Cuando tienes un hijo, siempre hay un día que piensas en el día que se enamorará, y luego, en el día que traerá a casa aquella persona de la que se ha enamorado.
Este tema es fruto de muchas conversaciones de los padres, a menudo riendo, bromeando e imaginando cómo será el tipo o la tipa que acabe llegando a casa. No sé si es por las películas que hemos visto o porque sabemos que antes de hacer diana a menudo varios dardos salen de la propia redonda, que tememos lo peor 😉
Pero más allá de eso, de que un día me guste o no la persona que escojas, Laia, sí es cierto que a menudo deseo que descubras qué se siente cuando te enamoras y eres correspondido. Porque es una de las mejores sensaciones que se pueden experimentar en la vida.
Cuando, de repente, encuentras LA persona, aquella que te hace sentir cosas que ni siquiera imaginabas que se podían llegar a sentir. Cuando te enamoras tan profundamente, tan apasionadamente y tan desde el alma, que casi te sientes morir de felicidad.
Cuando apenas sabes dónde empiezas tú y dónde termina el otro porque os fusionáis, porque lo que os une es tan fuerte, tan lejos de la razón y del ahora y aquí, que os transporta a lugares que ni siquiera sabíais que existían.
Porque me gustaría que un día, Laia, no te preguntes si te has enamorado, sino que lo sepas. Que no te preguntes si es LA persona, sino que sepas que sí. Y sé que para llegar aquí a veces quizás incluso darás palos de ciego, quién sabe,… y cuando pienso en esta etapa, en la de ir creciendo y acumulando experiencia vital, deseo que por lo menos, las personas que elijas siempre sepan tratarte bien y que tú sepas alejar las que no lo hagan.
Que sepas protegerte y que tengas suficiente autoestima como para no dejar que te desprecien ni con palabras ni con gestos. Deseo que sepas profundamente que te mereces ser amada y bien tratada.
Y después, en medio de este camino de aprendizaje en el mundo de las relaciones de pareja, deseo que algún día encuentres a alguien de quien te enamores locamente y que, a su vez, seas locamente correspondida. Para que puedas caminar acompañada sintiendo todo este AMOR con mayúsculas cada día, desde que te levantas hasta que te vas a dormir…
Sí, Laia, lo has adivinado… de alguna manera me gustaría que sintieras lo que sentimos tu padre y yo, que sintieras lo que sentí la primera vez que nos abrazamos… Que éramos uno, mucho antes incluso, de encontrarnos. Esa sensación como de llegar a casa después de un día largo, caluroso y cansado, muy cansado.
Y deseo todo esto porque sé que si lo encuentras serás feliz y no hay nada que desee más en mi vida que tú seas feliz. Que tú lo seas y que nosotros podamos verlo.
10 respuestas
Yo también espero lo mismo: ver a mi hija sentirse enamorada y ser correspondida. Ojalá sepa enseñarle a buscar el amor con sabiduría y a dejarse absorber enteramente por esas sensaciones maravillosas y desconocidas cuando el corazón te la te a mil por la persona indicada. Hermoso post Miriam.. me imagino la cara y la sonrisa de Laia cuando lo lea.
Seguro que sabrás hacerlo! Y seguro que Sara se enamorará y será correspondida, estoy convencida de ello!
Sí… yo a veces también lo pienso… ¿qué dirá cuando lea todo este blog? Misterios de la vida… 😉 Un beso!
Míriam, m’has fet caure la llagrimeta i tot!!!! Quanta raó que tens i que be que ho escrius!!!
Gràcies, guapa!!!
Desde luego ella va a contar con tu apoyo para pasar por ese camino a veces dulce a veces amargo y eso es contar con ventaja. Ojalá tenga la misma suerte que tú.
Yo lo he pensado muchas veces y últimamente más. Tengo una amiga (más mayor que yo)que tiene un hijo en una circusntancia un poco complicada por tema de amores y sé que ella lo está pasando muy mal.
Que nos tocará ver y pasar…
Buf… algo me dice que un poco seguro que sufriremos, ¿no? El otro día Laia se disgustó porque un amigo suyo no le quería dar la mano para andar juntos… y pensé «Dios mio, lo que nos espera!» y ya temí eso del «mal de amores»… pero quien sabe! No nos anticipemos, y gocemos de cada momento. Un abrazo volando hacia ti y otro para tu amiga.
Es lo mejor que podemos hacer ahora… gocemos de ellos!
Otro abrazo para ti 😉
Qué bonito Miriam…
El amor es el sentimiento más bello y puro que hay en la vida. Por amor se es capaz de todo y llegar a sentir eso, de verdad, es lo más grande que puede pasarle a una persona porque, después, fruto de ese amor viene «la guinda del pastel», los hijos. Es un círculo precioso 😉
A veces, cuando veo a mi madre jugar con Laia, me imagino si algún día seré yo la que jugaré con mi nieta… y me asombro de lo que me llega a gustar formar parte de este «círculo precioso» del que hablas tu. Un beso.
Precioso!