La regla
Recuerdo el primer día que me vino la regla. Era un domingo y era casi de noche. Estábamos en el sofá, en un típico día de otoño en que te sientes perezoso y sólo tienes ganas de estar tumbado en el sofá. De pronto sentí algo extraño en la parte baja del abdomen, me levanté de golpe y vi que me había manchado los pantalones de sangre. Mi madre estuvo contenta, me acuerdo. Yo no. La sensación era desagradable y además, me sentía extraña, decaída, con poca energía. No sé cuántos años tenía, sólo recuerdo que fui de las primeras de la clase en tener la regla. Recuerdo aquella época, en que la regla y todos los cambios físicos de la adolescencia eran un tabú. Daba vergüenza comentarlo a las amigas, daba vergüenza tenerte que cambiar; era engorroso, era desagradable, dolía… O quizás dolía porque yo, todos estos cambios, no los supe llevar muy bien.