“Míriam, ¿tú te enfadas?” me preguntó un padre la semana pasada. Le respondí “¿en qué pedestal me pones? ¡Claro que me enfado! Soy humana” 🤷♀️.
A lo mejor te decepciona saber que me enfado, que la cago, y que a veces no soy la madre consciente que en otros momentos sí puedo ser.
Aquí nadie se “salva” y todos tenemos momentos para olvidar, c’est la vie.
Lo importante es darse cuenta, revisarse, cuestionarse, trabajarse las heridas, sanar todas las que se puedan y seguir el camino más conscientes y más fuertes. Y así la cagaremos un poquito menos 😉
Todas las personas lo hacemos tan bien como podemos y sabemos a cada momento según un montón de variables (las circunstancias, el nivel de consciencia, la información de la que disponemos, etc). Pero la madre o el padre PERFECTOS no existen.
Somos humanos y ser humano y errar van de la mano. Porque errando se aprende, se crece, se evoluciona y se trasciende.
Ojo con la autoexigencia, con ponernos el listón tan alto, porque luego podemos sentir que no somos suficientes, que tendríamos que ser más así o más asá. Y no es verdad. Sí somos suficientes. Pero también nos equivocamos, son dos cosas totalmente compatibles.
Se trata de darnos cuenta, de trabajar en aquello que todavía tropezamos, de buscar ayuda si la necesitamos, pero también, de amarnos, cuidarnos y tratarnos bien,. Porque no merecemos otra cosa.
Ojalá resuene 🧡