Hay dos clases de “¿y sí…?”. Una es la buena, la que está bien, la que no os tiene que asustar y es cuando, de repente, tienes una idea más genial que la anterior y de repente, te iluminas con algo que puede ir mejor, que puede ser más divertido, que puede hacéroslo pasar mejor a todos… Por ejemplo, estás charlando con la pareja y habéis decidido que el domingo iréis a la montaña a hacer esto o aquello otro y de repente te viene aquella idea y dices “¿y sí… cambiamos de planes y vamos a la playa, que no haga tanto frío, y hacemos una paella al lado del mar y pasamos allí todo el día?”. O este: “¿Y sí… cuando salga de la escuela la vamos a buscar y vamos de pic-nic a tal lugar?”…
Estos son los “¿y si…?” más guapos, los que salen espontáneamente y que os pueden traer experiencias o situaciones que no prevéis y que son fantásticas. Estos a mí me encantan. No salen cada día, no os penséis que tenemos que estar todo el día con “¿y sí…?” en la boca intentando tener una idea mejor que la anterior. Esto no va así. Estos “¿y si…?” de que hablo hoy salen cuando salen y normalmente, no se pueden ni prever, ni meditar antes de decir, ni nada de nada. Salen y punto. Y en general, hacen que el día cambie y sea todavía más bonito de lo que hubiera sido en un principio.
Pero os he dicho que hay dos clases y ahora me queda explicar la no tan “buena”, la que no gusta, la que puede llegar a torturar y la que, para ir bien, tendríamos que echar de nuestras vidas para siempre. Es de este tipo:
Ejemplos: Tu hija tiene un resfriado típico de la época y normalísimo, y en consecuencia, tiene mocos y tos. Pues bien, cuando por la tarde empieza a tener fiebre tú ya te piensas que esto no es normal y de repente te asalta un nuevo “¿y sí…?” y este es de los que no molan nada, y dices: “¿y sí… en vez de un resfriado es algo más grave? ¿Y sí… tenemos que ir a urgencias o darle alguna otra cosa, o hacer no sé qué, o llamar a no sé quién…?”
O… llamas a casa y a pesar de que te pensabas que hija y canguro o hija y abuelos, o hija y padre estarían allí seguro, nadie te coge el teléfono. Es normal. Pueden haber salido, pueden no haberlo escuchado… Pues la mente, que no pierde una no fuera caso que estuvieras demasiadas horas tranquilo, te empieza a decir “¿y sí… les ha pasado algo, han caído de algún lugar y no pueden coger el teléfono, están en urgencias, han entrado unos ladrones a casa y los han secuestrado, han salido con el coche y han tenido un accidente,…?”
Es muy importante detectar los dos tipos de “¿y si…?” y ver si los que decimos más son los segundos o no, porque si es así, si los tenemos siempre en la boca, si los utilizamos todo el día: tenemos un problema. Y de los gordos.
No confundamos este segundo grupo con el tipo de alerta que te anuncia que pasa algo y que os puede salvar, en un momento dado, la vida: este caso es diferente. Esto tiene mucho que ver con la intuición (Leed: “La intuición y como aumentarla”) y no tanto con la mente.
Yo me he dado cuenta de que en algunos momentos estos “¿y si…?” me asaltan y he decidido desterrarlos de mi vida. Por ahora, lo primero que he hecho es darme cuenta de ello y ya es algo. Y también me he dado cuenta que muchos de los “¿y si…?” negativos tienen que ver con la maternidad, con la inseguridad que nos asalta a menudo a madres y también a padres y que te empieza a torturar con “y sí… lo que tendría que haber hecho es esto y no aquello otro? ¿Y sí… le tendría que haber dicho que no podía hacer aquello y he sido demasiado blanda? ¿Y sí… en vez de actuar así me lo tendría que tomar de otro modo y actuar más no sé cómo? ¿Y sí… aquello que me ha dicho aquella mujer que pasaba por la calle es lo que tendría que hacer y en cambio, me estoy equivocando cuando hago lo que siento…?”
De estos “¿y si…?” hablo. De estos. Dejémoslos correr. No nos convienen ni nos interesan. Echémoslos, no les demos más juego ni entidad. Yo he decidido echarlos de mi vida. ¿Y tú…? ¿Los hay, en la tuya?
2 respuestas
Jo me’n vaig desfer ja fa un temps (conscientment, després de pensar-hi com has fet tu), i es viu infinitament millor!
Petons!
Enhorabona Mo!
I tant, s’ha de viure mooolt millor. Et felicito. Intueixo, però, que és una feina que cal anar fent al llarg de la vida perquè en el moment que menys t’ho esperes pot tornar a aparèixer aquell refotut… «i si…?» 😉
Petons!