El calvario del atletismo
Cuando yo era pequeña me encantaba la asignatura de «gimnasia», pero había unos días que tocaba atletismo y ese era el día que quería esconderme debajo de las sábanas y no salir. Correr con los compañeros mientras el profesor tenía un cronómetro en la mano me hacía poner nerviosa porque lo de correr no me gustaba. Correr al sprint un momento aún lo toleraba. Pero eso de «Dad 3 vueltas a la escuela» y estar corriendo 15 minutos o más sacando el hígado por la boca, lo detestaba y siempre llegaba de las últimas.