19 de agosto del 2011
Hoy Laia cumple dos años y en cierto modo, una parte de mí, también. Porque yo no soy la misma desde hace dos años. Cuando alguien me pregunta si te cambia mucho la vida después de tener un hijo, tengo ganas de decir que sí, porque sí que cambia, pero que sobre todo, lo que cambia más eres tú y aquellas partes que creías inamovibles. La sacudida de emociones que se produce con la llegada de un hijo no creo que se pueda comparar con nada, es como un tsunami que, de alguna manera y durante un tiempo, sí, lo arrasa todo. Todo lo que nos era conocido y seguro. Pero es un tsunami que cuando se retira no deja barro y escombros en el camino, sino sólo otro orden de cosas que sin saber cómo termina encajando con perfecta armonía, como si siempre hubiera estado allí.
Y inevitablemente, ya no puedes ser la misma. Porque en un abrir y cerrar de ojos, sin ni siquiera planteartelo, ser consciente de ello, te ha cambiado el orden de prioridades y la manera de amar. Aquel orden que antes tenía su ranking con el Top 10 bien definido, pasa a tener una, dos o tres cosas, sólo, todas en el podio. Pero en lo alto, y sin lugar a dudas, figura siempre el bienestar de esa cosa pequeña que te ha llegado a las manos después de nueve meses de haberte fusionado con el otro. Todo lo que antes te parecía importantísimo, vital, ineludible, lo ves después como meras tonterías que ahora en ningún caso te podrían quitar el sueño.
Cambias, ¡y tanto que cambias! Porque de repente, amas de una manera que a veces duele. Quieres tanto y tan fuerte que algo te dice que si a aquel hijo o hijos que están en lo más alto del podio les pasara algo, ya no te valdría la pena seguir viviendo. Amas de una manera tan incondicional, genuina y sincera, que no dudas ni un segundo en darles la vida si hiciera falta. Es un amor que llena todos los rincones del cuerpo, todas las células y que inevitablemente, se extiende. Es un amor que no necesita nada a cambio y que explota cuando sientes que tu hijo ríe, juega, hace su primer juego de palabras o te abraza. Como si todo se redujera a eso. Como si los conflictos, las culturas, los países, las guerras, el mundo y los millones de personas que lo habitan se redujeran sólo a eso. Todo son instantes de hijos que sonrien o que no, de madres y padres que abarzan o que no lo hacen, de niños que juegan y hacen sus primeros juegos de palabras. Como si volviendo a la raíz, a lo que sí es sagrado, se pudiera desvanecer la soledad, los celos, la baja autoestima, la rabia, el miedo, la inseguridad y la miseria.
Convertirte en madre y en padre te da esta oportunidad: te permite, si escuchas y quieres, volver a la raíz, fusionarte con la esencia primera, con el AMOR más incondicional que de alguna manera también nos acaba acercando a nosotros mismos.
Es por todo ello que hoy, que mi hija cumple dos años, siento que yo también estoy de cumpleaños. Porque aparte de estar muy contenta de ver que ya hace dos años que está aquí compartiendo con nosotros la vida, siento que hace dos años que ella me trajo el regalo más precioso que alguien me hubiera podido regalar: La fusión absoluta con el AMOR. ¿Cómo podría ser la misma?
Gracias, Laia, por habernos elegido y haber hecho de mí, una nueva persona.
7 respuestas
Feliz cumpleaños Laia!!! Y felicidades a vosotros también, dos añitos maravillosos para los tres, espero que sean Muchiiisimos mas y que sigáis disfrutando tantísimo juntos. Muchos besos, que bonito todo lo que has escrito…
Estoy totalmente de acuerdo en que un hijo te recoloca, o debería de recolocar, todas las prioridades. En la mayoría de los casos que conozco ha sido por suerte así. Junto a ellos es fácil distinguir lo importante de lo menos , pero también junto a ellos nos damos cuenta de que no es fácil siempre seguir esas nuevas prioridades sin sufrir algún daño colateral por el camino; aunque como padres amorosos y entregados a nuestros peques siempre acabemos pensando que todo sacrificio por y para ellos merece la pena. Ser padres es algo único y maravilloso y como tal hemos de valorarlo y disfrutarlo. Magnífico post!
Felicitats, a les dues!
Muchas felicidades a las dos!
Ohhh per molts anys Laia i a tu també mami!!!!!
M’encanta el teu post! em sento sempre molt identificada amb tot el que tu escrius!!!!!
El Joan els va fer el passat dia 14 i també vaig tenir la sensació de que era el meu dia i ho será per sempre!
La vida ens dona un gir de 180º però quina felicitat que ens donen!!!!
¡Qué bonito Miriam! Muchas de las cosas que dices y expresas en tu post de hoy también las he escrito yo. Mi hijo también cumple hoy 2 añitos y es lo más grande que me ha pasado en la vida.
Te invito a pasarte por mi blog y conocerme!
Deseo que paseis un feliz día
Felicitaciones otra vez!!! No hay palabras para describir lo que nos pasa cuando nos convertimos en madres… Un abrazo!