al Quim x asseure»l a la cadireta del cotxe…i a la Berta tan petita tbé l’he sacsejat després de tota una nit de desvetlla… Quins mals moments!! m’he sentit com un monstre con una abusadora!! Gràcies x aquest post Míriam, està bé que ens puguem alliberar una mica d’aquestes culpes i ombres, veient q no som els únics…tu ho has fet visible dd el blog, merci un cop més!
Gràcies a tu, Maria, per la sinceritat i per compartir-ho aquí. Cal que tots els pares i mares posem consciència en aquests durs moments, que respirem profundament i que tinguem clar, molt clar, que els adults som nosaltres, que la responsabilitat és nostra. No és fàcil, és cert, però estic segura que és possible. Una abraçada
Miriam! Como siempre tan certera…
Debo decir que yo, aunque me considero alguien pacífico, he tenido momentos en que toda la frustración, la ira, el dolor, me han hecho actuar de manera violenta. Con mi esposo en algún momento o con mis padres o hermanos de más chica.
Desde que soy madre, sin embargo, algo me ha pasado, creo yo que he logrado conectarme con las necesidades de mi hija, pero sobre todo, he interiorizado aquello de que ella es la niña y yo la adulta y he exteriorizado algo que no pensé tener tan en abundancia: la PACIENCIA. Hasta ahora (31 meses) le he gritado dos veces, en momentos en que el cansancio nos ha pasado factura a las dos. NO quiero pegarle, NO LO VOY A HACER.
A mi lo que me ha funcionado, en la hora de la cena, sobre todo, es decirle: «Hija estoy perdiendo la paciencia», respirar profundo y en ese momento en que mi cuerpo se oxigena dicernir la gravedad o no de la situación. Si por ejemplo es una travesura, ha pintado algo, ha abierto la llave de la ducha de mano y todo está empapado, tiendo mejor a reir , si a reir, no es el fin del mundo no? Pero si en cambio, ha roto algo con lo que se pueda hacer daño, ha tomado algo igual de peligroso, pues prefiero antes de gritar, explicarle las posibles consecuencias… Es duro, si que lo es, pero creo yo que es momento de romper cadenas, de que esta nueva generación trascienda y no caiga en lo mismo que a nosotros de niños nos tocó vivir.
Tu lo has dicho, Gariela; «… es el momento de romper las cadenas…» y parar un círculo que durante generaciones ha estado marcado por demasiada poca conciencia. Conciencia de las necesidades de los bebés y de los niños, necesidades de los adultos de amparo, de comprensión,… y tantas otras. Es necesario cambiar las dinámicas, hacer más tribu para que no nos sintamos solas y cansadas criando a nuestros hijos. La sociedad no ayuda, pero tampoco puede ser la excusa. Un abrazo y gracias por explicar tu historia en este blog!
Creo que nos ha pasado a todas. La violencia esta tan dentro de nosotros de una manera tan escondida e inviable a simple vista, que cuando sale a flote, puede atropellarnos a todos, incluso a los pequeños que no merecen ese tipo de reacciones de nuestra parte. Yo, trata o de meditar mucho antes de hacer algo o decir algo cuando me siento así. Normalmente lo que pasa es que vengo tan cargada de tantas cosas que me molestan, cosas que no tienen que ver con mi hija, o con mi esposo y exploto como una olla a presión. En mi caso estoy tratando de aprender a decir las cosas que me molestan siempre, sin importar si son grandes o pequeñas, y a no guardarme nada, porque eso se convierte en pesares acumulados que explotan en forma de violencia. Por suerte, como dicen tu, podemos escapar a nuestro referentes, a lo que hemos vivido de niños haciendo conscientes todas estas actitudes y sentimientos. Es difícil y doloroso, pero bien lo valen nuestros hijos, nosotras y nuestras familias. Es la única manera de romper el ciclo. Gracias por exponer este tema tan abiertamente. Es un tema tabú, sin duda, pero que hay que normalizar para que la gente tome consciencia y trate de hacer, cada quien en su interior, un cambio significativo.
Zary, absolutamente de acuerdo. Me han encantado tus últimas frases, no podrías haberlo dicho mejos. Gracias a ti también por explicar aquí tu experiencia y compartirla. Un beso!!!
Bravo por tus palabras Miriam. ESe sentimiento creo que lo tenemos todas las madres y es muy importante como muy bien dices tomar conciencia de ello. Los niños nos desquician, no vamos a negarlo, pero su violencia no justifica despertar la nuestra, todo lo contrario. Importantísima reflexión la que haces y que todas deberíamos hacer. Gracias por recordárnoslo
Sandra, gracias por tu comentario y tus siempre sabias palabras! Es justamente esto; una cosa no justifica la otra, o así lo veo yo también. Que es difícil, que es duro, que es cansado, que es muchas cosas… sí, indudablemente. Pero debemos sobreponernos a todo esto, o almenos intentarlo. Un beso.
Yo soy consciente de que hay bastante violencia en mi.
Hasta que tuve a mi hija pensaba que más vale un cachete a tiempo, así fue como crecí. Pero ahora pienso que es una total falta de respecto.
Eso no hace que tenga que controlarme, a pesar de los casi 14 meses de mi hija, porque a veces como dices me saldría darle un bofetón, madre mía, lo pieso fríamente y me siento un monstruo, de hecho en más ocasiones de las que me gustaría la he levantado la voz.
Me da miedo que en algún momento de cansancio y cabreo no me controle, espero de verdad que no me suceda.
Intento trabajarlo pero no es tan facil.
Qué bien, Carol, que hayas cambiado de opinión. Y tienes toda la razón, no es nada fácil, en absoluto. De hecho, diría que es una de las cosas más difíciles de la crianza; cuando se nos acaba la paciencia, cuando no podemos más, cuando estamos al límite, cuando nos sacan de quicio… Yo también tengo ese miedo del que hablas, pero también siento una firme determinación que me ayudará, espero, en los momentos duros. Gracias por compartir tu sentir en este blog. Un abrazo.
Qué bien que lo has descrito. Yo aún no he experimentado esa violencia interior, de la que hablas, con mi pequeño pero sí con mi pareja, mi familia, en discusiones y sé que está ahí y me da un miedo atroz que se manifieste en relación a mi hijo. Espero ser capaz de gestionarla tan bien como tú.
Ojalá tengas el temple y la paciencia suficiente para que esta violencia no acabe hirviendo en ti y en todo caso, si lo hace, que puedas observarla sin dejarla salir con tu Pequico. Un beso, guapa. Gracias por compartir.
Jo em vaig plantejar interiorment que fer si algun dia em trucava a la porta aquesta violencia, respirar a fons durant la estona que fos necessaria i redreçar, em vaig plantejar. Tot ha anat molt bé, tenim una Laia de 2 anys i 3 mesos molt bona, que només ens ha tingut 2 o 3 nits sense poder dormir tota la nit, (colecho i teta a demanda ens han ajudat molt), el que no em vaig plantejar mai es, que fer quan em pegués a mi, i quan ho va fer, em vaig quedar glaçat. Sense saber que fer, he provat de obviar-ho, riure, dissimular i fins i tot fer-li una mini bofetadeta de retorn, al final no hem trobat més solució que dir-li que no s’ha de pegar i entendre que és una etapa que s’ha de passar. La millor cura va ser la primera vegada que vaig veure a un altre nen de la edat de la nostra pegar-li una bofetada al seu pare. «Mal de muchos, consuelo de padres primerizos»
Paco, em fa molta il·lusió el teu comentari… hi ha pocs homes que s’animin a explicar la seva experiència en el meu blog i sou molt benvinguts! Tinc pendent parlar d’això que exposes; de la «seva» violència, que també en tenen! Crec que ho heu fet molt bé. No trigaré a escriure’l, val?
Gracies Miriam, no ho podia resistir de compartir les nostres experiències al teu bloc, ens va parlar molt bé la dona d’un cosí teu (molt amiga nostre) i tenia raó. No serà l’ultim comentari, ja veuràs!! En el tema dels homes a vegades penso que es difícil per nosaltres estar a la vostra alçada en la criança, quin pare no s’ha sentit arrossegat per la vostra empenta vers aquest tema, i per tant costa encara més trobar un raconet a modus de comentari a on participar. Però com que tinc una companya que cada dia em sorprèn més, m’al.lucina la seva dedicació i n’aprenc un munt (i m’agrada escriure) ha volgut i pogut participar al teu blog.
Fins la següent.
Proposta (Com fer de pare en una reunió d’escola).
Paco, m’has deixat encuriosida sobre quin cosí es tracta. Sou, tots dos, molt benvinguts aquí, i ja ho saps, digues-hi la teva quan ho sentis. Per cert, aquesta proposta que em fas de les reunions d’escola… no en puc escriure encara perquè no he assistit mai a cap! A partir del setembre que ve, segur que cau algun post d’això, perquè em temo que deuen ser sucoses, sucoses!!! Una abraçada.
Hola Míriam,
Ahir a la nit vaig tenir el meu primer moment de díficil autogestió amb el meu fill de 2 anys… i quan ja havia passat, ell ja dormia, i jo portava una bona estona plorant, vaig pensar en tu i en que havies parlat d’això feia no gaire. Em vaig sentir més acompanyada al pensar-hi (el meu company no era a casa).
Ho vaig passar realment malament. De càstig físic només hi va haver una picada a la seva mà, però la violència i les reaccions que em sortien de dins…em van espantar, em vaig disgustar molt amb mi mateixa.
Quan va tornar el meu company li vaig poder explicar, en vam parlar, em va abraçar
Ara ja res serà el mateix. Necessito reflexionar-hi, i fer exercicis cada dia, anar practicant aquesta autogestió tan important, que fins ara no sabia que necessitava tant.
Desitjo aprendre aviat, no haver marcat el meu fill (no fer-li por!!), i que aquesta tristesa que m’ha quedat dins desaparegui aviat…
Clarise, entenc aquest sentiment de culpa, impotència i sorpresa a la vegada. L’important és que ara saps que hi ha també aquesta violència en tu, perquè ara podràs anar desgranant d’on ve, què et remou el teu fill quan et posa en situacions límit i per què surt tanta ràbia… A poc a poc, i amb molta consciència, aprendràs a anar gestionant aquestes situacions, et coneixeràs millor, i això ajudarà al teu fill i a què les coses no s’escapin de les mans. No és fàcil, clar que no, però és possible i val la pena fer aquest exercici per tal d’aprendre a gestionar aquesta agressivitat que hi ha en nosaltres. Dóna la volta a la tristesa perquè es converteixi en força per gestionar millor aquestes situacions. Ànims. Una abraçada ben forta.
Moltes gràcies per les teves paraules d’ànims, la veritat és que m’ajuden molt. Intentaré donar-li la volta a la tristesa, com tu em recomanes, i arribar a un coneixement positiu.
una abraçada de tornada