16 de agosto del 2011
(Este texto lo escribí ayer, 15 de agosto del 2011)
Hoy hace exactamente dos años que a las 7 de la mañana sentía la primera contracción fuerte. Al poco rato, empezaba a perder el tapón mucoso. Es curioso porque me doy cuenta que por más tiempo que pase, por más meses que se vayan añadiendo al 15 de agosto de 2009, sigo recordando casi cada minuto de ese día. Las emociones que se despiertan con las primeras contracciones son tan fuertes que quedan grabadas para siempre en el lugar más profundo, del que casi ni siquiera hay que hacer ningún esfuerzo para recordarlas.
A las 7h de la mañana de aquel 15 de agosto me puse, así de golpe, nerviosa. Era la emoción que me desbocaba porque sabía que al poco conocería físicamente a nuestra hija. También me sentí contenta, muy contenta… y con ganas de despertar mi compañero y decirle «¡me parece que ya viene!», pero me contuve, porque quería que descansase algo más… pensaba que mejor que durmiera porque quién sabe si aquella noche siguiente sería larga… Haciendo memoria, recordando algunos fragmentos de ese día me doy cuenta que sin duda, pensé demasiado. La mente siempre ha sido uno de mis grandes obstáculos; me ha gobernado demasiado. No sólo la he utilizado cuando me hacía falta, aquellos momentos donde es necesario ponerla en marcha, sino que más bien podríamos decir que siempre me ha costado detenerla. Me hace gracia cuando alguien dice «no pensaba en nada» porque yo casi no sé ni qué es eso de no pensar en NADA. ¿Realmente es posible? Sé que sí, pero a mí, me cuesta.
Justamente por eso cuando vi que las contracciones eran irregulares y que no acababan de ser efectivas me sorprendí muchísimo. ¿No estaba de parto? Era algo que no había entrado en mis planes, a mí, que casi lo había previsto todo! Y a las 18h, aquellas contracciones se detuvieron del todo, absolutamente. Fuimos a caminar para ver si volvían a arrancar… pero digamos que no era de esa manera lo me había imaginado. Recuerdo que hubo un momento en que dijimos: «Hey, ya llegará, no pasa nada, relajémonos…» pero no estoy segura de haberme relajado realmente. ¡Y no me culpo! Supongo que es normal no relajarte cuando tienes contracciones cada 15 ‘, cada 10’ que te van recordando: «ya falta poco, ya falta poco, ya falta poco…»
O quién sabe si es el paso del tiempo, o el hecho de haber dado tantas vueltas a lo que pasó, lo que hace que ya no tenga un recuerdo tan claro como pensaba que tenía. Recuerdo perfectamente las horas, las emociones, lo que sucedió… pero, ¿recuerdo de verdad como estaba yo? ¿Qué pensaba? Hace tiempo que dejé de darle vueltas, que lo dejé correr… Todas estas preguntas, que no tienen en absoluto ningún tipo de respuesta. Hace tiempo que renuncié a encontrar el sentido de todo aquello y me quedé, sólo, con aquellas sensaciones a las 7h de la mañana.
Pero inevitablemente, cada 15 de agosto (y de momento sólo han pasado 2), vuelve todo otra vez. Los 15 de agosto estoy contenta, es mi santo y además y sobre todo, fue el día en que mi hija dio la señal de que quería nacer. ¿Cómo se podría olvidar algo así? Los 15s de agosto dan el pistoletazo a cuatro días de recuerdos a flor de piel, los 4 días que tardé en parir a Laia… Son días llenos de vivencias guardadas en rincones lejanos, que vienen a reencontrarme otra vez; llaman a la puerta y me traen alegría, alguna lágrima, pedazos de comprensión,… Y celebro cada hora de esa semana, cada minuto, cada contracción, cada trocito de conciencia que se despertaba con cada sacudida física y emocional. El nacimiento de Laia y la manera como lo hizo fueron un regalo y a pesar de que he tardado mi tiempo en aceptarlo e integrarlo, lo tengo guardado en un lugar muy próximo, muy presente, para no olvidar nunca el gran aprendizaje que había dentro.
4 respuestas
Yo también recuerdo los primeros síntomas de parto de mi hija perfectamente. Una mezcla de ilusión, nerviosismo, incertidumbre, miedo a lo desconocido…
Felicidades! Entiendo perfectamente lo que explicas, aunque mi parto haya sido distinto… Ese momento, en el que notamos la primera señal de que ya viene el bebé, es imborrable!!! maravilloso!!! El milagro de la vida!!!!
Que maravilloso es ese día que sientes como tu cuerpo se prepara para conocer a el ser que te va a cambiar para siempre la vida!! Muchas felicidades a las dos!!!
ui si! quantes emocions juntes! quina barreja!!
totalment d’acord amb que per dolorós que sigui, per trist o lluny del que havíem imaginat que seria, és un regal preciós, un aprenentatge per tota la vida, una ocasió que tindrem sempre per revisitar i treballar-nos, conèixer-nos i avançar.
Un petonàs i felicitats altra vegada Míriam!