17.4.2012
Hace años que pienso lo difícil que debe ser para un ginecólogo hablar y tratar cuestiones que nunca podrá vivir ni sentir. Es decir, un ginecólogo hombre no ha tenido nunca la regla y por lo tanto, le será muy difícil imaginarse cómo es el dolor que puede llegar a hacer. Puede saber las causas, dónde duele y por qué, pero nunca la habrá sentido. Del mismo modo tampoco podrá saber nunca lo que es tener un bebé en el vientre o qué se siente cuando se te hinchan los pechos porque se están preparando para producir leche. No sabrá qué se siente cuando te hacen un tacto vaginal ni lo incómodo que puede llegar a ser que te toquen un pecho para tratar de descartar ningún tumor mamario.
Y ahora viene la pregunta: ¿Un ginecólogo puede ser mejor que una ginecóloga mujer o es, simplemente, imposible por razones obvias? Conozco tantos ginecólogos poco profesionales, tan malos en su trabajo… tantos hombres que tratan a las mujeres sin tener ni idea de qué sienten, qué les pasa, que a veces tengo la tentación de decir que no, que un ginecólogo nunca podrá llegar a hacerlo bien del todo, simplemente porque hay un montón de sensaciones que desconoce y que, por tanto, le será muy difícil ponerse en el lugar de la mujer a la que trata.
Pero entonces pienso en los oncólogos: ¿Es necesario haber vivido y superado un cáncer para ser un buen oncólogo? Yo creo que no. Seguro que ayuda, no tengo ninguna duda, pero se puede ser un médico profesional, bueno y sobre todo, empático, a pesar de no haber pasado por la situación por la que pasa el paciente. Por tanto, con los ginecólogos no debería ser diferente. El problema creo que es la empatía. Para mí es esta la clave, la humildad y la empatía. La humildad para admitir que habrá sentimientos, sensaciones que es muy probable que se les escapen, y empatía para intentarse poner en el lugar de la mujer, para intentar captar profundamente los miedos, las sensaciones y las debilidades. Cada paciente debería ser una oportunidad de aprender un poco más, de acercarnos a hacer mejor el trabajo que hemos escogido hacer, si es que somos ginecólogos por vocación, claro.
La bata blanca no es garantía de nada. Posiciona, es cierto, pero no garantiza en absoluto ser un buen profesional. Y esto va para todos los batas blancas (pediatras, dentistas, urólogos, traumatólogos o psiquiatras….); son los conocimientos y la empatía, las ganas sinceras de ponernos en el lugar del otro, lo que harán la diferencia. Creer que lo sabemos todo nos aleja de la verdadera sabiduría. Pensar que ya no podemos aprender nada, que aquella mujer que tenemos ante nosotros es como todas las demás, un caso más, un embarazo más, un tumor más en el pecho, un tacto vaginal como tantos otros… nos hará cada día peor profesionales. Y haremos un flaco favor a aquella a quien tenemos delante nosotros y también, evidentemente, a nosotros mismos.
A veces no acabo de entender por qué en el mundo de la ginecología y especialmente en cuestión de embarazos, hay tantos malos comentarios, tantas frases que asustan, tan poco acompañamiento a mujeres desorientadas… ¡Debería ser al revés! Los buenos ginecólogos deberían ser la norma, debería estar lleno y debería ser muy fácil escoger uno porque todos deberían ser buenísimos! No sólo con conocimientos, que deberían ser los mejores, sino en empatía, transmitiendo a la mujer que entiende de qué le habla, que no son tonterías, que puede expresarse, que no la juzga, que la acompaña porque el camino hasta dar a luz al nuevo bebé sea lo más seguro y confortable posible.
Traer hij@s al mundo es una de las cosas más sagradas de esta vida, y los traemos las mujeres. Nos conviene a tod@s, mujeres y profesionales que nos acompañan, no olvidar nunca algo tan básico.
3 respuestas
Ai, quanta raó que tens! Jo també m’havia plantejat aquesta pregunta perquè per desgràcia he conegut bastants ginecòlegs maleducats i gens empàtics. Durant el meu part em van atendre dues ginecòlogues (de 2 torns diferents): empàtiques, dolces, educades… i realment em vaig quedar amb la sensació que era impossible que un home pogués sentir el que sentim en un moment tan important de la nostra vida. Però tens raó, tot és qüestió d’empatia i no cal haver-ho viscut per poder-ho fer bé!
Hola, Mireia!
Doncs jo no puc comparar…! Sempre m’han tractat ginecòlegs homes… Fins i tot el dia del part… tot homes!
Gràcies pel teu comentari. Petons!
Hola Míriam,
Es cert que sembla que hauria de ser «millor» una ginecòloga que un ginecòleg… Però jo m’he endut una sorpresa en aquest aspecte! Sempre he anat a una ginecòloga, pensant que qui millor que una dona per entendre el que em passa, inclòs embaràs, dues ginecòlogues…El tracte va ser nefast! Semblava que no entenguessin, els dubtes, les pors, etc… Quin desastre! Al part, dues gincòlogues i un ginecòleg, ell fantàstic! Ara, despres de la ingrata experiència he canviat a ginecòleg, i t’escolta, t’explica, t’enten! Sempre parla de…»la meva dona ha passat per això que em dius i….» o bé «a la meva dona després del primer part la lactància va ser així…» És fantàstic! 🙂
Petons!