Hay noches que, simplemente, parecen copiadas de un libro de torturas. Estoy segura. Son «esas noches». Noches que sólo hacen gracia cuando hablas de ellas, al cabo de muchos, muchos años, en una comida con otros amigos con hijos.
Hasta entonces, son, simplemente, esas noches horrorosas que deseas no tener que volver a vivir nunca más. Yo he vivido algunas y os aseguro que las temo!
Pueden aparecer en cualquier momento de la vida del bebé, es decir que no es condición indispensable que acabe de nacer y tenga lo que todos dicen que tiene el bebé cuando nadie sabe qué tiene: cólicos!
No, no, «esas noches» pueden llegar a los 2 meses, a los 6 o los 14. Normalmente llegan después de otra noche mala, o de dos, o de cinco! y por lo tanto, acostumbran a ser la guinda del pastel, la gota que colma el vaso.
A mí me gusta dormir, me ha gustado siempre y soy de esas personas que si no duerme, está de mal humor; en este sentido, sí, bastante primaria.
Las noches de las que os hablo, en mi caso, tienen diferentes fases: primero están llenas de paciencia y si es la segunda o tercera vez que se despierta por lo que sea, lo encajo con deportividad y pienso aquello de «pobrecita, qué le estará pasando… ven con mamá, tranquila, todo está bien» y le doy el pecho, le hago mimitos y la vuelvo a dormir, normalmente muy rápido. Pero si cuando finalmente he conseguido no desvelarme y volverme a dormir, ella me vuelve a reclamar, entonces no sólo me cuesta horrores despertarme, sino que tengo la sensación de que «esa noche» es una tragedia.
Entonces llega el momento de las «frases de media noche», que podría ser el título de una novela mala… Pero pensad… seguro que todos habéis dicho frases estúpidas en medio de estas noches de pesadilla, que al día siguiente, cuando las recuerdas con tu pareja, te ries que da gusto! Yo (me da vergüenza reconocerlo) he dicho frases del estilo «Pero qué injusticia, con el sueño que tengo !!!«, o «Basta, a dormir todos, que esto no se puede aguantar, no puedo más , estoy rendida, me muero de sueño, por favor, o dormimos una noche seguida o moriré !!!!!!!!!» Recuerdo que quizás en un par de noches de esas, en medio de estas frases, me ha caído incluso alguna lágrima de impotencia y rendición …
Pero no acaba aquí, porque todavía hay otra fase en esas noches; como he hablado tanto, y he movido las sábanas, y me he puesto nerviosa, he acabado despertando a mi compañero y desvelando del todo a mi hija. Y claro, entonces sí que tenemos trabajo…! A volver a dormir…
Y tengo que respirar hondo, relajarme y… cantar, mecerla o darle el pecho hasta que se vuelve a dormir. Entonces sí, pasa lo que tanto miedo me da: ha habido tanta movida en aquella habitación que ya estoy del todo despierta y es entonces cuando pienso: «Si yo, que considero que tengo la cabeza bastante en su sitio, me acabo poniendo nerviosa… qué debe de hacer la gente que no está muy bien amueblada?» y me apiado de los bebés, que sólo hacen lo que les toca hacer, pero lo hacen de noche, que es cuando nosotros tenemos menos paciencia porque estamos más cansados.
Al final, me duermo y por la mañana cuando ella me toca, me despierta y me mira con esa sonrisa como diciendo «buenos días, mamá«, es como si me hubiera dado la pastilla del olvido y le doy mil besos y abrazos como si «esa noche», sólo hubiera sido un sueño o… una pesadilla 😉
Que esta noche, no sea una de «esas».
5 respuestas
Nena, com t’entenc. Cada vegada que et llegeixo m’emociono. Ara pensava en aquestes nits i reconec que jo, de males nits, n’he tingut poques, afortunadament. Però he plorat molt i molt de dia, quan els veia desesperats per agafar el son i no ho aconseguien i jo ja no sabia què fer i passejava i passejava amunt i avall del passadís i ells cridant i plorant, perquè, és clar, jo estava tant neguitosa que era impossible aconseguir relaxar-los si només els transmetia neguit. Però arribava aquell moment màgic de saviesa que tenen els nadons. Saviesa emocional, crec jo. Quan ja no podia més acostumava a deixar-los al meu llit, cara amunt, i mirant-me’ls els hi explicava plorant: ‘ja no sé què fer-te, no sé què tens, no sé com ajudar-te. Si us plau, ajuda’m’. I per art de màgia, es relaxaven, deixaven de plorar. Els podia tornar a agafar perquè m’havia calmat buidant el pap i explicant-los com em sentia i llavors es dormien plàcidament.
Oh, Montse, que maco això que has explicat… i que difícils les situacions així, oi? Segur que tot això ara et queda mooooolt lluny! Els bebès creixen i un bon dia, dormen seguit, i no els costa adormir-se…. i tot passa.
Una abraçada
Y no hablas del colecho, pensé que ras tu una de las defensoras de esta práctica que favorece el sueño de bebés y padres….abrazos
Hola, Isabel!
Qué te ha hecho pensar que no estaba colechando? Quizás no ha quedado claro pero sí, en «esas noches» la tenía a mi lado! Y en las de ahora, que tiene 3 años y medio también, en las que dormimos del tirón, también. Encontrarás posts en los que hablo de nuestra experiencia de colechar «DORMIR», «DORMIR CÓMODOS Y FELICES», etc.
Besos
Hola Míriam! Gràcies per recuperar aquest tema! La Berta té 18 mesos i cada cop s’espaien més aquestes nits, últimament es desperta 3 cops a la nit, de vegades 2 i alguna nit només 1 !!! Justament ahir pensava, fa molts dies que dorm bé, a veure com va aquesta nit, i justament ha aparegut la implacable llei de Murphy que diu que si comentes o penses que un nen ha acabat un procés o que «ja no fa allò», doncs ho torna a fer! I efectivament: aquesta nit la Berta s’ha passat la nit enganxada a la teta i quan ha parat, a les 6 del matí, ha siqut el Quim que s’ha enfebrat i ha volgut que anés a dormir al seu costat, tenia molt mal de cap pobre…
Total que fem colecho en tres matalassos, però m’he passat la nit canviant de matalàs! jijiji Sort que el cos és sabi, i cada nit que he passat així i he pensat que no arribaria al sopar, que cauria abans, doncs he aguantat, si, si, m’ha semblat miraculos però he aguantat!
Gràcies Míriam!