Me ha costado lo mío comprender, de verdad y no teóricamente, que cuidarme no era ser egoísta ni mala madre. Que cuidarme era necesario primero para mí, y luego también para mis hijas.
Esa creencia tan arraigada que nos hace sentir mal por tener la necesidad de cuidarnos, atendernos, amarnos y tenernos en cuenta… Ese patriarcado que nos han grabado a fuego y que nos impide, a veces aunque lo intentemos, sentirnos bien TAMBIÉN cuando nos damos un respiro, tiempo o mimo.
Para mí, lo que no podemos permitirnos es no hacerlo y luego, como estamos fatal, verter toda esa frustración, ese malestar y ese grito desesperado de “no puedo más” a los que tenemos alrededor, normalmente nuestros hijos/as. Como si tuvieran alguna culpa, como si fuera por ellos, que nos impidieran darnos lo que necesitamos… Y luego, hacer pivotar a toda la familia alrededor de nuestro malhumor y de nuestro malestar… Hacer sentir a nuestros hijos como si tuvieran la responsabilidad de hacer más feliz a mamá, hacerla sentir más contenta, ponérselo todo más fácil… Eso no es justo.
No, no son ellos los responsables. Es la cultura patriarcal que nos hace sentir culpables pase lo que pase, como si no fuéramos nunca suficientes… Y somos nosotras también, que a menudo no desmontamos esta creencia que tanto daño nos hace y ya no puede ser. Cambiemos el paradigma.
Cuidarnos es “bien”. Ahora y siempre. Ojalá resuene 🙌