Confiar parece fácil pero quizás no lo es tanto. Confiar en la vida, en nosotros mismos y en los que nos rodean, no siempre lo es, de fácil. Hay gente a la que le han hecho tanto daño, o ha sufrido tanto a lo largo de la vida que son desconfiados por naturaleza y no lo pueden evitar. Les gustaría confiar, estar tranquilos, pero siempre desconfían de todo y de todos. No pueden creer que las cosas acabarán saliendo bien, ni tampoco pueden acabarse de soltar y confiar plenamente en nadie…
¿Qué pasa cuando tenemos hijos? ¿Nos cuesta confiar? Así de entrada seguro que muchos dirían que no. ¿Cómo puedes no confiar en un niño pequeño, que es la inocencia, la fragilidad, la VIDA en persona? Pues la verdad, la cruda realidad es que a menudo tampoco confiamos en nuestros hijos. No confiamos en que puedan terminar comiendo solos, o vistiéndose solos. No confiamos en que un día, cuando hayan terminado el proceso, acabarán controlando esfínteres. No confiamos en que un día, sí, podrán acabar de separarse de nosotros y disfrutarán del resto del mundo y la vida aunque no estemos. Constantemente tememos que no pueda hacerlo, que no pueda salir adelante, de lo que sea que esté intentando lograr en ese momento.
No confiamos en que en el parque, pueda subir solo aquella red que se escala, o no confiamos en que pueda quedarse tranquilo en casa de su amigo. Inconscientemente y con la mejor de las intenciones, muchas veces destilamos desconfianza hacia nuestros hijos. O quizás es miedo, miedo y desconfianza que se mezclan y que nos dicen ¿estás segura que podrá?. Y ellos, que todo lo captan, que todo lo notan y lo sienten, instalan en su interior que quizás si desconfiamos que puedan hacerlo es porque realmente no pueden hacerlo. Es todo muy sutil, sin pronunciar palabra. Sin ni siquiera darnos cuenta de ello, y mucho menos, querer que esto suceda.
La fusión emocional que hemos vivido o estamos viviendo todavía con nuestro hijo hace que todo lo que sentimos (aunque ni lo sepamos) se transmita por vía directa a nuestro hijo. Y quién sabe si en estos momentos ya sabría vestirse solo, controlar esfínteres, disfrutar en la escuela, o quedarse tranquilo en casa de un amigo… Quizás ya está preparado y lo suficientemente seguro para hacerlo pero siente nuestra desconfianza y ésta, inevitablemente, también se instala en él. Como si se tratara de un virus de invierno que se contagia con una rapidez casi inmediata.
Porque si una cosa debemos tener siempre presente es que a pesar de que quiera vestirse solo, o que confiemos en él, o a pesar de que en algún rincón de él sepa que quizás ya está preparado para hacer ciertas cosas o para evolucionar adelante… un hijo siempre, siempre, siempre, mucho antes que eso, prefiere complacernos. Y si lo que transmitimos es desconfianza e inseguridad, nos complacerá con ello mismo, para no decepcionar nunca nuestras expectativas… aunque sean mucho más bajas y que no se adecuen nada en cómo es él/ella en realidad.
Por eso, si alguna vez ves que no confías plenamente en tu hijo, si te das cuenta que tienes una brizna de desconfianza, de miedo… descubre su porqué y échalas fuera. Porque nunca puedan contagiar a tu hij@ y para que nunca pueda pensar o sentir que en realidad sus padres nunca confiaron profundamente en él/ella. Porque nunca pueda sentir que hay algo que le pliega las alas cada vez que quiere emprender el vuelo, porque nunca pueda sentir que en realidad, nunca fue lo suficientemente libre.
3 respuestas
Brutal!
Sembla que sigui escrit per mi! ja fa temps que em treballo el tema de la confiança i malgrat he millorat molt, hi ha moments que encara em costa! I sí, el meu fill vol complaure, i sí, a vegades dubto de si podrà malgrat sé que sí, però hi ha un fil invisible que em lliga, que em costa trencar-lo…i és fi com una teranyina, no cal gaire força, però per mi trencar-lo és com si fos una caiguda a l’abisme. Els cops que conscientment l’he trencat ha estat tot el contrari: un alliberament, he sentit un amor tan gran i infinit…que quan no hi estàs acostumada et sorprèn que puguis estimar tant! tant de bo vagi tallant totes aquestes teranyines que em lliguen al meu passat i a les meves pors i mancances per tal que els meus fills creixin lliures!
Gràcies pel post!
Les pors són naturals en la persona però s’han de vencer per poder fer crèixer a l’esser que més estimem com una persona lliure d’anclatges,…és molt real el que dius i és un tema per reflexionar. Des de fora es veu clarament el problema és que sovint necessitem un mirall per adonar-nos d’aquesta realitat.
Gràcies per compartir-lo!
Hola Miriam,
Gestiono el bloc de l’Ampa de l’Escola el Vinyet de Solsona, on tot sovint pengem articles que ens han semblat interessants per compartir-los amb les famílies de l’escola. El teu blog i les reflexions que hi fas m’han agradat molt i voldria demanar-te permís per reproduir aquest article al nostre bloc, fent referència al teu. Gràcies