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Hasta el 6 de enero

¿Y si te vas?

Estas últimas semanas no te negaré que he tenido alguna punzada de aquellas que la mayoría de madres seguro que han tenido un momento u otro estando embarazadas: la de «¿y si te vas?».

Cuando gestaba tu hermana hice un post que se titulaba «No quiero que te vayas». Porque una vez que os sé aquí dentro, no, no quiero que os vayáis. Esta vez, sin embargo, ha sido un poco diferente, porque a pesar del intenso deseo de que te quedes siempre aquí con nosotros, había también un punto de calma, permitiendo que las cosas vayan como tengan que ir.

Como si alguna parte mi también te dijera «permito que hagas lo que has venido a hacer, y si dentro de mí no puedes crecer, permito que te vayas si lo necesitas».

Esto no quiere decir, en absoluto, que no haya un punto de inquietud y que no me pusiera tremendamente triste si esto acabase pasando en estas semanas todavía delicadas. Pero hay este sentimiento de confianza y de libertad: confío en que tú podrás saber si el nido es lo suficientemente sólido como para quedarte, si puedes crecer seguro, y te doy la libertad de irte si es que debes hacerlo.

Ni con Laia ni ahora contigo hemos esperado tres meses a anunciar vuestra llegada. Al contrario, lo hemos dicho muy temprano a familia y amigos, y sólo un tiempo más tarde al resto de entorno.

No nos ha asustado nunca pensar que quizás nos precipitábamos. Y lo hemos hecho así por dos motivos: el primero es que no queríamos contener la alegría sino compartirla con los que queremos.

Y decirlo es eso, compartir alegría, abrazos, sonrisas y un largo etcétera de cosas buenas. Y en segundo lugar, porque en caso de que todo fuese mal, necesitaríamos todo el apoyo posible. Por tanto, si amigos, familia y entorno saben por lo que pasamos, seguro que nos sentiremos más acompañados en unos momentos difíciles.

Tu padre está seguro de que no te irás. Cuando alguna vez le he dicho «no quiero que se vaya», él me contesta con aquella contundencia que a mí me hace respirar aliviada «¡cómo quieres que se vaya con lo bien que está ahí dentro! Ha venido para quedarse».

Y su seguridad a mí me da fuerza. Entonces intento respirar aquella punzada de miedo que ha venido a mí como de pasada y la dejo ir. Me vuelvo a conectar a ti y te vuelvo a decir, por enésima vez, que te quiero hasta el infinito. Que soy feliz que estés aquí, que me siento afortunada y agradecida y que puedes crecer tranquilo, que no tengo prisa de nada, si sé que estás bien.

En la vida no puedes decir nunca de esta agua no beberé, porque hasta que no te encuentras en la situación, no sabes muy bien qué acabarás haciendo. Hace unos meses con tu padre dijimos: «cuando tengamos otro hijo nos esperaremos un tiempo antes de decírselo a Laia». Pero un buen día supe que estaba embarazada y lo hicimos todo al revés de como habíamos dicho.

Me sorprendió este cambio radical. Porque los días que intuía que lo estaba, aquel secreto era sólo mío y de tu padre, y al mismo tiempo,… no podía esperar el día en que Laia lo supiera.

Sentía que era un tema muy importante y que le afectaba, que «tenía» que saberlo. Me dolía el corazón sólo de imaginar que ella pudiera darse cuenta de todo y no por nosotros. O que escuchara conversaciones al vuelo, o que viera cómo crece la barriga (¡porque me ha crecido en seguida!), que pensara que le estábamos escondiendo algo…

Así es que un día, con tu padre, cuando Laia dormía le dije «siento que Laia tiene que ser la primera en saberlo. ¿Qué opinas?» y él estuvo absolutamente de acuerdo.

Al fin y al cabo, somos una familia y a ella, tu llegada, le afecta exactamente igual o más que a mí y a tu padre (¡quien sabe!). Así es que cambiamos de planes, porque una cosa es pensar las cosas, mentalizarlas, intentar imaginarlas, y otra muy distinta es vivirlas. Yo, cuando vivo una situación, también la siento, y lo que siento me hace actuar de una manera o de otra. Sentía que lo tenía que saber y pronto. Sentía que quería convertir ese secreto de dos en un secreto de tres.

Y fue un momento que nunca olvidaré. Nunca. Pero la reacción de Laia a tu llegada durante estas semanas, te la contaré otro día.

Te quiero.

Tu madre.


 

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

6 respuestas

  1. Hola Míriam, amb la nova temporada jo m’estreno comentant.
    Aix jo des del dia que vaig saber que estava embarassada tampoc deixava de parlar-li i dir-li cada dia que l’estimava! No volia ni pensar en la possibilitat que no acabés tenint-lo entre els meus braços i per això em semblava que com més li parlés i em conectés més a ell, més bé es trobaria dins meu! És meravellós!

    1. Hola guapa.
      I gràcies per comentar al blog. D’aquesta manera compartim més entre tots. Sí, a mi em resulta impossible no parlar-li, em surt tan natural… Que bé que poguessis dir-li tot això. Li va arribar i ara només cal veure com et mira!
      Una abraçada

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