Todos nos montamos la película de cómo “deberían” de ser las cosas. Las imaginamos desde nuestras creencias, limitaciones, expectativas e historia… y cuando esa realidad no es como nos la habíamos imaginado, llega el chasco.
La maternidad que vivimos no es la que imaginamos estando embarazadas. El niño/a que tenemos delante no es el que pensábamos que tendríamos. No habíamos imaginado un carácter así, o una dificultad en tal cosa, o que le gustaría X o que sería Y.
Y pataleamos a lo niño de 3 años porque nada es como mi ego había imaginado.
Hay un capítulo en la serie Modern Familyen el que Phil dice: “esperábamos a Luke… bueno, no a ESTE Luke”. (Es su hijo)
Todo cambia a mejor cuando pillamos nuestras películas al vuelo y somos conscientes de ellas sabiendo que con lo que tenemos que conectar de verdad no es con la fantasía sino con lo que ES, ahora y aquí.
Abrazar este momento. Aceptando que nada “debería” de ser como no es. Conectando con el hijo/a que tenemos delante, aunque no sea como nos lo habíamos imaginado. Conectando con la madre/padre que somos, aunque no pensábamos que sería así. Conectando con lo que sea que ES AQUÍ Y AHORA.
Creo que madurar de verdad es eso, dejar las películas egocéntricas que nos montamos con lo que “debería” de ser nuestra vida, y vivir la que es y ocurre ahora y aquí.
Ojalá resuene
Artículo publicado en Instagram y Facebook el 15 de septiembre de 2021