Sobre el: «¡Mira mamá, mamá mira!»
Este verano, en la piscina de uno de los campings donde estábamos, Laia, sus amigas y otros niños y niñas de, más o menos su edad, nadaban, se tiraban de cabeza, hacían piruetas, intentaban hacer la vertical y no sé cuántas cosas más. Los padres, algunos dentro de la piscina y otros al lado, los mirábamos. Laia me decía «mira mamá, mamá mira!!!» y hacía algo de lo que estaban practicando. Al cabo de 10 segundos volvía a gritar «mira mamá, mamá mira!!!», y así sin parar. A su lado, unas amigas vascas gritaban lo mismo en euskera a sus padres, y más allá, otros amigos holandeses y alemanes hacían, en su idioma, la misma petición a sus progenitores.