Yo era de las que lloran a menudo y sin vergüenza. Sí, no me cuesta emocionarme y llorar no me asusta. Pero cuando me convertí en madre las lloreras fueron reduciéndose.
La oxcitocina, la felicidad tremenda que provocan los hijos en muchos momentos del día a día hacen que llorar tenga menos cabida. El poco tiempo, el no parar, hacen el resto.
Y te encuentras, de repente, que hace meses que no lloras y lo echas de menos.
Echas de menos el soltar, no la tristeza. Echas de menos el limpiar, no la angustia. Echas de menos la libertad de llorar en cualquier momento y situación.
Porque cuando tienes hijos no puedes darte el gustazo de llorar como antes. Los hijos se preocupan, se angustian, quizás no lo entienden, y a ratos en que notas que necesitas echar unas lágrimas te dices: bueno, luego, que no hace falta que estén delante.
Y el luego, el después, a veces no llega porque te has quedado dormida mientras les acostabas.
Sí, hay momentos en que lloramos y están, y no pasa nada. La vida es así e irán viendo que llorar es algo normal, y que los adultos, a veces, también lo hacemos.
Pero no me refiero a esa lágrima que cae disimuladamente.
Me refiero a llorar con lágrimas que sanan desde lo más hondo… esas, con el quejido que a veces las acompañan, cuestan más de asomar cuando eres madres.
Y allí vamos, aguantando a veces muchas cosas que tendríamos que soltar con una buena llorera…
Ayer fui al cine. De repente me entraron unas ganas irrefrenables de ir a ver Lion, una película de maternidad biológica y por adopción, una película de vínculo y amor.
Hacía más de 8 años que no iba al cine sola y el sábado, que vi la posibilidad, fui.
La vida quiso que quedasen pocas filas libres y tuve que quedarme en una de las de adelante y sola. Ideal.
A medida que avanzaba la película empecé a llorar, a llorar de verdad sin miedo de que nadie mirara, sin miedo de que nadie me viera… Llorar, sin más. Llorar como antes.
Y cuando volvía andando a casa me decía a mi misma que hay que llorar más y aguantar menos.
Que hay que soltar y dejar que las lágrimas limpien el alma de las cosas que se van pegando allí y ya no sirven.
Que hay que llorar más para soltar el caparazón y extender las alas.
Y tú… ¿lloras o lo echas de menos?
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9 respuestas
I tant que ploro i no m’amago… ara. Està lligat plorar a alguna cosa dolenta i no ha de ser pas així, penso com tu, va bé per netejar, lliurar i sentir-se fresc de nou. Carregar piles.. és fantástic i quan la teva nena s’apropa i diu mama no «poris» «t’estimo» és millor encara. Et fons en una gan abraçada i l’expliques que les mames també ploren perqué es necessari mostrar el que sents. gràcies
Exacte… que bonic! Una abraçada
Yo echo de menos llorar. Desde que tuve a mi peque no lloro. Este año, mi peque tiene 3años, tuvimos otro «tu no» , otro aborto espontáneo, me vio llorar, no podía más, me preguntó pq estaba triste? La cojí y le dije: «ya estoy bien, sólo quiero un abrazo»
Y decidí dejar de llorar delante de ella, me cuesta mucho, pero lo echo de menos.
Lo siento mucho… qué duro. 🙁 Te mando un fuerte abrazo, de corazón.
Hola!!!Te entiendo totalmente. Lo bien que sienta llorar a veces!!!Es verdad, es como que tienes que esconderte, para que nadie se asuste, supongo, y porque no es una emoción agradable a los demás. Pero los niños lloran sin pensar si deben o no. Aprendamos de ellos. A veces sientes que te tienes que justificar por llorar…incluso disculparte, que no se note…pero el llanto que no sale queda «atragantado» . Llorar más. Es mejor. Un abrazo!!!
Exacto… mejor fuera que dentro 😉 Y dejemos de pedir perdón por sentir y expresarnos! Un abrazo!
Yo lloro mucho, me emocionan tantas cosas… Y me sienta genial. Me apunto Lion 😉
Petons!
Yo soy hombre y me ha costado muchísimo llorar en libertad, cuando me sale, cuando quiero, los hombres o lloramos o nos autodestruimos…(por lo general) .a llorar se aprende viendo llorar . Mi hija me pregunta ¿Estas triste aita? Y yo le digo: si cariño, o no cariño lloro de alegría. Que suerte tía llorar sola y en el cine, como viven algunas!
jajajaja… pues hacía que no iba sola al cine una eternidad… pero qué gusto, por favor! 🙂 Necesitamos llorar más y los hombres, más todavía! 😉 Un abrazo