¡Ay, los celos! Pensamos que solo hay celos cuando un niño/a pega a su hermano/a o le rechaza, o dice abiertamente a sus padres, que lo devuelvan. Pero los celos son puñeteros y se esconden bajo mil y una formas y expresiones. Hay que hacer un poco de Sherlock a veces, pero con práctica y conexión, se pillan al vuelo.
Pero para detectarlos, antes tenemos que darnos cuenta de que son absolutamente normales y que negar que existen o decir a los niños/as que no hay que tenerlos porque “os queremos a todos por igual”, no hace que desaparezcan.
Necesitan sentirse vistos. Necesitan que conectemos con el ser que son. Que les veamos de verdad. Y para poder darles lo que necesitan nosotros/as tenemos que estar conectados, centrados y con presencia. A veces puede no resultarnos fácil: los tiempos que vivimos son intensos…. pero la otra opción (no hacerlo), provoca malestar y desconexión a toda la familia.
Artículo publicado en Instagram y Facebook el 23 de octubre de 2020