Cuando no quieren hacer caca
Hay una etapa en la primera infancia en la que a veces, niños y niñas no quieren hacer caca. La
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Hay un daño colateral muy evidente cuando un/a peque no se encuentra bien: a menudo sólo quiere a mamá. Para
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El padre de las criaturas no está, se fue de viaje de trabajo y estamos casi 3 días las tres
Después de recibir un montón de consultas estos días, de que me expliquen cosas que pasan en coles de toda
Recuerdo el día que escribí el post «HOY EMPIEZO ALGO NUEVO» Era septiembre y empezaba el curso. Nuestra hija comenzaba la escuela por primera vez ya que nunca ha ido a la guardería, y yo me veía ante un nuevo panorama. De tempos, de ritmos, de personas, de cosas nuevas… sentía ilusión y expectación a la vez. Y en un abrir y cerrar de ojos el curso ha terminado.
A los que estáis con ese nudo en el estómago porque vuestros hijos tienen que empezar la nueva etapa en septiembre os diré que para mí ha sido un gran aprendizaje. Durante este curso todos hemos crecido en todos los sentidos; nos hemos separado cada día primero sólo por la mañana y cuando ella ya lo quiso, también por la tarde. Ella ha aprendido a quedarse en un ambiente que no se parecía en nada al que estaba acostumbrada y aunque al principio le sorprendía la diferencia, pronto comenzó a saborearla.
Esta frase seguro que la habéis escuchado alguna vez, o la habéis utilizado vosotros mismos. O habéis oído a alguien que la decía de algún otro niño o niña «el hijo de Eva se porta fatal» o «la hija de Ramón es terrible», y cosas por el estilo. Para hablar de todo ello hoy empiezo con una reflexión:
¿Qué es portarse mal? A veces alguien me dice que ese niño se porta muy mal y yo, por el contrario, no veo que haga nada malo. Y al revés, he visto niños con comportamientos que me hacían estremecer y sus progenitores o cuidadores los encontraban de lo más normales. Por tanto, esto de portarse «mal» puede ser muy relativo. Para alguien puede ser que un niño se mueva mucho, o corra, o hable fuerte y reivindique lo que piensa y cree. Por otro puede ser que un niño rompa cosas, pegue, insulte y moleste a los de su alrededor.
Escribo estas líneas y estoy agotada. Pero quería escribir para explicar que la maternidad/paternidad tiene días en que estás hecho polvo y al mismo tiempo eres feliz como el que más. Como hoy, que estoy como si me hubiera pasado un camión por encima y al mismo tiempo reconozco que he pasado un día fantástico con Laia.
Hace días que está enferma. Un virus de aquellos que da fiebre y que te dicen «ya pasará». Pues bien, a pesar de que está enferma, no ha perdido la energía. Bueno, un poquito, quizás sí, pero todavía quiere marcha. Está contenta y activa pero claro, no puede ir a la escuela y hemos pasado desde el domingo un montón de horas juntas en casa. No os miento cuando os digo que si no he oído cientos de veces la frase «mamá, jugamos a imaginar que…», no la he oído ninguna.
«Pa pa pa pa pa… ¿para qué sirve esto?» o «Hoy hemos hecho galletas de de de de de de… de chocolate»… ¿Os suena? ¿Habéis visto tartamudear a vuestro hijo? ¿O a un sobrino, o al hijo del vecino? El tartamudeo es muy habitual durante cierta etapa. Algunos niños antes, otros más tarde, pero casi todos llega un día que tartamudean. Y entonces…
Volvemos a estar sincronizadas… Sí, después de semanas de notar que íbamos a destiempo, con el pie cambiado, siento que volvemos a ir a la una… Esta semana ha sido fácil, todo ha sido sencillo, porque no ha habido desajustes. Yo he entendido qué pasaba, yo he cambiado la mirada y ella lo ha recibido de la mejor manera. Lo he notado en seguida. Más dulce, más cariñosa, hemos vuelto a jugar de esa manera que hacemos nosotras, inventándonos historias, pasándolo bien… Y hoy me ha dicho «de mayor quiero ser como tú».