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Etapas

Dependencia

27.2.2012

La dependencia, lo he mirado en el diccionario, tiene un montón de significados y variables. En ningún caso se dice que la «dependencia» sea mala o perjudicial. No, no estoy hablando de política. Estoy hablando del peso que tiene esta palabra y su contraria «independencia» en la crianza. Tiene un peso de plomo, un peso de años, de generaciones que han detestado la vunerabilidad y la dependencia de los bebés o niñ@s pequeños de sus padres.

Por eso, cuando de repente te conviertes en m(p)adre, este peso invisible que quedó registrado en tu ADN mucho antes incluso de lo que imaginas, se activa, y consciente o inconscientemente te da miedo que aquel bebé que estás criando dependa de ti toda la vida. Entonces buscamos soluciones a una dependencia que nos es difícil de soportar y consultamos libros que nos dicen cómo hacerlo para que nuestro hijo sea más independiente que los adultos de 40 años, que sepa y pueda ir con todo el mundo (que no con cualquiera), y que nunca sienta que nos necesita para algo.

Es comprensible. El peso de plomo lo tenemos encima y no lo hacemos consciente, ni lo miramos a la cara, ni intentamos entender si ese peso es o no nuestro. Lo único que queremos conseguir es ahuyentarlo y por lo tanto, nos aferramos a la palabra independencia esperando que nuestro hijo se la haga suya enseguida y podamos, lo antes posible, quitarnos la losa de encima. Es comprensible. Estar con un bebé que nos necesita tanto, que nos reclama tanto, que nos hace sentir culpables porque a veces no somos capaces de darle lo que sabemos que nos pide… es demasiado duro. Porque nos atrapa el miedo, porque lo queremos, ¡claro que lo queremos! Y tenemos miedo de no hacerlo lo bastante bien, y de ahogarnos si le damos todo lo que nos llora que necesita; brazos, contacto, mimos, teta, caricias, noches a tocar el uno del otro… Tanta dependencia, tanta entrega y en el fondo, tanto amor… nos hace a nosotros vulnerables. Nos abre el corazón, y en el corazón, lo tenemos que tener muy claro, se almacena todo: desde el amor incondicional que nos haría mover montañas, hasta la oscuridad más profunda y aterradora. En el corazón hay todo el miedo que hemos sentido, toda la soledad, toda el vacío, la indiferencia que algún día alguien sintió por nosotros, la carencia, la desesperación, el llanto que no hemos dejado salir y la rabia más rompedora.

Alejar la dependencia de un bebé de nosotros significa, de alguna manera, alejar también la posibilidad de que se abra, por algún descuido en un momento de corazón abierto de par en par, la caja de pandora. Y por eso nos preocupamos si el bebé nos reclama demasiado, si a los dos años llora cuando nos vamos de casa, si dice que no quiere ir a la escuela porque se quiere quedar con mamá, si nos echa de menos cuando nos vamos dos días con la pareja de fin de semana porque así «se acostumbra» a estar sin nosotros…

Y los bebés crecen intentando no ser lo que nosotros no queremos que sean. Intentando no depender demasiado. Simulando que nos necesitan menos de lo que piensan y de lo que nosotros quisiéramos. Y con el tiempo… resulta que lo que ocurre a veces es que un día ya son mayores, y siguen echándonos de menos, pero no nos lo dicen porque ya es demasiado tarde para reconocer emociones que quedaron cerradas a cal y canto dentro de su propia caja de pandora, ¡que ellos también tienen! Nos añoran y dependen aún de nosotros emocionalmente, pero a veces ni siquiera lo saben. Encuentran pareja y establecen nuevas relaciones basadas, nuevamente, en la dependencia que intenta no serlo por no decepcionar a aquel de quien dependen. Y siguen echando de menos pero ahora ya no saben a quién; jurarían que es al que aman y comparten casa, pero se equivocan porque la añoranza es de los padres. Pero ¿cómo deshacer este lío imposible? Esta inacabable insatisfacción con uno mismo para depender tanto de ya no sabes qué. Esta lucha por encontrar la independencia anhelada sabiendo que no podrás de verdad serlo, independiente, hasta que no entiendas en qué punto se torció la historia. Hasta que no llores de verdad la dependencia castrada de cuando eras un bebé deseoso de contacto y tus padres tenían demasiadas ganas de verte crecer rápido, de alejarte de su habitación, de hacer (de alguna manera) vidas separadas. Sólo dándonos cuenta de que teníamos todo el derecho a ser dependientes de nuestros padres, que nos merecíamos recibir lo que necesitábamos, que éramos merecedores de amor incondicional a pesar de ser vulnerables y nada independientes… podremos romper el lío imposible. Dejando de propagar el peso de plomo de las connotaciones asociadas a la palabra dependencia en crianza. Sólo así podremos establecer nuevas relaciones de pareja basadas en el amor, el respeto, y alejaremos la dependencia extrema, la manipulación y el chantaje.

Pero… ¿la independencia llega algún día? ¡Claro que llega! Si hemos criado hijos vinculados y seguros de sí mismos, llegará cuando hayan podido depender de nosotros tanto como su cuerpo, su corazón y su alma hayan necesitado. Ni más ni menos.

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

17 respuestas

  1. Genial, com sempre !!
    Jo vaig créixer en una família on no en recordo gaires petons ni abraçades, Ni gaires paraules d’afecte i calor humana. Això em va fer més independent? Tot el contrari !! He trigat 30 anys a tenir una mica d’autoestima, a no està intentant sempre fer allò que fa feliços als meus pares, a no estar tan emmarada, a no pensar que tota aquella fredor era culpa meva… Em van voler fer ser independent massa aviat i van aconseguir tot el contrari.
    Amb els meus dos fills faig tot el contrari: els hi dic 1000 vegades que els estimo, els omplo de petons, dormim junts si ho volen,… perquè, senzillament, vull que siguin persones segures de si mateixes!
    Una abraçada

    1. Eli, que bé que hi posessis consciència i que amb els teus fills hagis pogut fer no el que vas rebre sinó tot el contrari. És un treball molt important, aquest, el de posar-hi consciència i créixer. Enhorabona.
      Petons.

  2. Molt maco!! Jo vaig tenir la sort que els meus pares(sobretot ma mare) m’han criat amb moltes carícies,abraçades, he dormit amb ells…. I sempre he estat molt enganxada a ells, i siempre m’han considerat rara per això, per estimar i estar tan pendent dels meus pares. Sempre hem deien els meus amics i familiars que així hem costaria molt trobar parella. Quina sorpresa! estic amb parella i amb una família que estimo amb bojeria i la qual penso criar igual que han fet amb mi, perquè estic molt orgullosa de com ho han fet els meus pares amb mi i els meus germans. I espero que així els meus nens siguin persones segures de si mateixa i amb bona autoestima.
    Petons.

    1. Isa, has vist quina mala fama té l’estimar-se i demostrar-ho? Potser els que et deien que no ho fessis tant els hauria agradat, molt en el fons, poder sentir el que senties tu…? Qui sap!
      Una abraçada.

  3. Genial, Míriam!!!!
    Cada época té les seves coses, quan jo era un bebè la meva mare acostumava a tenir-me en el moisès sempre al seu costat i la meva àvia sempre li deia que els nens havien d’estar sols a l’habitació per què si no és «malacostumaven», doncs si vaig créixer mal acostumada per aquest motiu benvingut sigui!!!!
    Els nens necessiten saber que hi ha algú al seu costat sempre, això els dona seguretat en si mateixos i quan tenim fills hem d’estar disposats a donar aquesta seguretat i això vol dir renunciar a coses, clar que si, però el retorn que tens es taaaan gran, l’amor dels fills és immens i infinit i només per això val la pena el «sacrifici»
    Petons.

    1. Hola, Anna.
      La criança intensiva, ja ho vaig dir en un post, és (jo no diria sacrificada sinó…) entregada però és curta i passa molt ràpid. Per això val molt la pena aprofitar-la al màxim, viure-la perquè algun dia, segur que la trobarem a faltar… No són bebès tota la vida…

      Una abraçada.

      1. I tant que passa molt ràpid, Míriam!!!!! Val la pena aprofitar-ho.

        M’ha agradat la paraula entrega per comptes de «sacrifi», vaig escriure el comentari amb poc temps i no se’m va ocorrer una paraula millor.

  4. A mi també m’ha encantat!
    Estic totalment d’acord amb vosaltres.

    Jo sempre li dic a la meva filla que si necessita «mil de mama» la mama li donarà 2000 perquè l’estima i s’ho mereix tot.

    Nomes té dos anys i mig però a vegades penso que depenc més jo d’ella que ella de mi, i de fet intento no separar-me mai del seu costat (a no ser que sigui per motius laborals).

    Besitos

  5. me has puesto la piel de gallina!!!!!

    la dependencia de mi primera hija se me hizo un poco dura especialmente porque todo-todos a mi alrededor me indicaban que debía «prepararla» para ser independiente

    Con Leo creo que le necesito más yo a él que él a mi!

    Besos

    1. Hola, Haydée… hay mucha manía a esto de que hay que mirar de independizarlos lo más ràpido posible… que crezcan ràpido, que nos dejen… ¿»en paz», quizás?
      Qué suerte Leo de que ahora estés más fuerte y le puedas dar lo que necesita. Besos.

  6. Estoy totalmente de acuerdo contigo.
    Nos creemos adultos independientes y muchos no lo somos, porque cuando necesitábamos ser dependientes no nos lo permitieron.

    Creo que como padres muchas veces nos supera la dependencia de nuestros hijos, no estamos preparados para que otro ser depende totalmente de nosotros. Pero luego nos damos cuenta y yo al menos no tengo ninguna prisa porque mi hija sea independiente, aunque a veces me agobie su demanda.

    No se donde lei o escuché que no es lo mismo querer que nuestros hijos sean autónomos, que sepan comer solos o vestirse solos, que independientes, porque eso llegará si realmente ahora les damos lo que necesitan.

    Un abrazo

    1. Sí, Carol, totalmente de acuerdo. Aunque también noto mucha prisa en eso de que sean autónomos. A nivel de guarderías, etc… «a tal edad que TIENE que hacerlo solo», etc… y cada niñ@, ya lo sabemos, tiene su propio ritmo.
      Un abrazo.

  7. «ens vé la por, perquè l’estimem, és clar que l’estimem! I tenim por de no fer-ho prou bé, i d’ofegar-nos si li donem tot allò que ens plora que necessita. Braços, contacte, mimos, teta, carícies, nits a tocar l’un de l’altre… Tanta dependència, tanta entrega i en el fons, tan amor… ens fa a nosaltres vulnerables.»

    I si ens entreguem (o al menys ho intentem) hem de sentir dir a la gent que ens envolta que l’estem malcriant i l’estem fent depenent, i comencem una altra lluita contra el què diran…

    Tot un repte pel davant!!

    1. Sí, Cristina… Fàcil, fàcil no és. Primera perquè hem de posar-hi molta consciència i a vegades som nosaltres mateixos els que no volem «veure». I segona perquè després a vegades no tenim un entorn que ens recolzi i ens ajudi en aquesta etapa. Com has dit… tot un repte.
      Una abraçada.

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