No te toma el pelo
Te voy a contar una conversación de hoy con Lua (5,5 años) por si te ayuda: nunca le ha gustado
Empecé el blog en febrero de 2011, en este apartado encontraras más de mil posts sobre crianza consciente, reflexiones, consejos y mucho más para ayudarte a vivir una maternidad y paternidad plena, consciente y feliz. En mi canal de YouTube encontrarás más de 200 vídeos que te ayudaran a poner perspectiva y humor a tu día a día.
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Te voy a contar una conversación de hoy con Lua (5,5 años) por si te ayuda: nunca le ha gustado
Nuestras hijas llevan meses (mejor dicho: años) queriendo un perro. Su insistencia es potente. Ahora estamos en proceso de imaginar
Cuando nuestro hijo o hija siente una emoción potente que nos incomoda, ¿cuántas veces buscamos una solución? Como si eso
Hoy un niño ha llamado tonta a mi hija pequeña. Ya lo hizo hace unos días. Ha sido lo primero
Los que tenemos más de un hijo/a sabemos que a menudo se pelean. Ya sea porque quieren las mismas cosas,
Cuando llega la vuelta al cole podemos escuchar a menudo esta frase: “voy a sufrir más yo que él” o
Jo no sé a casa vostra, però a la nostra portem uns dies amb un esverament que tomba d’esquena! Des que va començar el mes de juny que s’olorava el final de curs en l’estat emocional de la nostra filla gran. Hi ha com una emoció, com uns nervis,… el sol, la calor, els dies més llargs, més les coses “especials” a l’escola pel final de curs… Tot, fa un còctel molotov d’excitació màxima que fa que aquests dies anar a dormir sigui encara més difícil de l’habitual!
Si tenéis hijos, seguro que sabréis de qué os estoy hablando: estamos en un momento de equilibrio inestable. O de equilibrio colgando de un hilo. Lo del «todo está bien pero ten cuidado porque en una décima de segundo puede dejar de estarlo». Os sitúo: Hija de 5 años y medio que a ratos es muy mayor y a ratos se vuelve muuuuy pequeña. Hija de un año que es muuuuy pequeña pero que a ratos quiere ser muuuuy mayor. Padres que intentamos, a pesar del montón de trabajo y el montón de cosas en la cabeza, atender las necesidades de una y otra sabiendo, sin embargo, que a veces el equilibrio se rompe. Más un factor que es un gran desestabilizador de la balanza: celos.
Lo que os voy a contar hoy no me hace sentir orgullosa, es más, me da cierta vergüenza contarlo y me gustaría, sinceramente, no haberlo tenido que vivir nunca. Pero las cosas son como son y no, a veces, como una quisiera.
«El día que me hundí» me di cuenta de qué me estaba pasando. En ese momento me molestaba muchísimo la felicidad ajena. La planta de maternidad, con una avalancha de parturientas y bebés por todas partes, me suponía un calvario. Con el calor que hace dentro de los hospitales, cada habitación tenía la puerta bien abierta y desde el pasillo podías ver las madres recién paridas con sus bebés en brazos. Ramos de flores que llegaban, padres radiantes de felicidad, y familias enteras con abuelos, tíos y primos que estaban de celebración. Para ir al baño tenía que pasar por ese pasillo y lo hacía con la cabeza baja porque no soportaba ver ninguna de estas escenas.
Hace unos días fuimos a Barcelona. Era domingo y hacía sol. El día invitaba a estar fuera y pasear, hacer lo que se hace a veces los domingos. Fuimos a comer, luego a caminar un poco cerca de la playa y más tarde decidimos acercarnos hasta el Maremagnum porque recordamos que allí había un tiovivo donde podía subir Laia (que por cierto, le encantan). Estaba todo lleno de gente, lleno de turistas y de no turistas. Algunos tomando el sol, otras paseando como nosotros… A rebentar, vaya.