17.9.2012
Entro de «novata» en este nuevo mundo de llevar una hija al cole y lo primero que me choca es el cambio de ritmo. Yo, que después de parir estuve felizmente 2 años sin trabajar, yendo al ritmo que Laia y yo necesitábamos, durmiendo hasta las 11 de la mañana si era necesario, durmiendo siestas cuando queríamos… de repente me encuentro que los ritmos cambian. Y sí, lo sabía, no me quejo. Sólo digo que no pensaba que me chocara tanto.
Porque cuando tienes una hija búho, despertarla es un calvario. «Laia, buenos días!» Y como si escuchara llover. «Laia, que tenemos que ir a la escuela» e igual. Sólo duerme profundamente, y no oye ni el ruido de persianas, ni tus palabras… La dejas hacer algo más porque te duele incluso romperle ese momento de sueño tan y tan plácido. Hasta que tienes que despertarla y no hay manera. Finalmente entre tú y tu compañero conseguís que abra un ojo y lo hace con un esfuerzo inhumano, ¡como si le fuera la vida en ello! Y tú dices… «Madre mía, ¿cómo lo haremos?» Y continúas batallando para que abra el otro ojo que le queda! Han pasado quince minutos y aún ronronear en la cama… Hay que vestirse, desayunar… y tú ya ves que vais tarde.
Y tiene tanto sueño que casi no tiene ni hambre. Y come sin ganas, y se viste sin ganas… Contenta, porque no es de levantarse de mal humor, pero que si le dijeras que puede volver a la cama no se lo pensaría ni dos veces. Total, que finalmente salís los tres la mar de monos hacia la escuela y ella apenas ha tomado un poco de cereales o ha comido un trocito de bocadillo… poca cosa. Llega a la escuela e incluso jugar le da pereza: porque tiene sueño. Ha dormido 10 horas y media y tiene sueño. No son las horas que ha dormido, sino que por ella, las ocho, es levantarse extremadamente temprano. Sus biorritmos no se despiertan hasta las 11h, y no lo digo por exagerar.
Intenta jugar pero no pone mucho entusiasmo en ello… La ves que le cuesta, que no tiene la energía mañanera de los niños que no son búhos, y entonces te preguntas si podrías haber hecho algo. Y te lo quitas de la cabeza porque sabes que es así desde el día que nació. Que hay niñ@s que son de levantarse a las 7 de la mañana siempre y niñ@s que no, ya ti te ha tocado de las que no. Aceptémoslo. Quizás costará coger el ritmo. A la hora que toca salir de la escuela e ir hacia casa, tiene todavía más sueño que cuando ha llegado y encima, un hambre feroz. Llegas a casa medio corriendo porque sueño+hambre= conflicto (también conocido como «pollo») y pones la mesa rápido y no sabes si será capaz de hacer un bocado porque se acaba de estirar en el suelo diciendo «Mamá, quésueño tengo «. Y sonríes, porque la escena es cómica, ¡pero no son ni las 13h y ya estás agotada!
Finalmente come y duerme sin conflicto (¡por suerte!) Y se levanta temprano de la siesta porque la ha empezado también muy temprano… Todo corre adelante y tiene hambre de merendar más temprano, y sueño también más temprano… Como si el reloj te persiguiera… Y eso significa que tienes que hacer la cena más temprano, bañarla más temprano… Y el primer día te pilla el tren. Atropellan, directamente. Se te hace más tarde de lo que habrías querido, no habías previsto nada para cenar, ella tiene hambre y sueño y vas tan rápido como puedes sacando el hígado por la boca.
Finalmente cena y se baña y todavía no son las 21h. Parece que lo has medio conseguido…! pero no, porque al salir de la bañera está tan KO que llora y monta un pollo por cualquier cosa que le dé una excusa para sacar llanto y estrés de la mañana en la escuela, y cansancio, sueño… porque no se aguanta. Apagas el incendio y ya estáis en la cama para explicar el cuento. Parece que se relaja pero ha sido un día tan lleno de cambios y de ruptura de rutinas que le cuesta el triple que un día normal. Cuando finalmente cae rendida son las 10 y pico, todavía tienes que cenar, recoger, colgar el post del día y evadirte aunque sea un momento. Cuando lo acabas todo casi ya son la 1 de la noche… Llevas exactamente 17h sin parar. Y entonces, en un ataque de agotamiento dices lo de los 10 mandamientos medio histérica:
-¡ Esto no puede ser!
-¡ Tenemos que organizarnos mejor!
– ¡Tenemos que tener menús hechos!
– ¡Tenemos que acostumbrarnos a comprar por internet y tener la nevera llenísima siempre!
– ¡Tenemos que conseguir que vaya a la cama más temprano!
– ¡Tenemos que tener la comida hecha para cuando volvamos de la escuela!
– ¡Tenemos que hacer algo para tener tiempo para cada uno, que sino, vamos a petar!
– ¡Tenemos que intentar conciliar mejor!
– ¡La noche antes tenemos que dejarlo todo preparado para la mañana siguiente!
– ¡Tenemos que adaptarnos lo antes posible al nuevo ritmo!
Y cuando acabas de hacer toda esta parrafada sabes que has dicho cosas lógicas que ya sabías, y que has puesto histérica cuando quizá no era necesario… Por suerte… lo tienes a él al lado con unos ojos como platos que muy dulcemente te dice: «Miriam… es sólo el primer día… ¿qué tal si nos damos un poco más de margen antes de poner el grito en el cielo?»
😉
A ti, que me estás leyendo… te ha pasado lo mismo que a mi alguna vez?
5 respuestas
Aún no… pero eso de los diez mandamientos me ha encantado, que risas, me suele pasar a menudo xD
Por cierto, una sugerencia, hace nada he descubierto una olla maravillosa que me ayudará con el tema de las comidas/cenas, son las llamadas «CockPot», ollas de cocción lenta, son geniales, les pones los ingredientes y te vas a clase/trabajo, cuando llegas a casa 4, 6 u 8h después tienes la comidita lista y calentita en casa!! Lo mejor, el precio, desde 20€ 😉
La compré hace poco y estoy encantada con ella, todo un descubrimiento, se ha vuelto indispensable en mi cocina.
Te dejo un blog de recetas que suelo leer muy bueno https://lacocinadelentula.wordpress.com/ hay muchos más donde sacar ideas, pero este es mi preferido.
Bueno, un beso y a la espera de leer más noticias de tus «aventuras» en clase ^^
Hola Alkyria!
Pues no, no tengo ni idea de qué es esta olla de la que me hablas pero me encanta esto que has dicho de llegar y tener la comida a punto y calentita… Esta semana me informo sin falta. Porque el tema de los menús y los horarios tiene tela!
Gracias por la info! Cuántas cosas nuevas aprendo con vosotras!!!
Besos
Ànims, Míriam. Imagina’t tot el teu caos amb dos nens, dues escoles diferents i horaris diferents. Per sort, aquest és el meu primer any que tots dos van a la mateixa escola. Però ja veuràs com al final, tot acaba encaixant i agafes el ritme i sovint, abans de quarts de nou, ja esteu tots sopats i amb temps per relaxar-vos una estona.
Hola Montse!
Sí, ho sé, és qüestió de temps, però tela quin canvi… Avui ja tinc la sensació de no anar atropellada, ja és algo!
I buf, amb dos fills i dues escoles diferents ha de ser la bomba! Ho estic vivint de prop amb unes amigues i sempre els dic «us admiro!» perquè és veritat! Sou «súper-mares»!
Feliç adaptació del Pere! 🙂
Petons!
Si, la verdad es que es una situación vivida y reconocida por la mayoría de nosotras, creo. Todo el curso anterior fue un poco caótico para mi pero conseguimos ir bien. Este me ha pillado más preparada (¿mentalizada, quizás?) y, de momento, estoy manteniendo muy bien los horarios y ritmos. ¡A ver cuanto dura! Lo importante es encontrar su ritmo dentro del estipulado. Cuando lo identificas e integras en tu ritmo diario, todo se vuelve -un poco- más sencillo.
Espero que estéis recuperadas. Un abrazo!