Morir, nacer
Este fin de semana ha muerto mi abuela paterna, Rafaela, por culpa de una neumonía a los 85 años. El sábado, el último día que la vi con vida, estaba a su lado, dándole la mano, deseando que se sintiera acompañada. Yo, mientras tanto, notaba los movimientos de Lua en mi vientre, como si supiera que algo importante estaba sucediendo. Imposible, en aquellos momentos, en estos días, no darme cuenta de la trascendencia de todo. Es como chocar de repente en los morros con lo que llamamos de manera algo abstracta, el ciclo de la vida.