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Fins el 6 de gener
por qué vamos poco al parque

Por qué vamos poco al parque

Hace unos meses, en unas historias de Instagram y Facebook, colgué una foto estando en el parque. En ella decía algo parecido a que íbamos poco al parque y me llegaron decenas de mensajes preguntando “¿por qué? ¿cómo lo haces? ¿es posible no ir al parque? ¿y no se quejan?”

Como era algo largo de explicar, os prometí un post. Así que aquí me tienes, dispuesta a contarte por qué vamos poco al parque. 

Este post no es para decirte, ni mucho menos, lo que tienes o no que hacer. Cada familia es un mundo y cada niño también.

Así que solo tú sabes si os funciona y os es adecuado para vosotros ir al parque cada día o una vez a la semana. En esto no hay un BIEN o un MAL. No eres peor madre si llevas al parque cada día a tu hijo o si no le llevas nunca y optas por otras actividades. 

Insisto: este post es solo para contarte por qué nosotras vamos poco y lanzar algunas reflexiones y mi mirada al respecto. Nada más. 

Cuando la mayor tenía unos dos años y medio, ya me di cuenta que el parque no era santo de mi devoción. Veía, demasiado a menudo, conflictos y situaciones un tanto desagradables que me incomodaban.

La mayoría de veces no iban conmigo pero no me hacían sentir bien. Ya sabes, esas situaciones en que los niños no saben compartir porque son pequeños y no quieren, pero los padres les obligan y acaban todos llorando y los padres enfadados. Y muchas otras situaciones que seguro que has vivido y que no es necesario que te haga una lista porque las has visto o vivido.

Hice, con tono de humor, un video sobre ir al parque… quizás te sientas identificada/o. Lo puedes ver aquí: 

Además, en donde vivimos, los parques son ultra aburridos. En todos hay las mismas cosas, en muchos no hay ni tierra y me parecen en muchas ocasiones, poco atractivos. Viajar a otros países europeos te ayuda a ver que los parques de aquí tienen mucho que mejorar. 

Pero no es por eso que no vamos al parque. Hay otras razones: 

EL CANSANCIO

La verdad es que durante los 3 años en que tanto una como la otra pasaron conmigo (misdos hijas empezaron el cole en P3), íbamos muchísimo más que ahora. Íbamos al parque algunas mañanas a la semana, cuando había muy poca gente, tocaba el sol, se estaba tranquilo y podíamos disfrutar de ese espacio con calma. 

Pero cuando una empezó el cole con tres años y luego la otra, los ratos de parque se redujeron. 

La razón es simple: 

Los niños pequeños se cansan mucho en el cole. Pasan, a menudo, más horas allí de las que son capaces de tolerar/gestionar/aceptar y salen con un buen cóctel de emociones dentro. No solo eso: salen cansados, a veces también estresados y con cierto malestar interno que se manifiesta a veces en forma de malhumor, de rabietas, o de mil otras formas. 

Imaginamos que vamos al parque al salir del cole para compartir con más niños (llevan horas compartiendo espacio y actividades con niños, a veces más de lo que les gustaría), se cansan todavía más. Sigue siendo un rato de actividad y a menudo de estrés por la dificultad de compartir, o por conflictos varios que suceden en el parque. 

En este punto hay quien me dice que mejor, que así llegan más cansados. Pero piensa que más cansancio a menudo implica más conflicto: cuando decimos que hay que irse del parque no quieren y tenemos pollo para marcharnos, o pollo antes de irnos porque por culpa del cansancio (como ya están pasados de rosca) algunos niños pegan, o empujan, o empiezan a molestar. 

Ahí ya tienes un montón de situaciones que te complicarán bastante la salida del parque y la llegada a casa. Además, son escenas en público, que sabemos que a menudo cuestan más de gestionar que cuando estamos tranquilamente en casa. Ahí muchos adultos se sulfuran y se sienten mirados, juzgados… desde ahí es difícil gestionar de forma asertiva con esa situación, sea la que sea. Vamos, que lo mínimo que pasará es que vamos a sudar la gota gorda. 

Al parque vamos si las veo que no van muy cansadas (especialmente la pequeña), y vamos temprano y nos marchamos temprano. Casi nunca vamos ni un jueves ni un viernes, demasiado cansancio de final de semana. 

Pero no es solo por eso que vamos poco al parque… 

LLEGAR TARDE A CASA

El cansancio hará que luego, el rato en el que estéis juntos al fin, juntos y solos, ya tocarán todas las “obligaciones”: ya sabes, baño, cena, dormir. 

Es decir, que el poco rato que están en casa, estará ausente (muchas veces) de calma, juego libre y compartido. En cambio, habrá órdenes, obligaciones y cosas “aburridas” para ellos que, cansados como estarán, protestarán y podemos tener más pollos de los que nos gustaría. 

Supongamos que terminan del cole a las 16:30h o 17h y que cenamos a las 19h. Si vamos al parque, para cuando llegamos a casa ya es prácticamente hora de cenar, están agotados y casi solo queda tiempo para cenar, bañar, acostarse. 

Llegar tarde a casa cada día y que el rato de estar en casa sea solo para eso, en mi opinión da poco espacio para el juego en casa, para la calma, para el silencio, para conectar, para ir a otro ritmo. Yo soy fan de ir a lo slow. De incorporar algunos momentos de silencio, de juego libre, de calma, a diario, y no solo cuando estamos de vacaciones relajados en el campo. Me gusta llevar la vida tranquila a nuestro día a día e ir cada día al parque con los horarios y el cansancio escolar, lo hacen incompatible. 

Pero no es solo por eso que vamos poco al parque… 

FALTA DE TIEMPO DE EXCLUSIVIDAD Y MIRADA

En la primera infancia, cuando es tan importante la mirada atenta y presente de los progenitores hacia nuestros hijos y el pasar tiempo en exclusiva juntos, a menudo el rato de parque diario lo hacen difícil. 

Obviamente, si vamos a un parque donde hay muy pocos niños y estamos presentes jugando con nuestro hijo o atentos a lo que hace y nos enseña, seguramente no habrá problema. Pero a menudo, los parques están a tope de niños: ellos juegan y los padres charlan entre ellos o se mantienen a cierta distancia. 

No estoy diciendo que no estemos atentos cuando estamos así, yo también lo hago, es absolutamente normal y no lo estoy, para nada, juzgando. Pero si a lo largo del día no podemos tener momentos de juego, de mirada en exclusiva juntos porque nos ha pasado el día entre cole, parque y obligaciones, es probable que nuestro hijo/a eche de menos ese tiempo. Es inconsciente, claro, pero tendremos poco tiempo para conectar. Si a eso le añadimos que aumentará el cansancio y que puede aumentar también el conflicto… conectar en estas circunstancias y llenarnos mútuamente de nuestra presencia y cariño puede ser más complicado. 

Per no es solo por eso que vamos poco al parque… 

JUEGO LIBRE Y RELAJADO

Claro que en el parque pueden tener momentos de juego libre, pero para según qué niños, el parque puede ser de todo menos relajado. Otros niños estarán todo el rato en tobogán, columpio, etc, pero sin tirar de imaginación, de creación de juego “a su bola”. Los habrá que sí, pero otros que no.

Dar otros espacios, como por ejemplo, el hogar, para crear esos momentos de juego libre, no dirigido por nadie, donde puedan hacer volar su imaginación, desde el silencio interno, desde la conexión con su verdadero ser… puede ser muy revelador para ellos y para nosotros. Es realmente un regalo verlo en directo. 

Y sí, en el parque puede haber momentos así también, pero como entran en juego tantos otros factores que no dependen de nosotros (pueden estar jugando súper bien, y viene otro y se carga lo que estaba haciendo en el arenal o lo que sea), ese espacio puede ser más hostil, para conectar de verdad con uno mismo. 

NATURALEZA 

Pero no es solo por eso que vamos poco al parque, sino porque si nos es posible, preferimos bosque, campo, naturaleza. Así que los fines de semana y también algunas tardes entre semana nos escapamos a pasar un rato entre árboles, caminos de tierra y campo. 

QUÉ TE RECOMIENDO

Que observes cómo es tu hijo y que veas qué es lo que necesita. ¿Necesita parque todos los días o necesita más ratos a solas contigo relajadamente en casa jugando a algo que le guste? ¿Podéis encontrar la fórmula que más os encaje? 

Te recomiendo que observes también qué es lo que quieres tú. Porque si vas cada día al parque a disgusto, se nota y qué rollo hacer todas las tardes algo que aborreces, aunque sea porque a él le gusta. Quizás podéis encontrar, algunas tardes, algo que os guste y disfrutéis los dos (o los 3, o los 4). 

Que no te compares con los demás. Da igual si tu amiga va al parque cada día y tú no, o al revés. Sólo tú sabes qué os viene bien, y cada una tenéis un niño distinto. Así que procura no agobiarte por eso. 

Que comprendas que todos vamos cambiando continuamente y lo que os iba bien hace unos meses de ir al parque 4 días a la semana, resulta que ahora mismo, por lo que sea, no funciona y es un conflicto diario. Si es así, cambia de estrategia, ve cuál es la raíz y busca la manera de encontrar una salida. 

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Míriam Tirado

Consultora de crianza consciente y periodista especializada en maternidad, paternidad y crianza. Me dedico a ayudar a madres y padres a conectar con sus hijos/as.

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