Hacía mucho tiempo que tenía ganas de hablar de las cosas que pasan en el parque. Algunas, claro, y en clave de humor.
El parque puede ser un lugar tan maravilloso, como estresante y agobiante. Y, como siempre, hay de todo: gente que se lo pasa pipa allí y otros que lo odian a más no poder.
De la misma forma, hay niños a los que les encanta ir y otros que le tienen pavor.
Y es normal, porque en ese espacio pasan muchas cosas con niños que todavía no tienen edad de poder gestionar todo lo que pasa, todo lo que sienten, y que (muchos), no saben comunicarse de una forma asertiva.
Un espacio social donde se requiere la mirada atenta del adulto para gestionar, para intervenir si es necesario… pero a veces esto no ocurre así.
A veces en el parque hay disputas por juguetes, hay niños llamando la atención y portándose de forma muy poco respetuosa, pero sin nadie que les vigile y que les ayude a cambiar de conducta, etc. y esto estresa.
Sí, también puede ser muy divertido y un lugar donde encontrar tribu, menos mal!
Mi relación con el parque depende de la etapa en la que están mis hijas: cuando las niñas han sido muy pequeñas ningún problema. Cuando han pasado por la fase de cero autocontrol, he preferido tirar más de bosque y lugares menos estresantes. Los días que quedamos con mi tribu buscamos parques con MUY pocos niños, lugares donde se puedan relacionar sin estrés ni agobios… A épocas he ido cada día y otras no.
El parque no es obligatorio. Puede irse a un montón de sitios más con niños y que no sean un parque: cualquier sitio en la naturaleza puede ser un lugar ideal si nuestro hijo en el parque se estresa. No, no es necesario.
A veces hay el miedo de que quizás, si no va al parque, no aprenderá a socializar: primero, para socializar hay que estar maduro para ello. Segundo, se socializa en muuuuchas otras ocasiones, no es necesario ir al parque si a nuestro hijo no le gusta y a nosotros quizás tampoco.
Pensad que los niños escolarizados ya están toda la mañana (y a veces también la tarde) en contacto con otros niños, con los mismos conflictos que se encuentran, después, en el parque. ¿Por qué siempre pensamos que hay que ir al parque? Podemos hacer otras cosas e ir a otros sitios.
De hecho, si nuestro hijo está en un momento en que nos necesita mucho y requiere mucha atención, ir al parque, donde hay muchos niños, mucho alboroto, quizás no es lo más adecuado.
Quizás le sentaría mejor estar en casa jugando con nosotros, o en el bosque, o en la playa, pero teniendo nuestra atención exclusiva y absoluta. Para llenarse. Y para bajar el posible estrés o añoranza que haya vivido mientras no ha estado con nosotros.
Esta es mi opinión: que el parque es genial en determinados momentos, en determinados niños y en determinadas situaciones, pero no SIEMPRE. Al contrario.
¿Cuántas rabietas veis a diario en el parque? ¿Cuántos conflictos veis a diario allí? Un montón. Porque es un lugar que invita al conflicto: son pequeños, no tienen un lenguaje desarrollado como para poder gestionar todo lo que viven y sienten allí, se cansan, hay conflictos por los «objetos» (columpio, tobogán, etc)…
«Pero tienen que acostumbrarse», podrían decir algunos. Tranquilo. Es inevitable el conflicto en la vida. Pero si tenemos un hijo de 2 años en plena etapa de pegar, ir allí donde se va a cansar, estresar y enfadar, y donde es muy probable que suelte la mano, quizás no sería lo más adiente. Ya volveremos, cuando haya madurado y pueda gestionarlo de otra forma.
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Cuéntame, ¿qué relación tenéis con el parque? ¿Os gusta?
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