Cuando hacía poco que acababa de parir y estaba en esa etapa tan vulnerable a frases, consejos no deseados u observaciones de familia, amigos, conocidos y desconocidos, una persona me dijo: «tranquila, te curtiràs».
Y sí, tenía toda la razón. Lo haces. Quizás es el paso del tiempo, quizás es la acumulación de experiencia en este tema, o también muy probablemente porque vas cogiendo seguridad en eso tan difícil y maravilloso que es ser madre…
Cada uno lo maneja a su manera: hay quien consigue volverse sordo a críticas «bien intencionadas» o comentarios incluso dolorosos referentes a cómo criamos a nuestros hij@s.
Ya sabéis, aquello de que si le estás convirtiendo en un emmadrado, que si dormirá contigo toda la vida, que si ponle chupete que sino se chupará el dedo, que si lo tienes todo el día pegado, que si te está tomando el pelo, que si lo tienes que dejar llorar…
Hay a quien le sigue haciendo la misma rabia pero ya tiene la lengua dura de tanto mordérsela. Hay a quien le afectan menos estos comentarios, pero no ha podido resolver lo de quedarse triste cada vez, o sentir esa sensación en la barriga de «les tendría que haber dicho esto o lo otro…».
En cuanto a mí… hace un tiempo me di cuenta que sí, que me había curtido y no sólo eso, sino que había conseguido expresar lo que quería sin hacerlo con la emoción desbocada: con rabia, enfadada u ofendida.
Hace poco criticaron mi manera de criar a nuestra hija: abiertamente y delante de algunas personas, también (claro) delante de Laia. Intenté morderme la lengua porque no tenía ganas, entonces, de vivir esa situación. Pero mi interlocutor no se dio por aludido con mis caras de«mejor déjalo» y continuó hurgando e insistiendo de la manera más descarada. Caminábamos y me detuve. Fijé la mirada en los ojos de la otra persona y dije: «tú ya has criado a tus hijos. Laia es mi hija, no la tuya: respeta mi manera de criarla, tal y como yo respeto la tuya». Se hizo el silencio. Hubo cambio de tema y el resto de la jornada transcurrió como una seda. Ningún comentario ofensivo, nada más.
Lamenté que se hubiera creado esa situación, evidentemente, pero estuve contenta de haber podido decir lo que quería (ni más ni menos) de la manera más amable posible, sin que mi voz escondiera ni rabia, ni enojo, ni ofensa. Os aseguro que hace unos años me hubiera puesto a llorar, hubiera ido a casa hecha polvo y me hubiera quedado aquella horrorosa sensación de haberme sentido pisada y nada respetada. Ahora no. Porque no sé cuándo fue, pero un día de estos tres años con nuestra hija me dije: «Hasta aquí». Porque hay líneas que no debemos permitir que otros traspasen: porque si las atraviesan, nos humillan, nos maltratan, nos desprecian y demuestran que no, no tienen ninguna intención de ayudarnos. Porque hay frases que no ayudan, sino que hunden. Porque hay tonos de voz que lejos de comprendernos, nos machacan.
Y algún día tenemos que decir «Hasta aquí. Más allá ya no te dejo cruzar la línea». Y eso depende de nosotros… y sí, no es fácil. Pero ¿cómo podemos enseñar a nuestros hij@s que los respeten si nosotros no hacemos respetarnos, si no respetamos nuestra necesidad de ser tenidos en cuenta? La maternidad también me ha enseñado eso. No a sacar los dientes, no a coger la espada y el escudo, sino simplemente a trazar una línea imaginaria donde intento no dejar cruzar a nadie. Y si algún día algún despistado la traspasa, ahora ya tengo las herramientas y la fuerza para decir: «No sigas. Hasta aquí»
17 respuestas
Molt ben dit Míriam! Un bona lliçó a aprendre!
Un petó!
🙂
qué identificada me siento de nuevo con tus palabras Miriam, qué mal me he sentido tantas veces que han querido meterse en mi manera de educar a Teo… leerte me da energías para decir basta y seguir tu ejemplo. Muchas gracias por tu experiencia. Un beso!
Hola, Tali…
Sí no es fácil, y creo que muchos ni tan siquiera se dan cuenta de lo que se sufre al sentirse juzgado en la manera de criar. Es como si nos dijeran a la cara «eres una mala madre, no le cuidas bien» que en el fondo lo recibimos como un «no le quieres lo suficiente!» y esto sí que no podemos soportarlo. Por eso nos duelen tanto estas frases, por eso lo pasamos tan mal.
Y justamente por eso, porque no podemos permitir que nos digan esas cosas, ni que sea inconscientemente, tenemos que decir «hasta aquí».
Besos y fuerza.
Encara he d’arribar a aquest punt. Tot i que m’esforço en que no m’afectin encara hi ha comentaris que em fan mal i no sé com reaccionar. Aquesta teva m’ha semblat una bona manera. Potser el teu post d’avui m’ajuda a marcar la meva linia de «fins aquí!». Gràcies!!!
Ànims Annuska.
No és fàcil, no saps com us entenc. I alhora crec que és tan important fer-ho… Per una mateixa, pel fill, per l’interlocutor també, perquè sàpiga que allò dol i intenti no fer-ho en un futur… Demanar respecte no és dolent, no hem de viure-ho com si ho fos, amb culpa, perquè no tenim la culpa de res.
Molta força! Un petó
Jo tampoc he arribat a aquest punt. Em fan mal alguns comentaris pero encara em fa mes mal no se capac de respondre, quedar-me callada. I llavors penso en la imatge que li estic donant al meu fill. Tot un tema on crec que creure en un mateix es la base. En fi, jo seguire treballant per arribar a dir un dia «fins aqui». Potser el teu escrit m’ajuda a fer-ho. Gracies Miriam!
Raquel,
prendre’n consciència és el primer pas. Voler-ho canviar és el següent, i fer-ho ja és l’últim. Crec que hi estàs a punt. És per tu, pel teu fill i en el fons també pels qui et critiquen, que cal fer aquest pas. Et sentiràs millor, et respectaran més. Pot ser, és cert, que algú s’enfadi, però això ja no és el teu problema. Si el que dius, demanant respecte, ho dius educadament i amb bones formes, pots estar ben tranquil.la. Traçar la línia del «fins aquí» és molt sa, ja ho veuràs.
Una abraçada! Tu pots!!! 🙂
otra que ha dicho esa frase más de una vez, incluso a mi propia madre y sí, surtió efecto, besitos
Bien! Duro, decírselo a la madre, pero necesario.
Besos.
Jo també em sento molt identificada, Míriam!!!
Nosaltres també vam haver de dir, «Fins aquí» quan l’Oriol el nostre fill gran era molt petit. I ho vam haver de dir a algú de la família, no vegis com costa!!!!!
Ara, tens rao quan dius que un cop marques la linea i no hi deixes passar ningú, et sents més segur i aquesta seguretat fa que la gent del teu voltant respecti més les teves decisions. Al menys això és el que ens va passar a nosaltres.
Hola, Anna.
Sí, que és difícil, molt! També crec que amb el temps, cada vegada costa menys. No m’imagino amb la meva filla d’un mes marcant línies, m’era massa difícil, jo encara era massa vulnerable. Però al cap d’un temps vaig treure la força.
Gràcies per explicar la vostra experiència.
Petons!
Me pregunto esa línea imaginaría también debe ir en sentido contrario? Y Si, a veces me veo respirando profundo para no decirle a una amiga o conocida: oye, meter miedo, amenazar, golpear a tú hijo no les hace bien, y es dificil porque tambien alguien debe hablar por los niños, y por tantos padres y madres Que creen con el corazón estar haciendo Lo mejor para sus hijos, al igual Que nosotros.
Respeto a nuestros hijos como forma de crianza lo transforma todo, incluso llegar a entender, compadecer, dialogar con tantos ingenuos maltratadores y opinologos de oficio.
Que el curtirnos no nos lleve a cerrar el dialogo, crianza con respeto es tambien una misión social, a veces una pregunta directo a los instinstos desmonta y puede llegar a transformar o incomodar al opinologo de al lado. Un ejemplo, ayer otra madre conocida, me dijo, mientras yo cargaba a mi hijo en brazos, obligalo a Que camine, y como tu, detuve la marcha, la mire con calma, mientras abrazaba con placer a mi hijo, y pregunte, cómo le obligo? Es mas y por qué tengo Que obligarle? No hablo por un rato, cambio el tema, el contexto y al otro día tenia otra actitud, incluso pudimos hablar del tema sin culpa, sin reproche.
Claudia,
muy buena tu reflexión… Yo creo que el diálogo nunca sobra. Lo que sobran son juicios, impertinencias y comentarios maleducados. Si hablamos correctamente, desde el respeto, desde el comprender al interlocutor… todo va a ser más fácil. Tanto si somos nosotros quienes trazamos la línea como si es la otra persona quien se siente juzgada por nosotros… Es importante no hacer lo que no queremos que nos hagan. Pero a mi no me importaría que quien me juzgó hace tiempo, quisiera dialogar conmigo sobre crianza…
La comprensión, el respeto mútuo, es beneficioso para toda la sociedad. Y nunca es en balde. Gracias por tu aportación, Claudia, muy interesante.
Besos.
Mmmh…gran tema aquest! Com fer-se respectar i com no jutjar! crec que és la clau de la convivència, i del creixement personal: jo m’he trobat moltes vegades jutjant i m’ha ferit molt que em jutgin…cada cop me n’adono abans, però…que fàcil que és criticar a una mare que s’ha posat nerviosa i deixa plorar la seva criatura al cotxet en un restaurant perquè ella vol menjar…i si no m’hagués frenat li hagués dit: però perquè no l’agafes? No veus que et necessita?
En la criança és on les ideologies i creences cobren més ímpetu. Jo m’he trobat amb noves amistats i n’he perdut d’antigues per aquest motiu… Ens hi va la vida (els nostres fills), i sentim que també ens hi va el futur de la nostra societat. Ningú és perfecte, però com tu dius prendre’n consciència és el primer pas, i parlar amb respecte i valentia el segon.
De nuevo,me siento identificada contigo. En estos 26 meses de mami ha habido de todo….y lo peor,la mayoria de comentarios x parte de mi suegra……Aun he de aprender o bien a morderme la lengua para no responder mal,o bien a cbiar mi cara…..q se transforma sin aviso y delata la rabia q siento.
Su frase preferida para » hacerme ver»»q ella lo sabe todo y yo no: que yo he criado a 2.
Uuuuuuffffff
Jeje gracias x este espacio,por compartir tus esperiencias.y por dejar q nos desahoguemos. Besos!!
Y perdon x las faltas de ortografia. no es lo habitual en mi pero cn el movil soy un desastre!!