En primaria suelen aparecer muchos conflictos entre iguales y no debería de sorprendernos. Han pasado de la etapa del «yo» a la del «nosotros» y esto es potente. Que si tal me ha dicho, que si tal me ha hecho… Y en el proceso, sufren, claro. Como adultos que acompañamos, es importante que tomemos distancia y les demos herramientas. En vez de agobiarnos, validemos sus emociones y busquemos, juntos, qué se podría hacer si vuelve a ocurrir lo mismo, otro día. El juego simbólico puede ayudar mucho. Contemos que están aprendiendo, que los conflictos son parte de la vida y que lo importante es aprender a lidiar con ellos y que esto requiere tiempo y experiencia. Creemos momentos de intimidad para que podamos hablar de todas esas dificultades que aparecen en las relaciones entre iguales. Y sembremos empatía y seguridad. Si los adultos tenemos conflictos con iguales, ¿cómo no va a existir en la infancia? Nos ayudan a aprender y a crecer y a saber qué sí queremos en la vida y qué no. Nos ayudan a saber qué personas nos hacen bien y qué personas no. Así que aunque no nos gusten, los conflictos son muy útiles. Míralos así y será más fácil acompañarlos.
Los conflictos entre iguales no son solamente muy habituales sino que normales por algo tan sencillo como que están aprendiendo a relacionarse. Después de atravesar la fase egocéntrica, en la que durante años se ha estado «construyendo» el «yo», llega la nueva etapa, la de darse cuenta que no son el centro del universo, la de ver que tienen que pactar, llegar a acuerdos, que no siempre se pueden salir con la suya, que hay personas distintas a ellos, que piensan diferente, que obran diferente y esto es UN MUNDO!
Madres, padres y docentes tenemos que acompañar:
- Sin engancharnos a su emoción porque si reaccionamos y resulta que se incomodan con nuestra reacción emocional, puede que para la próxima vez, decidan no contarnos lo que ha pasado.
- Escuchar sin juzgar y validar las emociones que surjan. Acoger su dolor (si lo hay)
- Ver juntos si hay algo que se pueda hacer en caso que el conflicto persista, y en el caso que no, qué podríamos hacer en caso de que vuelva a suceder en el futuro.
- Podemos hacer juego de rol (role play), en que imitamos lo que ha sucedido pero con nuevas opciones de resolución, para que, si vuelve a ocurrir, tenga el recuerdo de la práctica hecha.
- El juego simbólico también ayuda mucho, con muñecos o figuras que reproduzcan lo sucedido con nuevas conversaciones o finales más asertivos.
- Recordarle que en el aula, puede pedir ayuda al adulto para lidiar con el conflicto si ellos solos no lo consiguen o si se producen situaciones injustas.
- Agradecerle que lo haya contado y explicarle qye es normal que pasen situaciones, que en la adultez también pasan cosas y esto nos ayuda a aprender y a saber cada vez más qué queremos en nuestra vida y qué no.
Y ojo, aquí hablo de conflictos normales típicos por la edad, la inmadurez y la falta de experiencia, NO de acoso, que este es otro tema muy diferente.
Ojalá te ayude.