Buen año 2012

(Por si no lo habéis leído en «BIENVENIDOS», me tomo unos días de «descanso bloguero». Necesito cargar pilas i producir. Me falta tiempo para escribir y esto es lo que me he propuesto para la primera semana del año, escribir mucho. Por este motivo volveré a estar con vosotr@s el lunes 9 de enero. Os echaré de menos.)

30.12.2011

Para mí hay dos momentos importantes en que no puedo evitar hacer balance. Uno es mi cumpleaños y el otro es el cambio de año. No es que la noche de fin de año me apasione, y de hecho, confieso que las dos últimas hemos ido a dormir antes de las campanadas (sí, en serio), pero sí que me gusta hacer revisión. Lo de «ahora que se acaba, miremos cómo ha ido». Cuando era pequeña siempre escribía una carta… Siempre he sido muy de escribir cartas, yo, y las de fin de año no las escribía ni a Papá Noel, ni a los Reyes,… Muchas veces eran sólo para guardar en el cajón, y si me gustaban mucho como habían quedado, se las daba a mi madre. Cartas donde repasaba lo que había hecho aquel año, si había sido importante para mí o no, si me lo había pasado bien o no, qué había aprendido y en qué me había equivocado.

Hace tiempo que no escribo el «balance» y en cambio, cada año escribimos en una hoja todo lo que queremos dejar atrás, lo que queremos lograr y lo que deseamos. Entonces lo guardamos en una cajita que abrimos al año siguiente, el día 31 de diciembre. La abrimos, leemos lo que escribimos y vemos qué ha pasado. Ah, y lo quemamos. Y volvemos a escribir y volvemos a guardar en la cajita… Y así cada año. El sábado me toca leer qué escribí el año pasado y darme cuenta de si me he podido desprender de lo que quería, de si he aprendido lo que deseaba y de si he hecho el recorrido vital que quería hacer.

Sea como sea, este año ha sido un tiempo de dar nuevos pasos hacia fuera. Volví a trabajar después de una excedencia de un año y medio, y aunque no fue fácil al principio, lo hice a gusto y con ganas. Ha sido el año de retos profesionales, de volver a recuperar la vida que tenía (o al menos una parte) antes de convertirme en madre. El año de empezar el blog que me ha hecho pregonar en la red quién soy, qué me pasa y qué pienso. Lo que me pensaba que sólo leería yo y mis amigos, resulta que lo están leyendo un montón de personas cada día. Ha sido el año de conocer muchísima gente nueva y de aprender tantas cosas que no me cabrían en este post. El año de ir saliendo del puerperio, de ir finalizando ese tiempo interminable y precioso de introspección y rebrotar a la luz del sol con más fuerza todavía.

Este 2011 ha sido el año de ir de culo, de hacer croquis y malabares logísticos para conseguir que dos personas (él y yo) pudiéramos llegar a todo sin dejarnos nada, y sobre todo, intentando que nuestra hija estuviera en todo momento, bien atendida y feliz. Ha habido momentos de estrés pero también de ir encontrando el equilibrio. Un año que comenzó con palabras sueltas como «mamá», «papá«, «teta«, y que acaba con frases enteras y que se entienden a la perfección: «mamá, es verdad, ¡te lo aseguro!», o «un día quiero ir a ver esta película del mono». Un año que comenzó con lactancia materna a gogó y que acaba con un par de tomas al día. 365 días que han hecho que Laia ahora sea una niña presumida, segura, guapa y vivaracha, ah… y con un carácter que a veces te hace respirar hondo y tomar aire. Sí, ha sido el año en que hemos visto SU carácter, y en el que hemos tenido que afrontar nuevos retos en la crianza; acompañarla en la frustración y en el llanto, ver cómo se enfada como si el mundo se hundiera y entender su camino de crecimiento físico, psíquico y emocional. No ha sido fácil a ratos, sobre todo cuando hemos estado muy cansados. Pero hemos aprendido, sí, hemos aprendido mucho. Todos.

El 2012 que tenemos a la vuelta de la esquina me hace sentir cierta desazón porque a nivel general, lo veo un año de aquellos de «agárrense que vienen curvas», porque no creo que ni económicamente, ni socialmente, ni políticamente mejore, al contrario. Creo que la cuerda se tensará mucho más y esto será un nuevo reto; conseguir estar centrados y serenos a pesar de que el presente a veces se tuerza. Nuestros hijos lo merecen.

Os deseo lo mejor para estos nuevos 365 días. Que déis y recibáis AMOR, que seáis felices y que podáis criar en paz. Hasta el año que viene.