20.6.2011
Durante estos casi dos años que hace que nuestra hija está con nosotros, si algo he encontrado útil y de gran ayuda ha sido compartir muchos ratos con madres como yo; madres de hijos de la misma edad que la mía, madres que pudieran entender perfectamente como me sentía o cuáles eran mis angustias o preocupaciones. Madres a las que yo misma comprendía perfectamente porque aquel desasosiego suyo había sido el mío, muy probablemente, una semana antes, o lo sería una semana después. Han sido madres con quienes hemos ido a comprar sujetadores de lactancia sexys y nos hemos reído hasta tener dolor de estómago, madres con quienes hemos ido de fin de semana con los bebés de sólo dos meses, y madres con quien también he llorado más de una, y de dos, y de tres veces.
El sábado nos volvimos a encontrar, solas, sin los niños. El primer día que lo hicimos se nos hizo tan raro… Cada vez que llegaba una, bajábamos la mirada para ver dónde estaba su hijo@, porque hasta entonces, siempre nos habíamos visto así, en “pack”, de dos en dos. Al final nos hemos ido acostumbrando, aunque son poquísimos los días que nos encontramos en «Modo Mama Only». Y me gusta también encontrarnos de este modo, para poder hablar libremente, sin miedo de que los niños escuchen que su madre está muy cansada, o preocupada, o con algún problema puntual. Estos encuentros son precisamente para eso, para poder hablar de lo que nos ocupa y nos preocupa, para explicar a las demás en qué punto estamos de la crianza, como nos sentimos, qué nos agobia. Siempre, sin excepción, entramos de una manera y nos vamos de otra. Nos marchamos más ligeras, menos preocupadas, con la sensación de que lo que nos quitaba el sueño es normal, no es tan grave, y sobre todo… que pasará.
Siempre lo es, pero cuando estás criando el ser que más quieres de este mundo, es casi imprescindible tener escucha y acompañamiento sin sentirte juzgado. ¿Y dónde podemos encontrar eso tan necesario? (a parte, quizás, de la familia) Pues a menudo, en otras madres como nosotras. A lo mejor no criaremos de la misma manera, exactamente siguiendo los mismos pasos o pensando y creyendo las mismas cosas… no importa. No importa siempre y cuando no nos sintamos juzgadas ni juzguemos a la otra. Parece fácil pero no lo es. Hay una manera para poder conectarnos a este sentimiento de unión para intentar no juzgar a la otra y es pensar SIEMPRE que aquella otra madre lo hace lo mejor que sabe y puede, justamente porque su hijo es lo que más quiere, más incluso que a ella misma.
Si entramos en esta onda, en la cual aunque no hagamos lo mismo, todas acabamos siendo lo mismo, nos será mucho más fácil sentir empatía, comprendernos y ayudarnos. Porque no hay nada peor que una madre que cría un bebé y que se siente sola, tal vez sin estarlo físicamente, pero que no encuentra ni el consuelo, ni el apoyo, ni la presencia que en ese momento necesita. Y también será esta la forma por la que evitaremos entrar en competencia. Es fácil ver padres y madres que a través de los hijos, compiten unos con otros: «Que si el mío hace esto, que si el mío hace lo otro antes que el tuyo, que si es el primero de la clase, que si…» porque eso sólo sirve para que nuestros hijos nos escuchen y crean que serán mejores o los amaremos más si consiguen ser los primeros, pasar por delante de los demás, no quedarse atrás… Y cada niño@ tiene su propio ritmo. No hay ninguno igual, todos son especiales y perfectos en su esencia. Si tenemos esto presente, sin duda, viviremos más tranquilos, más en paz, y podremos sentirnos liberados de conflictos con otros padres y madres, y sobre todo, de conflictos con nosotros mismos y nuestros hijos. Qué buen legado para ellos, ¿no os parece?
Un comentario
De acuerdo!!! Este es un excelente legado sin duda!! Me encantaría contar con un grupo de madres como el tuyo.. si qe me hace falta!!! Lo suplo con la tribu 2.0 pero a veces nada suple la presencia física y tardes de compartir entre personas que te comprenden más que nadie.