14.11.2011
Hay noticias que impactan, que te dejan hecha polvo. Y no hablo de la prima de riesgo o la crisis de la deuda, sino de las que han hecho los niños víctimas de cosas que no deberían pasar. Cuando trabajas de periodista en una radio y resulta que tienes que explicar las noticias por antena sin dejar que la emoción se te escape por ningún lado, hay días más difíciles que otros. Porque hay cosas que te gustaría no tener que contar nunca.
El jueves, en Girona, un hombre decapitó a su hija de un año y medio sobre la cama. La hermana mayor miraba la televisión. La madre no estaba. No… estas son cosas que no deberían pasar nunca. Al día siguiente, mientras yo explicaba que el hombre ya había ingresado en prisión y que se había negado a declarar, me preguntaba cómo estaría la madre de la niña. Es obvio que no me lo puedo ni imaginar. ¿Como te sobrepones a algo así? Dejas de ser tú, dejas de ser la que creías que eras, estoy segura. Y ya te debe de ser igual si el mundo se hunde, porque el tuyo ya lo ha hecho. supongo que lo único que la podrá sacar adelante será, quizás, su otra hija. Que, pobrecita,… ¡qué futuro le espera! Un futuro marcado por un instante, el de ella mirando la televisión, ajena a lo que pasaba unos metros más allá…
Al poco de explicar esta noticia, venía otra: un niño de casi tres años había muerto tras ser atropellado en Vila-seca, cerca de Reus. Había salido con su abuela a tirar la basura y se puso a correr saliendo de detrás de los contenedores sin ver que venía un coche.
Cuando eres madre es imposible no pensar «¿y si me hubiera pasado a mí?» Porque a menudo los niños tienen el impulso de ponerse a correr hacia donde sea, incluso, cruzando la calle. No me canso de explicarle a Laia que la calle la tenemos que cruzar cogidas de la mano o con ella en brazos, porque pasan coches, porque es peligroso… pero los niños son niños y pueden, en un momento dado, olvidarse de todas las indicaciones que les has dado una y otra vez porque son niños y corren, y juegan, y no están todo el día pensando en el montón de peligros que hay fuera de su «mundo de niños». Y entonces me asusto, porque no creo que pudiera soportarlo.
Cuando salí del estudio, no pude evitar llamar en seguida a casa y preguntar si todo iba bien. Oí a Laia de fondo y sí, todo estaba bien. ¿Por qué llamé? Fue mecánico, sin ni siquiera tener el tiempo de decirme: «¿por qué sufres, ahora?»... Pero supongo que es inevitable porque amas con tal intensidad, cuando eres madre o padre, que no puedes soportar ni la mera idea de que a tu hijo le pueda pasar algo. El dolor de los otros padres ya no te es ajeno porque te identificas con ellos, porque es muy probable que amen a sus hijos de la misma manera que lo haces tú. Depende de cómo lo mires eso te hace más humana, más empática y es bueno, ¡claro que es bueno! Pero a la vez… También tiene la otra cara de la moneda y es que cuando oyes o explicas este tipo de noticias, esas cosas que pasan, parte del dolor de los demás se te contagia y a veces se necesitan muchas horas para desengancharte de él.
8 respuestas
Uf!!! Jo també porto molt malament aquests temes des que sóc mare. El meu home ja em diu directament «no escoltis» quan donen alguna notícia així, perquè ja sap que després estic ratllada tot el dia (o més).
És una merda que això passi… I quan la culpa és dels pares com el cas que expliques o com sembla que ha passat amb els nens de Córdova, és totalment incomprensible, se m’escapa tantíssim que puguin fer això als seus fills!
Evidentment estan malalts. Qualsevol persona que estigui bé del cap és incapaç de decapitar a la seva filla, és inconcebible! És dur, és molt dur pensar en com deuen patir tants nens… Jo també a vegades, preferiria no escoltar i tapar-me les orelles, i tancar els ulls…
Tienes razón, estas cosas no deberían ocurrir nunca… uufff que miedo me dan cosas como la que hablas de salir corriendo. Leo tu entrada y siento la tentación de llamar a mi madre y decirle que por favor tenga muchísimo cuidado mañana con Abril. Muchos besos
María, yo lo hice… cuando vi a mis padres les dije… «muy al tanto con lo de cruzar la calle»… y a la canguro también! No lo pude evitar. 🙁 Un beso!
A mi em passa igual. Aquestes noticies les visc de forma diferent ara, molt molt malament. També em passa una altra cosa i és que m’he tornat menys ‘guerrera’. Abans no m’importava enfrontar-me amb qui fos, fins i tot pel carrer: li recriminava a la gent comportaments que em semblaven malament. Ho podia fer de males maneres i tot si em posava molt nerviosa el què feien. Desde que tinc la nena, miro cap una altra banda i no dic res. Ja s’ho faran. Em fa por que em passi alguna cosa i deixar-la desamparada (encara que, evidentment, té el pare). Fins i tot he arribat a pensar tonteries com que si em passés alguna cosa, el meu company haurà d’encarregar-se de comprar llet de continuitat… amb la mania que li tinc a la llet en pols! Tu et creus? Si expliquéssim tot el què pensem les mares ens fariem un tip de riure de veure que acabes fent associacions d’idees surrealistes.
Gemma, t’entenc perfectament! Fa molta por que ens pugui passar alguna cosa, oi? N’he parlat aquí al blog en més d’una ocasió… I saps què? Hi pensava molt sovint quan fèiem lactància materna exclusiva! Pensava… què menjarà si em passa alguna cosa?! 😉
Una abraçada.
No tengo palabras… horrible…
Las noticias que acontecen en torno a niños y en las cuales éstos salen mal parados o son víctimas de la violencia me hielan la sangre. Me amargan el día.
Terrible!! te entiendo perfectamente. En mi país, lamentablemente, este tipo de noticias son demasiado frecuentes. Es imposible no sentirse afectado. De hecho yo he trata o de no ver noticas desde que soy mamá. Me afecta demasiado y recuperarme, siempre, se me hace tan difícil como subir la cuesta de una montaña. Ojalá nunca más pasaran este tipo de cosas.