30.6.2015
Hay momentos (pocos, por suerte), en los que me queréis las dos, me necesitáis las dos. Hay momentos en que no os parece bien otra opción para que yo pueda llegar a vosotras: esperar un momento, quedaros con papá mientras atiendo a la otra…. No os vale nada, sólo yo.
Y me queréis y necesitáis con la misma fuerza: con edades diferentes, por motivos diferentes y con comprensión a diferente nivel de todo lo que está pasando, pero me necesitáis las dos, a la vez, y me queréis sólo para vosotras.
Son pocos, por suerte, pero hay momentos en que no os sirve tumbarnos las tres y que yo dé el pecho a la pequeña y acaricie con la mano (como si de una contorsionista se tratara) la espalda de la mayor. No os vale, no os sirve. Me queréis a mí sola, sola para vosotras, atendiendo a un solo tiempo vuestras necesidades. En exclusiva.
Y esto, a veces, no puede ser. No puedo dividirme y las veces que pasa esto que describo, noto que me duele el corazón. Porque tengo que elegir, priorizar sabiendo que lo que decida dolerá a una de las dos.
Laia, a ti te toca más a menudo esperar que a Lua. Te explico que cuando tu eras como ella me tenías en exclusiva y que he de atender sus necesidades. Te lo cuento y sé que lo entiendes pero que lo entiendas no significa que te guste y cuando tú también me necesitas te pones a llorar. Cuando hago esto, priorizarla a ella, es porque sé que ella no puede entender nada más ahora mismo; su necesidad básica es más fuerte que cualquier otra cosa. No lo hago porque te desprecie, porque no tenga presente lo que tú también necesitas o te quiera menos. Te lo digo y sé que lo sabes, pero me gusta repetirlo también aquí y dejarlo negro sobre blanco.
Por suerte cuando estos momentos difíciles ocurren está cerca un padre amoroso que te acoge en sus brazos, o una abuela empática que sabe qué necesitas en ese momento. No, no estás sola. Pero a pesar de esto, me duele, me duele no poder estar cuando a veces tienes esa necesidad tan fuerte de mí. De mamá.
Lua, a veces sé que ya estás cansada y ya te podría poner a dormir pero te hago aguantar un poquito más (no mucho, sólo un poco), mientras explico un cuento a tu hermana y la acuesto. Sé que tal vez necesitas que vaya rápido y lo intento, pero también noto (cuando esto pasa), que puedes esperar un momento. Te quedas con un padre amoroso que te entretiene y hace que tu cansancio sea un poco más llevadero mientras me esperas a que te dé el pecho y te acueste. Cuando esto ocurre no es que no tenga presente qué quieres o que esté desconectada de tus necesidades… sino porque sé que para Laia es importantísimo tener un momento a solas las dos, ella y yo, cuando se va a la cama. Bastante bien que lleva esto de no ser la única niña en casa, como para perder aquel ratito íntimo con mamá… Sé que sabes que te quiero y que te tengo presente, pero quiero decírtelo también por aquí y dejarlo negro sobre blanco, para que nunca tengas la menor duda.
Quizás un día seréis madres y quizás, quién sabe, tendréis más de un hijo. Esto, el manejar las diferentes necesidades de cada uno es (creo) lo más difícil. Priorizar, pedir a uno que se espere un momento, atender a otro y a veces aceptar que lloran todos porque quieren lo mismo y lo que quieren, no es posible.
A vosotras, cuando estos momentos ocurren, os toca aceptar que no todo es como una quisiera y a mí me toca aceptar que no puedo, aunque quiera, dividirme en dos.
Un comentario
Te entiendo tanto!
Tengo el mismo cuadro en casa y las mismas sensaciones 🙁