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Derechos

Mujer

8.3.2012

Hoy, 8 de marzo es el día internacional de la mujer y quizás muchas se me echarán encima cuando lean que para mí, ese día, no ha significado mucho. Creo que no miento cuando digo que no tuve conciencia real de mujer hasta ya de adulta. ¿Qué quiero decir con eso de «conciencia real»? Pues que no fue hasta poco antes de entrar en la maternidad que me sentí realmente plena y feliz como mujer, sin necesidad de esconderme de nada, ni de sentir vergüenza o ningún tipo de sentimiento de inferioridad. Que triste decir esto, ¿no? Suspongo que sí, porque quiere decir que durante muchos años no me acabé de encontrar a gusto conmigo misma.

Me salieron los pechos muy temprano, la primera de la clase, y siempre sentí cierto complejo. Me vino la regla y tal vez porque me daba mucha vergüenza tenerla y tenía mucho miedo de mancharme y que los demás lo vieran, siempre (hasta no hace 2 años) me hizo daño, todos y cada uno de los meses de mi vida. Afuera, en el exterior, lo que se valora y elogia es un mundo masculinizado, unas mujeres lo más parecidas a los hombres posible y yo, durante muchos años, seguí esta misma vía; parecerme a ellos en muchos aspectos. Como si eso de ser mujer y estar a gusto con una misma cotizara a la baja.

Con los años y la toma de conciencia de tantas cosas llegó también un acercamiento con mi propio cuerpo. Contactar con mi volumen, con mi altura, con mi contorno, la piel, y cada parte, por pequeña que fuera, de este cuerpo de mujer que me daba forma. Creo que no fue hasta la edad adulta que aprendí a mirarme de verdad y a amarme. Justo cuando mi camino se encontraba en ese preciso punto llegó la maternidad, que me terminó de empujar en el conocimiento y la profundidad de lo que era yo. Me embaracé y de repente, me sentí más mujer que nunca. Nuevos sentimientos se apoderaron de mí y creo que desde ese momento ya nunca más fui la de antes. La que no acababa de encontrar su lugar ni tampoco saber quién era.

Fue un descanso finalmente sentirme mujer y estar orgullosa de serlo. Sentirme feliz con la forma y con el fondo, con todo lo que conllevaba serlo. Descubrí partes de mí que creía que no existían. De repente, la energía femenina simplemente fluía y eso hacía que me sintiera cada vez mejor rodeada de mujeres; amigas, madres, abuelas, niñas… La frase «Yo tengo más amigos que amigas» desapareció de mi vida y dejé de separarlos y de hacer tantas distinciones. Ahora soy feliz de tener tantas, de sentirme tan bien acompañada con tantas mujeres. Ahora soy feliz de saber el poder que tengo conmigo y de no renegar de él. Sólo me sabe mal haberme dado cuenta de todo esto tan tarde… haber tardado tanto en ser feliz siendo quien era, haber dejado que el mensaje oculto de «las mujeres sois menos» calara dentro de mi. No sé si fruto de lo que veía a lo largo de mi vida o porque de alguna manera, tantos siglos de sumisión y maltrato a la mujer nos han acabado dejando huella, de aquella que no se ve pero que no se va ni con cien mil lavados.

Cuando, embarazada, supe que gestaba una niña fui feliz y pensé que sería todo un reto enseñarle que puede fluir con la energía femenina y también con la masculina, que no hay una superior a la otra, y que no debemos dejar ninguna de lado. Es curioso porque cuando la miro ahora, que tiene dos años y medio, creo que le será mucho más fácil que a mí. Porque veo que ahora ya fluye en las dos corrientes dependiendo del momento y de la situación. Porque la veo mucho más mujer que yo a su edad… como si ya hubiera superado un escalón más y hubiera algunas cosas de las que ya no le será necesario preocuparse… Ojalá así sea…

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

7 respuestas

  1. Qué razón tienes! Me identifico mucho con esa parte de «sufrir» las evoluciones del ser mujer pero también en esa contradicción amé parir a una niña pues somos portadoras de la magia de la pasión y de la entrega. La maternidad descubre «el otro lado de la luna» entregándonos un brillo inigualable de esta faz. Felicidades! No por el día de la mujer que eso es patético si no por encontrarte a ti y descubrir esa felicidad plena.

    1. Sí, es verdad… quizás hemos sentido felicidad al ver que teníamos hijas porque creemos que ellas ya tendrán medio camino hecho, porque confiamos que no vivirán con ningún tipo de peso que no les atañe… quizás. Ojalá estén libres de ese peso de tantos siglos de oscuridad, de tanta culpa vertida encima de las mujeres. Una culpa que sin duda, no nos pertenecía.
      Gracias por tu comentario, has captado totalmente mis palabras y su mensaje. Besos.

  2. Miriam, como siempre tan acertada!. Nacimos en una época en la que no se nos enseñó para nada a conectar con nuestra propia esencia, sino por el contrario a negarla en lo posible, como si fuese sinónimo de debilidad. La maternidad consciente para mi justamente es entrar en ese contacto con tu propio rol de mujer y madre, con tu esencia femenina… ese despertar de hormonas que te invaden cada célula de tu cuerpo y te hacen re-nacer. Un abrazo hoy y cada día!.

    1. Hola, Catalina! Siento lo mismo… La maternidad acabó de bañarme en la energía femenina que necesitaba para acabar de sentar bien las bases, para darme cuenta de que podía fluir en esa energía, que era bueno, que me era beneficioso y que podía ser immensamente feliz tambien en ella… ¡Cómo lo estoy disfrutando!
      Y sí un abrazo hoy y cada día, porque cada día es nuestro, y de ellos, y de todos.
      Un beso.

  3. Me ha encantado este post, me siento muy indentificada con esos sentimientos. Pero claro, el «me gusta ser mujer» lo identificamos con tonterías, anuncios de compresas…
    Yo también me he «reenamorado» de mí misma a partir del embarazo, hay que ver cómo te cambia la vida, el concepto de tí misma, el reencontrar el lado mujer-mujer.
    Es sentir que como mujer puedes llegar igual de alto y hacer las mismas cosas, pero manteniéndote mujer.

  4. Tienes razón en esto, somos de una generación que negaba la feminidad, yo vestía con ropas anchas que disimularan mi pecho. Y en un mundo tan masculinizado como la música sentía vergüenza de mi contorno, sufriendo por miedo a que se distrajesen de mi música observando mis curvas. Muchas veces ha sido así. Por eso yo pienso que el 8 de Marzo es un día importante porque evidencia un problema que no esta solucionado.
    Gracias, siempre me haces pensar

  5. Totalmente identificada contigo… qué pena!!
    Ojalá sea cierto que nuestras experiencias y sobre todo nuestro aprendizaje sirva de algo a nuestras hijas.
    Gracias!!

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