Míriam Tirado

Blog de Crianza Consciente

Actualidad, consejos, reflexiones... ¡y mucho más!

Empecé el blog en febrero de 2011, en este apartado encontraras más de mil posts sobre crianza consciente, reflexiones, consejos y mucho más para ayudarte a vivir una maternidad y paternidad plena, consciente y feliz. En mi canal de YouTube encontrarás más de 200 vídeos que te ayudaran a poner perspectiva y humor a tu día a día.

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Eres una mujer

Hace muchos años, mucho antes incluso de empezar a salir con tu padre, supe que un día tendría una hija. Lo sentía, lo intuía y así fue. Tiempo después y contigo ya dentro de mi barriga empecé a pensar cómo sería, tener una niña en casa. Una niña que un día se convertiría en una mujer. Inevitable no pensar en el primer día que eres consciente de que crecen los pechos, en la primera regla, en el primer embarazo… Recuerdo una tarde, embarazada y tumbada en el sofá, sola en casa y escuchando música, con las manos en mi vientre: me dije a mí misma que me gustaría hacerte disfrutar de ser una mujer.

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La noche del loro

Ignasi hoy estaba contento. Hacía 10 años que habían empezado a salir con la que ahora era su mujer y por la mañana, aún tumbados en la cama, habían dicho que por la noche lo celebrarían con una cena «especial». Hacía mucho tiempo que no hacían una cena «especial» porque hacía apenas 13 meses que se habían convertido en padres y, al anochecer, solían estar tan cansados​que estaban por poco más que para cenar lo primero que encontraban y acostarse.

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No he dicho nada

Hoy hemos pasado un día fantástico. Hemos ido a la montaña, hemos paseado, hemos tomado el sol ante un paisaje magnífico y hemos ido a comer a un restaurante del primer pueblo que hemos encontrado. Era agradable. Había un grupo de 10 adultos y en otra mesa justo al lado, sus hijos de entre 4 y 10 años aproximadamente. Eran cinco niños. Dos mesas más allá, nosotros tres. Nadie más. El comedor era pequeñito, o sea que se oía y se veía prácticamente todo lo que decía y hacía todo el mundo…

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La madre cansada

Estoy en el parque y veo una madre con un bebé y cara de cansada. No sé quién es, ni qué le pasa, pero es innegable: está cansada. Me la imagino demasiadas horas al día sola con el bebé y demasiada gente juzgándola. Tanto si lo hace de una manera, como si lo hace de otra, esto da igual: todos se sienten con el derecho de decirle qué debe hacer para ser mejor madre. Todo el mundo pone su granito de arena para que, en vez de sentirse más fuerte, se vaya sintiendo cada vez, más minada. Y sí, quizás es con buenas intenciones que lo hacen, no digo que no, pero… ¿con qué resultados?

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100 días en 1
Consejos y reflexiones
Míriam Tirado

100 días en 1

Hoy he vivido 100 días en 1. Me he levantado a flor de piel y he sentido que quería tener un hijo en mi vientre. Al cabo de un momento, he deseado una barriga grande, un buen parto y un puerperio revelador. Pero al cabo de otro he pensado «no, no, ahora no» y he deseado más tiempo a solas, más tiempo de tres y más tiempo de dos, todavía…

Hoy he vivido 100 días en 1 y a ratos he tenido ganas de llorar. Lo he hecho, un momento, pero es que enseguida ya no me ha apetecido y he reído de corazón con lo que hacía y decía ella bailando en el comedor.

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La perfección
Maternidad consciente
Míriam Tirado

La perfección

A menudo pienso que tenemos un concepto erróneo de la perfección. Así en general, pero especialmente en cuanto a la perfección en la maternidad y paternidad. Cuando pensamos en estos términos, supongo que nos imaginamos un padre o una madre que nunca pierden el norte, que saben todo lo que le ocurre a su hijo, que concilian, que saben jugar y que lo hacen, que le cuentan cuentos antes de acostarse, que elaboran comidas exquisitas, que nunca están de mal humor, que mantienen la figura y llevan el pelo impecable… Y eso… es imposible. La perfección, en estos términos, no existe y no ha existido nunca. Desconfiemos de alguien que nos haga creer lo contrario. Intentemos hacerlo lo mejor posible, pero no busquemos este tipo de perfección, porque acabaremos agotados y obtendremos una gran frustración.

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Érase una vez…

«Érase una vez una niña que no sabía qué le pasaba. Hacía tres días que rompía a llorar por cosas imposibles, cosas que no podían ser. Tenía algo dentro del pecho, algo que no la hacía estar bien, una angustia que cuando se le despertaba, no sabía cómo sacarla. Quería llorar por echarla de su cuerpo y como todo estaba bien, tenía que buscar cosas imposibles para así poder tener motivos de hacerlo. El primer día lloró porque quería que mamá la llevara a la escuela, pero a mamá le era imposible llevarla a la escuela, no podía.

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la fiesteta y el final de nuestra lactancia
Lactancia
Míriam Tirado

La fiesTETA y el final de nuestra lactancia

3 años, 6 meses y 12 días: este es el tiempo que ha mamado Laia. Cuando era un bebé, muy a menudo, después cada tres horas o cuatro, luego a épocas de nuevo muy a menudo, después cada vez más espaciado. Siempre para ir a dormir, también cuando se hacía daño o cuando tenía un disgusto, todo el día cuando se ponía enferma… Y se fue haciendo mayor. Y cada vez la necesitaba menos pero la amaba más. No os puedo decir cuánto tiempo hacía que mamaba poco… quizá desde el verano, no lo recuerdo. Ya sólo una vez (para ir a dormir, y algún día también para hacer la siesta) y a menudo sólo un pecho. Desde diciembre, la toma no solía durar más de dos minutos. Dejaba el pecho y me decía «¿me cantas?» o «¿me das un masaje?» … y se dormía.

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Silencio

El silencio claramente cotiza a la baja, en todos los sentidos. Las ciudades son terriblemente ruidosas. No hay tienda, restaurante, vagón de tren, centro comercial, etc, donde no se oiga música constante. A veces músicas terribles y altísimas. En muchas casas, la televisión está permanentemente encendida, aunque a veces nadie la mire. Hay ruido, mucho ruido en general en todas partes. Ruido externo pero también… ruido interno.

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Las primeras vacaciones con un hijo (Video + cuento)

En esto de las vacaciones tendría que haber una distinción: vacaciones cuando NO tienes hijos y vacaciones cuando SÍ los tienes. Porque unas y otras no se parecen demasiado y tienen poquísimos puntos en común. Bueno, quizás lo que sí comparten es que en los dos tipos se rompe la rutina y mientras que cuando no se tienen hijos, romper la rutina es fantástico, cuando sí los tienes, eso de romper la rutina puede traer daños colaterales muy molestos.

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