17.12.2013
Algo que suele chocar mucho a las personas que no tienen hijos es escuchar a otras (que sí los tienen), hablar sin ningún tipo de reparo de las cacas de sus niños y niñas. Les sorprende con qué facilidad, con qué asiduidad y con qué fluidez madres y padres noveles hablan de caca: de qué color tenía, de qué consistencia, de cuántas ha hecho hoy, de cómo las hizo ayer… Y esa persona sin hijos de repente se siente desplazada «¡Nunca le había oído hablar así! ¿Pero cuándo me han cambiado el amigo?» y llegan a casa y le dicen a su pareja (con quien todavía no tienen hijos y no saben si los tendrán)… «Si algún día tengo un hijo, nunca hablaré de sus cacas» como lo hacen las madres del trabajo, o del grupo de amigos, o de donde sea!
A lo largo de mi maternidad he hablado mucho de cacas (y de muchas otras cosas, obviamente), pero sí, digamos que los excrementos de nuestros hijos ocupan una parte del Universo maternal/paternal. Hace poco un amigo me dijo «¡qué pereza todo el día hablando de cacas, los padres!» y yo le dije «tú harás lo mismo», porque sé como es, porque lo conozco, porque sé que será así. «¿Por qué?», me preguntó.
Y le expliqué que lo hará porque que la caca de su hijo sea «la esperada » o no determina, en buena parte, si está bien de salud. Cuando la caca es normal y no presenta ningún tipo de conflicto, los padres no solemos hablar de ello, digamos que tenemos cosas más interesantes de qué hablar, ¡aunque no lo parezca! Pero si un día esa caca nos parece demasiado verde, o demasiado amarilla, o demasiado líquida, o resulta que hace 9 en un solo día, o si tarda 8 días en hacerla, si es con sangre, o demasiado negra… todo esto nos preocupa porque nos indica que, tal vez, a nuestro hijo le pasa algo. Y entonces sí que hablamos de cacas. ¡Tanto como sea necesario! Para intentar descubrir lo que está pasando, para intentar ayudar a nuestro hijo en caso de que esté enfermo… y se lo explicamos a la pareja, y a la madre, y a la suegra, y al pediatra, y a quien sea… que aquella caca nos hace mala espina. Y no solemos equivocarnos.
Por eso los padres y madres hablamos tanto de caca. Porque es una señal de salud o no de nuestros hijos y si algo no podemos soportar es que les pase algo.
Por ello, después de una diarrea descomunal que ha hecho sufrir muchísimo a niño y familia, una buena caca normal puede ser motivo de alegría como no habías imaginado nunca! Por eso después de días de estreñimiento, el primer día que hace caca sin problemas puede ser un día feliz como el que más!
Es sólo por eso. Simplemente. No es que nos hayamos vuelto locos y que nos encante hablar de mierda. No. Es sólo que amamos a nuestros hijos y queremos que estén bien. Por eso hablamos de cacas. En el fondo, y aunque parezca mentira, si nos fijamos bien, en estas conversaciones de deposiciones infantiles veremos que sólo hablamos de amor. Si somos capaces de ir más allá del asco o no que nos pueda hacer la caca, veremos que todos estos hombres y mujeres que hablan de la caca de sus hijos están diciendo, de hecho, que les quieren.
¿Verdad que ahora ya no suena tan raro hablar de estas cosas?
2 respuestas
Jejeje boníssim!!!!! I és que és ben veritat que quan la caca torna a ser normal n’hi ha per fer un pastís i celebrar-ho!!!!! Jo abans se ser mare també pensava: què té la caca d’especial perquè tots els pares en parlin tant? Ara ja ho sé!
Hola Alba,
sí oi..? Suposo que abans de tenir fills no s’acaba d’entendre… però després es pilla ràpid la importància que té oi? 😉 Una abraçada